Linda Hamilton: «Nunca me sentí parte de Hollywood»
Tras vivir alejada del cine, la actriz regresa con el papel que le dio la fama: vuelve a ser Sarah Connor en la nueva entrega de ‘Terminator’.
Caballos y un porche. Eso era lo que Linda Hamilton anhelaba mientras Hollywood la convertía en una de las mujeres más fuertes de la pantalla, empoderada y luchadora antes del #MeToo. Pese al éxito y al dinero logrados con la Sarah Connor de Terminator, nunca encajó en esta industria. Por eso se fue. Buscando otra vida. Lo hizo sin aspavientos, segura de lo que quería. Lo mismo que ahora lo está de su regreso a este icónico personaje en la nueva entrega de la saga de ciencia ficción, Terminator: Destino oscuro, que se estrena el 31 de octubre. Porque no le cabe duda de que se puede ser guerrera a los 62 años.
¿No dudó en volver?
Me lo pensé mucho. Reflexioné sobre lo que podía aportar a un personaje que ya había cumplido su papel y sobre si tenía que salir de esa vida apacible con la que me reinventé en Nueva Orleans. Pero me interesó, y mucho, mostrar ese paso del tiempo.
Un paso solo numérico, porque no se nota en su cuerpo.
El verdadero mensaje de esta película es que los 60 son los nuevos 30 [risas]. ¡No hay que disculparse por la edad! Me pasé los primeros meses entrenando cual posesa, pensando que iba a conseguir los mismos resultados de antes. Y ese cuerpo ya no es el mismo. Esos músculos solo se consiguen con hormonas. ¡Pero que le den! No necesito ser quien era. Ahora soy mucho más y espero que se note. Lo que ha cambiado es la forma de rodar. Fue más difícil, y no por mi edad. Es un mundo diferente. Ahora hay muchos elementos fuera del control del actor: las versiones digitales, el número de dobles, el tamaño de la producción… Es difícil concentrarse con 600 personas en el set, como cuando rodamos en Madrid. Esa fue la mayor batalla: cada segundo que Sarah Connor está en la pantalla quise ser yo la que estaba ahí.
¿Qué supuso volver a trabajar con Arnold Schwarzenegger?
La última vez que nos vimos fue en la inauguración de su cargo como gobernador en California. No es que habláramos mucho. Pero me sorprendió gratamente el lazo de afecto que nos sigue uniendo tras tanto tiempo, un sentimiento mutuo y genuino.
¿Por qué abandonó Hollywood?
Cuando mis hijos se marcharon de nuestra casa en Malibú las llamadas de mi agente escaseaban. Ya sabes lo que pasa con las actrices de cierta edad. Y me di cuenta de que no necesitaba todo eso. Me mudé a una solitaria granja en Virginia, cerca de mis padres; quería estar a su lado cuando su salud se fue deteriorando. Al morir mi padre me vine a Nueva Orleans. No conocía un alma allí y en cuatro años he hecho más amigos de los que nunca tuve en Malibú.
¿Ha cambiado Hollywood en este tiempo que ha estado alejada?
Lo que no ha cambiado es mi amor por la interpretación. Nunca podré quejarme de mi suerte. Lo peor de Hollywood son los flecos. Nunca me sentí parte. Hubo algo en mí que nunca entendió esta industria. Te tienes que arreglar como no eres para que la gente te saque fotos y 30 años más tarde eso es lo que siguen queriendo. Hacerse fotos de mala calidad conmigo. Por eso lo dejé.
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