K-Pop, más difícil todavía

Aprender las coreografías de K-Pop no es una actividad extraescolar en Corea del Sur. Sus canciones se usan como banda sonora durante las clases de Educación física. El éxito que hace que nadie se quede en el banquillo es Gangnam Style de Psy. El artista –premiado en los MTV EMA al mejor vídeo– no pisó mucho las aulas. Al recibir el Record Guinnes por superar los 120.000 millones de visitas en Youtube dijo: «Es un honor. Este es el primer diploma que me dan. No tengo el de la escuela». Su imagen, mezcla de Jackie Chan y James Bond (sin ropa de Tom Ford), lo ha convertido en una estrella en EE UU. También estrena representante, el mismo que el de Justin Bieber. Pero el pionero en realizar una gira mundial fue Rain. En 2006 demostró que se podía cantar al amor mientras se realizaban piruetas imposibles. Megan Fox aseguró «estar obsesionada con él». Lógico, es el hombre global: compone, actúa (protagonizó Ninja Assassin, de James McTeigue, director de Matrix) y se ha librado del servicio militar (de dos años en su país) a cambio de animar a las tropas y diseñar su ropa.

El éxito de este género ha obligado a Billboard a crear la categoría Korea K-Pop Hot 100, donde están Bing Bang o Members of Super Junior, bandas al estilo Take That, pero más osadas. Ellos mezclan casacas y gabardinas de segunda mano compradas en Brooklyn, pitillos Cheap Monday y calaveras.

Las Kara no pueden evitar mirarse en el espejo de las Spice Girls más bailonas, eso sí, vestidas de Kwak Hyun Joo, su diseñador patrio que las transforma en inocentes lolitas. Nada que ver con 2NE1, un grupo de cinco chicas que copian a M.I.A. y Nicki Minaj en su vestuario. Jeremy Scott, Chanel y Versace son obligatorios. Si consiguen firmar una campaña con ellos, que tiemble occidente.