Jean Smart: «Gracias a que mi marido se quedaba en casa yo pude aprovechar grandes oportunidades en Hollywood»

Babylon, la nueva película de Damien Chazelle (La La Land, Whiplash) es el último trabajo de Jean Smart (Seattle, 71 años) y también la excusa perfecta para charlar con la actriz. Aunque puede presumir de tener una carrera larga y constante —lleva desde 1979 sin parar de trabajar— en los últimos años ha experimentado un gran momento de popularidad gracias a sus papeles en series de gran éxito como Watchmen, Fargo o Mare of Easttwon, donde interpretaba a la carismática madre de Mare Sheehan, el personaje que le valió a Kate Winslet una lista infinita de premios y algunas de las mejores críticas de su carrera. Algo similar le está ocurriendo a ella con la serie de HBO Hacks, donde da vida a Deborah Vance, una diva cómica con espectáculo permanente en Las Vegas, que en plena crisis creativa contrata a una escritora de la generación Z para que le ayude a encontrar un nuevo rumbo. Hasta el momento, con este trabajo ha ganado dos Emmy consecutivos y un Globo de Oro (en 2022), premio al que la nominaron por tercera vez este año y también se ha llevado el Critics Choice a mejor actriz en serie de comedia este 2023. El despliegue de documentos y publicistas con los que hay que lidiar hasta conectarse con ella por Zoom son la mejor prueba de que estamos ante una de las mujeres del momento en Hollywood. Al otro lado de la pantalla, contesta elegante, como las grandes actrices clásicas, cortante en ocasiones, como su personaje en Hacks, pero también vulnerable y sincera. Durante la conversación, ríe y llora, denuncia injusticias, recuerda el pasado, pero sobre todo mira al futuro. Porque, como ella dice, no tiene “ninguna intención de marcharse”.

En Babylon, interpreta a una periodista que es capaz de crear y destruir carreras en Hollywood. En una trayectoria tan larga como la suya, ¿alguna vez ha tenido miedo de que la prensa la destruyera?
No, yo he tenido la suerte de mantener muy buenas relaciones con los críticos a lo largo de los años. Me siento muy afortunada por ello. Hace poco, reflexionando sobre esta cuestión, pensé: ¿Hubiera aguantado si no hubiera sido así? Yo llevo recibiendo buenas críticas desde que estaba en la escuela de interpretación. Pero ¿cuánto hubiera aguantado si no hubiera tenido gente que, desde joven, me decía que era buena y que debía dedicarme a ello? ¿Qué habría pasado? Me pregunto si hubiera dicho: “No importa, se equivocan, voy a lograrlo”. O si lo hubiera dejado. Es algo complicado, yo he tenido mucha suerte en este sentido.

El otro día leí este titular: “Todo el mundo ama a Jean Smart”.
(Risas) Creo que puedo darte una lista de nombres que podrían no estar de acuerdo contigo…

Pero ¿se siente querida por la industria?
Sí, absolutamente. Y estoy constantemente asombrada y un poco desconcertada por ello. He tenido la suerte de haber podido trabajar en algunos proyectos fenomenales durante los últimos años. Y siento que tengo una buena reputación. Para mí es muy importante tener una buena reputación profesional.

¿Le sorprende, con 71 años, tener tantos fans mileniales y de la generación Z?
La verdad es que es asombroso. Me sorprende mucho, pero tengo que decir que en esta cuestión le doy mucho crédito a mi coprotagonista en Hacks, Hannah Einbinder.

Por lo general, las actrices se quejan de que no consiguen buenos papeles cuando envejecen. Su caso es justo el contrario.
Supongo que parte de esto se debe a que siempre he seguido trabajando. Yo simplemente me niego a marcharme. ¿Sabes qué pasa? A muchísimas actrices nunca se les da la oportunidad de demostrar de verdad lo que saben hacer. Por alguna razón, a mí me ofrecieron papeles realmente fabulosos. Empecé hace mucho tiempo y he tenido las suficientes oportunidades para mostrar mi versatilidad como actriz. A mi edad, tengo mucha suerte de seguir trabajando más y mejor. No quiero diseccionarlo ni pensarlo demasiado. Puede que todo esto desaparezca…

Este gran momento profesional que está viviendo —en los últimos dos años la industria le ha reconocido con premios Emmy y Globos de Oro— ha coincidido con su peor momento personal al perder a su marido el también actor Richard Gilliland, tras una corta enfermedad.
Fue muy contradictorio para mí. No intento analizarlo ni darle ningún significado, pero es muy irónico porque obviamente cambiaría todo lo bueno que me ha pasado en el trabajo porque esto nunca hubiera ocurrido.

La actriz se emociona, comienza a llorar e interrumpe la entrevista durante un tiempo hasta que se recompone, disculpándose con absoluta amabilidad y abierta a más preguntas.

