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Kanye West contra el mundo

«La mayor estrella del rock», como él mismo se define, acaba de convertir a sus ídolos en el ‘punching ball’ de sus frustraciones: insultos, delirios de grandeza y una advertencia.

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ERIC THAYER (REUTERS /Cordon Press)

Kanye West siempre parece enfadado, pone carusa cuando está mimoso y a sus 36 años le entran unas rabietas que ni a los niños con la verdura. Empezó produciendo a otros artistas; más tarde se estrenó en solitario y ha conseguido casi todo, incluso dieciocho premios Grammy. Todo, menos el respeto que cree merecer en su verdadera pasión: el diseño de moda. Se ofende con facilidad cuando las revistas especializadas no le hacen la pelota y no entiende cómo la industria de los trapos no es capaz de tomarle en serio. Qué osados, se lamenta. Y en vez de aprender y ganarse el reconocimiento con las orejas gachas, prefiere tirar a matar. Ha rajado contra Slimane, se ha metido con Lady Gaga y ha abofeteado a Fendi, la firma que le permitió hacer prácticas en sus talleres. Y todo esto en solo una hora, en el programa de más audiencia de la emisora BBC Radio 1.

La semana pasada el cantante concedió una entrevista al DJ y presentador Zane Lowe, y el diseñador rapero aprovechó la ocasión para desahogarse. "Fuimos yo y Virgil (Abloh) quienes diseñamos los leggings de piel hace seis años, y Fendi dijo 'no'. No dejamos de ofrecerles nuevos diseños y siempre los rechazaban. Y dime, ¿cuántos hijos de puta has visto con leggings de piel?", dijo en alusión a una tendencia cuya autoría se atribuye. Su manía persecutoria llega incluso a una de las figuras indiscutibles de la moda actual: "Cuando veo a Hedi Slimane es como, vale, así es como conquisto el mundo. Sí, tiene unos bonitos vaqueros de 5.000 dólares, algo por aquí y por allá, y unas cuantas mierdas más. Pero nosotros hacemos cultura, el rap es el nuevo rock and roll. Somos las nuevas estrellas del rock, y yo soy la más importante de todas".

Después de varias colaboraciones con Nike, Louis Vuitton y Giuseppe Zanotti, en octubre de 2011 el artista presentó su primera colección en la semana de la moda de París. Las críticas fueron demoledoras. "Intruso" y "aprendiz" fueron algunos de los calificativos más suaves que recibió por parte de los periodistas, un baño de realidad que recuerda al que vivió Lindsay Lohan cuando presentó su colaboración para Ungaro. "West apuñaló el mítico vestido de bandas de Hervé Léger", apuntaba Christina Benkley en The Wall Street Journal. A Eric Wilson de The New York Times le pareció "turbador" que presentara abrigos de pelo y tanto cuero para una colección de primavera. Pero la más atinada fue Lisa Armstrong, de The Daily Telegraph: "Es como si Karl Lagerfeld probara suerte en el hip-hop, un absurdo". En marzo del año pasado West volvió a atracar París con su segunda y última propuesta. Esta vez las opiniones fueron menos virulentas, una especie de progresa adecuadamente.

En la entrevista de BBC Radio 1 se habló poco de música y mucho de la cosmovisión del diseñador rapero, pero alguien se acordó de Lady Gaga: "Mírala, directora creativa de Polaroid. ¿Y qué narices sabe ella de cámaras?". Lo mismo que West de cortar vestidos, se dirán algunos. O por lo menos ese desconocimiento lo dejaba claro en su canción Niggas in Paris: What’s Gucci, my nigga? What’s Louis, my killa? / What’s drugs, my dealer? What’s that jacket, Margiela? Pero sus declaraciones a Zane Lowe parecen un cumpleaños comparado con la pelea que acaba de librar en Twitter con el humorista Jimmy Kimmel después de que este hiciera una parodia sobre la entrevista.

No es la primera vez que West se enzarza en batallas prescindibles. Hace un mes volvió a armar un escándalo al aceptar casi tres millones de dólares por actuar en la boda del nieto del presidente de Kazajistán. Y todo porque el país de Borat lleva años en el punto de mira de las organizaciones internacionales como consencuencia de la aversión de su máximo dirigente a celebrar elecciones y exotismos semejantes. Luego hay quienes se extrañan de que Barack Obama le llamara "idiota" al rapero el pasado agosto. Está claro que no ha aprendido nada desde la humillación pública a Taylor Swift en los MTV Video Awards.

Lejos de someterse a un examen de conciencia, hay quienes aseguran que ya planea su próximo asalto. Desde hace unas semanas LinkedIn ofrece dos puestos de trabajo en el nuevo "proyecto de moda de Kanye West", y al prestigioso diseñador gráfico Peter Saville se le ha escapado que anda preparando el nuevo logotipo del artista. Además, una fuente anónima ha asegurado a la edición británica de Vogue que el director creativo de la supuesta nueva firma sería el malogrado Christophe Decarnin, exresponsable de las colecciones de Balmain. Ya sea en la moda o en la música, seguro que cualquier aventura profesional resulta más edificante que perseverar en convertirse en una parodia de sí mismo.

Kanye West desafía a la industria de la moda, de la música…

Getty

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