La gala más feminista de la historia
Patricia Arquette entonó un poderoso discurso sobre la igualdad salarial entre hombres y mujeres y Reese Witherspoon lideró el debate sobre el sexismo de la alfombra roja.
Y dos ediciones después de aquel numerito lamentable del We saw your boobs, las actrices tomaron su revancha. Y de qué manera. De tener que aguantar (y aplaudir) a Seth MacFarlane por cantar sin reparos aquello de Meryl Streep, te vimos las tetas en Silkwood o Angelina Jolie, te vimos las tetas en Gia en la gala de 2013, a convertirse en las portavoces y adalides de la gala más reivindicativa y feminista de la historia. Porque la ceremonia de los Oscar de 2015 (además del vacío a Boyhood, el emotivo discurso del guionista de The imitation game o el extraño olvido a Joan Rivers en el recuerdo a los fallecidos) ha sido la gala de las actrices. Los numeritos musicales de un Neil Patrick Harris algo descafeinado y sin su brillo cómico habitual quedaron en un más que tedioso segundo plano (Neil, un consejo, para reírse de Birdman no hace falta ser obvio y salir en calzoncillos, solo mira el repaso que te pegaron Kristen Bell y Fred Armisen horas antes en su apertura de los Independent Spirit Awards).
Aunque el conductor sí se acordó de resaltar el olvido a Selma y sacó a colación (muy de puntillas) el debate sobre los #WhitestOscar, Harris no hizo hincapié en el otro debate que ha rodeado a la industria, ese que venía reclamando un trato igualitario en la alfombra roja y sobre el que se ha hecho eco prácticamente la mayoría de publicaciones del planeta. No problem. Las actrices aprovecharon su hueco para reclamar las desigualdades de la industria.
Las nominadas ya venían con ganas de reivindicar su valía. Desde hace meses han acaparado el debate mediático por motivos muy alejados a su capacidad interpretativa, así que razones para rebelarse y decirlo alto y claro frente a las cámaras no faltaban:
Emma Stone y Laura Dern, dos de las nominadas que protagonizaron momentos tensos en la alfombra roja.
Getty
Soy mucho más que un vestido y una manicura
La intensa campaña del hashtag #AskHerMore de The Representation Project cumplió con sus demandas y las consecuencias de este activismo han llegado a una posición extremista y algo ilógica. La rebelión por conseguir un trato mediático igualitario en la alfombra roja, un terreno en el que históricamente se reducía en preguntarles a ellas por su modelito y a ellos por la intensidad de sus interpretaciones, se ha saldado con un silencio absoluto sobre la moda en la alfombra roja, la gran protagonista indiscutible de la previa a la gala y por la que las firmas de lujo hacen una intensa labor de marketing. Los efectos de la lucha que comenzó Cate Blanchett apuntando a una cámara y diciendo “¿esto también se lo haces a los tíos?” en la gala del sindicato de actores de 2014 y que volvió este 2015 cuando varias actrices se negaron a prestarse a ese bochorno televisivo que fue la ‘mani cam’ del canal E! (y por la que ya se puede entonar un Requiem porque ha desaparecido del mapa) han sido fulminantes. Precisamente el canal que instauró las torturas más absurdas en el tratamiento de la alfombra roja (mani cam, pedi cam y 360º) han suprimido esos ‘extras’ en la cobertura y durante el paseo de las actrices pasaron absolutamente de preguntarles de qué iban vestidas. Sabían que ellas venían con ganas de guerra.
Reese Witherspon, nominada por Alma Salvaje, compartió en su Instagram una foto horas antes de acudir al Dolby Theatre animando a los medios a preguntar otras cosas con el hashtag de la discordia y cuando habló con Robin Roberts del canal ABC explicó por qué lo había hecho: «Este es un movimiento para expresar que somos mucho más que nuestros vestidos», dijo. «Los vestidos son geniales. Amamos a los artistas que los diseñan, pero hoy hay un grupo de mujeres, 44 nominadas este año, que son mujeres y están felices de poder hablar con vosotros sobre el trabajo que hemos hecho».
La tensión se palpaba en el ambiente. Un reportero le dijo a Emma Stone (nominada por Birdman) que estaba «muy guapa» y ésta respondió «Oh, gracias, parece que eso es lo único que importa». Ryan Seacrest, un histórico del Canal E!, también se llevó algunos cortes. Cuando vio a Laura Dern (nominada por Alma Salvaje) le felicitó por sus joyas y ella contestó que llevaba un anillo para «apoyar el cáncer de pulmón».
Quién también aprovechó su paso por la alfombra roja para reconducir las preguntas a otros derroteros (benéficos) fue Patricia Arquette. Aunque la triunfadora por Boyhood sabía que en esta ocasión no había mani cams, aprovechó la ocasión para lanzar pullas: «Es divertido, porque esta mañana me hablaron del absurdo negocio de la ‘mani cam’ y supuestamente debía hacerme una manicura. En lugar de eso, he estado trabajando en un video para apoyar un concurso en el que la gente pueda viajar conmigo por el mundo para ayudar con nuestros proyectos de GiveLove.org».
Que en la alfombra roja se producían excesos totalmente inexplicables (qué sentido tiene ver a los dedos de una mujer moverse frente a una cámara) es totalmente cierto, como también sería absurdo negar que se había llegado una desigualdad latente en el tratamiento mediático de esa previa a la gala entre actores y actrices. Pero evitar las preguntas de moda y silenciarla como si no existiese no es igualitario, es absurdo. La alfombra roja también es una competición de vestidos y trajes. Se pueden preguntar «más cosas» a las actrices y también se puede hablar de moda. Con ellos y con ellas.
Quiero cobrar lo mismo que tú
Precisamente el discurso de Arquette fue el que consiguió catapultar uno de esos momentos históricos para el recuerdo. Como el de ver a Meryl Streep y Jennifer Lopez sincronizadas y a lo hooligan aplaudiendo a rabiar y entonando un «YES» rotundo. Fue cuando la intérprete de Boyhood subió a recoger su Oscar a mejor actriz de reparto y entonó un alegato final que rezaba así: «A toda mujer que haya dado a luz, a todo ciudadano que pague impuestos y ciudadanos de esta nación, hemos luchado por la igualdad de derechos de todo el mundo. Es el momento de que la igualdad salarial sea una realidad. Y una igualdad de derechos para las mujeres de Estados Unidos de América».
Ante tal speech, la audiencia solo podía reaccionar así:
Y hasta Shirley McCLane aplaudía emocionada:
Porque por mucho que se cachondease luego Neil Patrick Harris de que parecía que Meryl Streep se hubiese dado cuenta de que estaba mal pagada en la industria, la realidad (con las que no son Meryl pero sí son estrellas) cae sobre su propio peso: las filtraciones que se dieron en Sony a propósito de The Interview desvelaron desigualdades latentes en los salarios de las estrellas (ellos cobraban más, como por ejemplo en el reparto La gran estafa americana). La difusión de los salarios ha ayudado a que Charlize Theron renegocie una subida de 10 millones de dólares por la película que va a protagonizar con Chris Hemsworth (The Huntsman), tras descubrir que él iba a cobrar bastantes millones más que ella.
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