Las mujeres de Goya
Las cuatro candidatas a llevarse el cabezón a la Mejor actriz de este año han tenido en quién inspirarse. El cine español ha dado grandes intérpretes que han servido de espejo a las nuevas generaciones.
Cuando Elena Anaya se enteró de que Aura Garrido la había escogido como la actriz que más admira del cine español, reaccionó con alegría, pero también con cierto estupor: «Me hizo ser consciente de que me estoy haciendo mayor», comenta entre risas. No se conocían personalmente –más allá de un par de besos repartidos en algún estreno–, pero Anaya ha seguido con interés la trayectoria de Aura, quien opta al Goya a la Mejor actriz por la película Stockholm: «Es la reina del cine indie en nuestro país, arriesgada y auténtica. Va a hacer lo que le dé la gana, porque tiene una estrella en la cara. Yo la escucho en pantalla hasta cuando no está diciendo nada», piropos que Garrido recibe casi al borde de las lágrimas. «He querido actuar desde pequeña, y recuerdo la primera vez cuando, con siete años, vi Familia, de Fernando León de Aranoa. Hay una escena en la que el personaje de Elena pedía consejo a otra actriz sobre cómo llorar. Su magnetismo me impactó. Y cuando poco tiempo después la vi aparecer en Lucía y el sexo, ya me remató», comenta la joven. Elena, cuenta divertida que ella, a los siete años, vio en el cine E.T. El filme también la marcó, pero, al acabar, no tenía muy claro si quería ser la niña, Drew Barrymore, o el extraterrestre perdido deseoso de volver a casa. «Quien realmente ha dejado huella en mí ha sido Victoria Abril», confiesa Anaya. «Y luego, pasan los años, y la vida te premia con detalles impresionantes. He llegado a ser amiga de Victoria, quien viene a mi casa de París para preguntarme si tengo algo para comer en el congelador».
Tampoco tenían el gusto de conocerse Marisa Paredes y Nora Navas, candidata al Goya por Todos queremos lo mejor para ella. Hoy, que Marisa tiene día de descanso –representa en Madrid la función El Cojo de Inishmaan, con Terele Pávez– se fotografían juntas para este reportaje. «Si me alegra que un espectador me diga en la calle que ha sentido cosas conmigo, ¡imagínate que lo haga una actriz de la categoría de Nora!», reconoce. Pero a Navas no le ha costado nada, tenía muy claro que ella debía ser la elegida como su modelo. «Marisa no es naturalidad al trabajar, hace las cosas con teatralidad, posee ese algo más que convierte el actuar en un arte que trasciende a lo cotidiano», dice. A lo que Paredes responde: «¿Para ser buena actriz hay que hacer las cosas como en la vida? No, como en la vida no. Hay que dar un punto más para que el espectador sienta que esta profesión es otra cosa. ¿Qué sentido tiene hacer las cosas como en la propia vida?». Nora asiente y asegura que cada uno de los trabajos de Paredes han sido fuente de inspiración para ella.
Ana Belén viste camisa de Adolfo Domínguez y pantalón de Paule Ka. Inma Cuesta, vestido de Boss y zapatos de Giorgio Armani.
Pablo Zamora
Inma Cuesta, nominada al Goya por la comedia Tres bodas de más, siempre se ha sentido atraída por el arte de Ana Belén. «El día que vino a verme al teatro me avisaron antes de salir, y me asusté mucho. Desde que vi la Adela que interpretó en La casa de Bernarda Alba no he dejado de seguirla». Ana Belén agradece la elección de Inma: «Cuando trabajas no piensas en que te convertirás en referente de nadie, porque interpretar películas o actuar sobre un escenario son regalos que te hacen aprender las cosas de la vida», le dice. Ambas se conocieron hace unos meses en Madrid en el camerino del musical ¡Ay, Carmela! Entonces Ana alabó las virtudes de su «prima» simbólica (la actriz y cantante se llama realmente Pilar Cuesta, de ahí el «vínculo familiar» que surgió aquella noche), y sobre todo destacó su personalidad, «con ese fachón impresionante, su expresividad total y esa forma de hacer las cosas. He visto casi todas sus interpretaciones, y jamás he pensado “Mira, aquí ha estado flojita”, y eso es lo mejor que se puede decir de una actriz», explica la protagonista de La pasión turca.
Como todos los años, los Goya tienen una favorita. Y en 2014 se llama Marián Álvarez. Su trabajo en La herida ya le ha valido la Concha de Plata del Festival de San Sebastián. La actriz que le ha servido de ejemplo a seguir es Susi Sánchez. «No hay nada forzado en su forma de actuar. Se limita a hacerte disfrutar y, aunque intuyes que hay mucho esfuerzo detrás, ella se expresa con total normalidad». Sánchez, quien también es candidata a la Mejor actriz de reparto por Diez mil noches en ninguna parte, conoce bien a Álvarez: interpretó a su madre en la primera película en la que apreció, Incautos. «Hay actores que necesitan demostrar sus aptitudes en todo momento, algo que no ocurre con Marián. Una cosa es ser el canal de tu personaje y otra identificarte con él, porque ahí es donde puedes volverte loca. Si te limitas a lo primero y no al lucimiento personal, no hay sufrimiento», comenta. Y es que el trabajo por el que Álvarez está nominada en esta edición de los Goya es absolutamente desgarrador.
Susi Sánchez lleva blazer de Tintoretto y vestido de Zendra para El Corte Inglés. Marián Álvarez, vestido de Louis Vuitton y salones de Emporio Armani.
Pablo Zamora
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