En el discurso de los Emmy de este año dijo que precisamente su esposo fue muy importante para su carrera como actriz, ¿por qué fue tan crucial su rol?
Bueno, además de quererme muchísimo, era un marido muy inteligente. Siempre me hacía sentir atractiva, incluso cuando estaba hecha un asco. Eso creo que puede ser una buena lección para cualquier marido. Fue el hombre más divertido que he conocido y como actor tenía mucho talento, aunque tuvo menos oportunidades. A nivel laboral, cuando a mí me salían trabajos, él se quedaba cuidando de la casa y haciéndose cargo de los niños. Yo pude aprovechar grandes oportunidades y, sobre todo, relajarme por completo y concentrarme en mi trabajo, porque sabía que en casa todo estaba bien. Ahora que ya no tengo eso, soy incluso más consciente de lo valioso que fue.

¿Ser madre es aún más difícil que ser una actriz de éxito?
Sin duda. Especialmente en mis circunstancias. Una madre nunca deja de preocuparse por sus hijos. No importa la edad que tengan. Tengo uno de 33 y otro de 14. Me preocupan los dos por igual. Siempre serán mis bebés. Les molesta, pero que lo superen, siempre será así (risas). La verdad es que tengo mucho más respeto por las madres ahora, especialmente por las madres que trabajan, porque es lo más difícil que he hecho en mi vida. Y tengo, como te puedes imaginar, mucho más apoyo y recursos que la mayoría de las madres solteras. Así que mi respeto absoluto por ellas.

Usted misma ha dicho, en referencia a la crianza de su segundo hijo siendo mujer trabajadora y viuda, que la vida la ha convertido en una madre soltera…
Rodar la segunda temporada de Hacks fue muy duro porque Richard falleció al final de la primera. Me quedaban cinco días más de trabajo cuando falleció inesperadamente. La productora fue muy amable. Dijeron que podían darme un par de semanas de descanso y luego filmar o hacerlo lo más rápido posible y acabar con ello. Así que opté por volver rápido porque todavía estaba conmocionada y pensé que probablemente lo mejor sería estar con mis hijos cuanto antes. Ha sido duro. Hubo un día en particular en el que creí que no sobreviviría porque estábamos rodando la escena del funeral del padre de Ava. Al final terminó siendo una escena maravillosa y muy divertida.

En su discurso de los Emmy también tuvo unas palabras de agradecimiento al botox…
(Risas) Esto también tiene que ver con la maternidad. Se suponía que yo tenía una cita con mi esteticista para ponerme botox, pero tuve que llevar a mi hijo a la escuela y olvidé por completo que tenía que ir a su clínica. Ella es encantadora y reorganizó toda su agenda para poder atenderme. Cuando me disculpé por no haber aparecido me dijo: “Más vale que me des las gracias si ganas el Emmy”. Y lo hice. Más tarde ella me comentó: “Jean, por Dios, era una broma. No creía que fueras capaz de hacerlo”.

¿Es usted vanidosa?
Sí, lo soy. Pero sobre todo soy vanidosa con mi trabajo. Esta es la verdad absoluta. Por suerte para mi carrera, soy más vanidosa con la actuación que con mi apariencia personal. No mucho más, pero lo suficiente para salvar mi carrera de actriz.

¿Qué piensa del edadismo que sucede en Hollywood?
No es ni de cerca lo mismo que cuando yo empecé mi trayectoria profesional. La gente se ha dado cuenta de que si es una buena historia no importa cuántos años tienen los personajes ni los actores que los interpretan. Pero, ciertamente, es más difícil para los que fueron considerados símbolos sexuales cuando eran jóvenes. Cuando maduran, lo tienen más complicado. Al mismo tiempo, pienso que siempre se necesitarán actores viejos. Alguien tiene que interpretar esos papeles, ¿no? Así que espero ser como otras colegas, por ejemplo Betty White o Maggie Smith, y seguir haciendo esto al menos hasta que tenga 90 años. Eso es lo que quiero.

Ha logrado tener una carrera larga y exitosa al mismo tiempo que controlaba una enfermedad tan complicada como la diabetes de tipo 1. ¿Cómo recuerda el momento en el que le comunicaron que padecía la enfermedad?
Cuando me lo dijeron yo tenía solo 13 años. Volvía de unas vacaciones con mis padres, que sospechaban que algo no iba bien. Recuerdo haber llorado mucho porque solo sabía que tenía que ponerme inyecciones y no podía comer caramelos. Para un niña, eso es siempre una sentencia de muerte. Mi madre estaba tan asustada que no era capaz de pincharme, así que esa misma tarde yo ya me inyecté por primera vez insulina. Recuerdo también que mi padre al enterarse se puso muy pálido y estuvo a punto de desmayarse.

En cierto modo la enfermedad es también responsable de que usted sea actriz…
Sí porque mi madre no dejó que yo estudiara fuera, como hizo mi hermana. Le daba mucho miedo que me pasara algo. Y resultó que en mi ciudad había un excelente programa de teatro en el que me matriculé… En fin, creo que si las grandes compañías farmacéuticas se apartan del camino, tendremos una cura. Me gustaría dejar este mundo como llegué a él, es decir, sin tener diabetes.

*Estilismo: Rebecca Ramsey. Asistente de estilismo: Jarae Holieway. Asistentes de fotografía: Robert Kozek y Víctor Hernández. Maquillaje: Keith Sayer (Shneider Intertainment). Peluquería: Robert Vetica (The Wall Group). Manicura: Ashlie Johnson (The Wall Group). Producción local: NM Productions. Técnico digital: James Weir.