La primera dama francesa o el encanto de la discreción
Dicen que Valérie Trierweiler está en las antípodas de Carla Bruni. Su estilo funcional y elegante ofrece pistas para conocerla. Pero ¿se mantendrá fiel a él?
«Los franceses no la conocemos casi. Durante la campaña, ha emitido pocos mensajes sobre su personalidad y su estilo», sentencia Jean-Jacques Picart, uno de los consultores de moda y lujo más solicitados de París, desde su despacho de la Rue Saint-Honoré. Pese a ser un experto en cuestiones de imagen, reconoce que Valérie Trierweiler se le escapa. Pero la opacidad de la recién estrenada dama no ha sido completa. Durante las semanas previas a la victoria de François Hollande, su pareja se convirtió en una presencia constante junto al entonces candidato.
Acusada de ser fría, altiva y con aires burgueses, Trierweiler procede en realidad de una familia modesta de una ciudad de provincias del oeste francés. Su padre, con una pierna amputada desde la infancia, no trabajaba. Y su madre era cajera en la pista de patinaje municipal. Pese a sus orígenes humildes, Trierweiler dice haberse interesado siempre por su imagen. «Desde los 18 años he cuidado mi forma de vestir. Eso sí, nunca me he vestido con ropa de grandes diseñadores. Salvo una vez, hace más de 20 años, cuando me prestaron un vestido Lanvin para una cena en el Elíseo», comentó en una entrevista. Poco después, en The Times, puntualizaba vestirse con semidesconocidas marcas francesas de «prêt-à-porter de calidad», como Apostrophe o Georges Rech. «Por razones prácticas me pongo a menudo pantalón. Pero adoro el estilo ultrafemenino, el encaje y el tacón alto», añadió, matizando que la última prenda que se había comprado era un bañador adquirido en el mercado de su barrio. Eso sí, si pudiera escoger, le gustan Karl Lagerfeld y Christian Lacroix. El primero ya ha manifestado su opinión sobre ella: «Me gusta la novia de Hollande, es muy guapa y muy elegante».
Desde su investidura, Hollande ha iniciado una metamorfosis para quitarse el disfraz de candidato y convertirse en el nuevo presidente. Se dice que detrás de este cambio está esta periodista política de 47 años, formada en Paris Match. Para Guillaume Crouzet, redactor jefe de moda del semanario L’Express, Trierweiler tendrá que acompañarle en esta transformación. «La moda le puede servir para construirse un personaje», dice el periodista, que le recomienda alternar Hermès y Dior (el año pasado, Trierweiler asistió por primera vez al desfile de la maison) con jóvenes creadores franceses y marcas más asequibles. Hollande ha prometido una presidencia «normal», ajena a los gustos fastuosos, por lo que Trierweiler no podrá escapar de este punto de vista.
Lo opuesto a Bruni y al bling-bling de su esposo. «La conocemos poco, pero ya ha dejado claro que no será una mujer florero. Tiene previsto seguir trabajando para mantener a sus tres hijos adolescentes, de los que no quiere que se ocupe Hollande, y aún menos el Estado. Y es una mujer bellísima, pero que no parece privilegiar su belleza por encima de sus demás cualidades», opina la escritora Murielle Fitoussi, autora de un reciente ensayo sobre la relación entre mujeres, imagen y poder.
Trierweiler ha citado a Danielle Mitterrand y Hillary Clinton como modelos a seguir. A la autora le recuerda más a Cecilia Sarkozy. «Ambas son personajes en la sombra. Aunque, en realidad, ejerzan o hayan ejercido una gran influencia política sobre sus compañeros», concluye.
En 1999, como periodista de Paris Match.
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