Dua Lipa: «Hay que luchar contra esos críticos que solo saben compararte con otras mujeres»
La artista de los mil millones de reproducciones solo tiene 23 años pero ya colecciona premios Grammy, varios Brit y se estrena como imagen y embajadora de Pepe Jeans.
«Tienes que trabajar muy duro para conseguir lo que quieres y todo esto es una prueba de lo que hemos hecho para conseguirlo». Dua Lipa (Londres, 1995) utiliza la primera persona del plural cuando habla sobre su carrera. No la considera un mérito personal. El vínculo que esta británica de ascendencia albanokosovar siente con su familia traspasa lo puramente doméstico. Su nombre no responde a un capricho artístico de productor ingenioso: es nieta del que fuera director del Instituto de Historia de Kosovo (Seit Lipa) e hija de un dentista (Dukajgin) y una abogada (Anesa) que huyeron de la guerra de los Balcanes a inicios de los 90 buscando amparo en la otra punta de Europa. Mientras su abuelo permaneció en casa y se negó a reescribir la historia para los serbios, la pequeña de los Lipa contó con la confianza ciega de una pareja de refugiados que trabajaba sirviendo barras de día y se reciclaba académicamente de noche para beneficiar el destino de su prole.
Tras volver a Pristina con 9 años, a los 15 convenció a ambos de que lo mejor que podía hacer era volver a Londres para vivir sola y estudiar en la escuela de Sylvia Young. Funcionó. A sus 23 años, apadrinada por el manager de Lana del Rey y con apenas un álbum a cuestas (Dua Lipa, 2017) ya acumula dos premios Grammy y tres Brit Awards, además de romper récords periódicamente con sus sencillos. En noviembre de 2018, sin ir más lejos, batió a Camila Cabello erigiéndose en la segunda artista femenina en superar el mil millón de reproducciones en Spotify con New Rules. El himno feminista que la llevó al estrellato, es, curiosamente, uno de los pocos que no ha escrito. Un tema que parecía maldito y que había rechazado hasta la girlband Little Mix.
S Moda entrevista fugazmente a la artista de los mil millones de streamings (también los ha superado en YouTube) en el Laylow, el club londinense de moda al que solo se puede acceder con membresía y escenario habitual de las fiestas privadas de los Beckham o de las Delevingne. La artista espera a la prensa en uno de los reservados entre los estrechos pasillos y escaleras empinadas de un coqueto edificio plagado de sofás de terciopelo y muebles de diseño a los pies de la brutalista torre Trellick, esa que preside la mítica Golborne Road y donde no hace tanto Damon Albarn grababa videoclips con Blur.
Sin rastro de resaca a pesar de que 36 horas antes estaba en el escenario de los Brit Awards alzando su último premio, Lipa se muestra profesional y atenta en una intensa mañana donde será entrevistada (con apenas 10 minutos de charla por cada encuentro) por más de una docena de países. ¿El motivo? Se estrena como embajadora de Pepe Jeans («la firma británica con la que he crecido») y única protagonista de la campaña primaveral con fotografías en blanco y negro de David Sims. «No creo que la gente deba tomarse la moda muy en serio, lo interesante es experimentar y probar cosas nuevas, yo la veo como una forma más de expresión», cuenta la artista, poco antes de torcer el gesto y soltar un «oh, dios mío», avergonzada, cuando se le recuerda que también tuvo un tiempo como bloguera de moda bajo el alias Dua Daily.
Su admiración hacia sus raíces queda patente durante la charla. «Les he visto luchar, adaptarse y trabajar muy duro para conseguir llegar hasta donde lo han hecho. Ellos me han inspirado, han creído en mí. Creo que el hecho de que tuvieran los pies en el suelo y me apoyaran tanto también ha servido de empuje para mi carrera». Poco dada a la soledad, recurre a ellos cuando quiere desconectar («mi calma la encuentro cuando estoy rodeada de la gente que quiero»).
«Necesitamos un cambio, pero yo me rijo por un cambio de actitud más que decir que necesitamos un cambio simplemente porque esté de moda decirlo», defiende. Su discurso se traduce en dos mensajes claros: trabajo duro («el éxito llega en silencio. Hay muchas noches en vela y entre bambalinas para conseguir ese producto final que llega al público») y mostrar una actitud siempre positiva a través de sus redes, un escenario de comunicación que ella considera «natural y nada laboral» por haber crecido con él: «Aunque Twitter es la red más intensa y ahí la gente no es tan maja, el cambio que yo defiendo, mi actitud, es poner toda la energía positiva y buenas vibraciones para que la gente vea que no todo tiene que ser odio, cotilleos o comparar a las mujeres entre sí«.
Que nadie la espere protagonizando algún beef con otra diva. Su conexión con otras artistas quedó patente, más allá de los peinados clónicos («¡te puedo asegurar que fue totalmente accidental que llevásemos el mismo corte de pelo!»), en su viral actuación compartida en los Grammy con St. Vincent («tiene tanto talento, una mente de miras tan amplia y es tan colaborativa en el escenario que fue facilísimo trabajar con ella»). La artista que dijo «necesitamos a más mujeres sobre estos escenarios» cuando se hizo con su primer Brit no teme las proclamas feministas. Especialmente con esa crítica que insiste en no tomarse a las artistas pop superventas en serio. «Siento que a cierta gente les cuesta su tiempo el tomarse el tiempo de escucharnos y tratarnos de forma más seria. Nosotras tenemos que luchar contra eso y defender lo que creemos. Lo más importante para una artista femenina es no dejarse influenciar por esos críticos o esa gente que solo sabe compararte con otras mujeres artistas. Es importante entender que cada artista, también los masculinos, tiene su propio camino. Ninguna historia de una artista es igual a la de otra. La clave es apoyarnos unas a otras».
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