Actrices sin maquillaje, ¿pasaporte al Oscar?
La naturalidad cotiza al alza: Jennifer Aniston y Reese Witherspoon se infiltran en las quinielas de las nominaciones por sus ‘realistas’ interpretaciones sin rastro de cosmética.
Quedarse tísica como lo hizo Anne Hathaway en Los Miserables, Angelina Jolie en Inocencia Interrumpida o Natalie Portman en El cisne negro. Estar irreconocible y engordar los 13 kilos que se echó encima Charlize Theron en Monster. Afearse como Halle Berry en Monster's Ball. Cambiar de cara como Nicole Kidman en Las Horas. En los últimos años, dos estrategias allanaban el camino a las actrices que soñaban hacerse con el Oscar: podían cambiar drásticamente de peso o podían convertirse en otra persona (y si encima era un personaje histórico, muchísimo mejor). Dos métodos para recordar al espectador que ellas son mucho más que esa cara bonita que vende belleza y lujo en la contraportada de la revista de moda de turno. Para conquistar a la Academia, mejor aparcar el glamour que se exhibe el resto del año y si una se transforma, se afea, engorda o se convierte en un manojo de huesos, el ticket al Dolby Theatre parece más que asegurado.
Este año, otra apuesta ganadora llega con fuerza para hacerse con la estatuilla: el no te maquilles que así te valorarán más y quizá te nominen. Jennifer Aniston y Reese Witherspon han apostado por ello. La primera lo ha hecho en la comedia negra Cake, una cinta indie en la que no queda ni rastro de la Rachel Green de Friends y donde luce cicatrices en el rostro para interpretar a Claire Simmons, una sarcástica mujer que sufre dolor crónico fascinada por el suicido de una mujer de su grupo de apoyo. Lo hace con el pelo sucio, algunos kg de más y sin una gota de maquillaje durante toda la cinta. "La única vez que me senté en la silla de maquillaje fue para colocarme las cicatrices", destacaba la actriz a E! hace unos días, donde aseguraba que actuar sin artificios ha sido un proceso "liberador y empoderador".
Aniston durante el rodaje de ‘Cake’.
Las esperanzas de verla entre las listas de nominados crece exponencialmente. Desde que se estrenó Cake en el festival de Toronto en septiembre, no ha habido crítico del planeta que no haya resaltado el factor no make up para destacar su cambio de rumbo y "el reto en su carrera" para alzarse con el Oscar. "Sin maquillaje pero con cicatrices y más desfiguraciones, Aniston ha probado que, más allá de los cambios cosméticos, es real", apuntaban desde un laudatorio artículo en Deadline. "Un esperanzador cambio para el Oscar", dicen en The Hollywood Reporter. "En una transformación física sorprendente y sin maquillaje, la estrella de Friends deja su vanidad en la puerta de este drama descarnado", resaltan en Variety sobre la "reinvención" de la actriz en una película que se estrenará en diciembre en EE UU para poder entrar en la contienda de los Oscar.
¿Se está marcando Aniston un Mathew McConaughey para ganarse el respeto de la crítica y conseguir el Oscar? Sí y no. El actor texano también experimentó un cambio físico radical con Dallas Buyers Club (adelgazó 21 kg), pero ya se había deshecho de su imagen de galán histriónico de la rom com viviendo un año redondo en el que la crítica se rindió a él: Mud, El lobo del Wall Street y su Rusty Cohle televisivo de True Detective ayudaron a definir su renaciminiento, apodado como McCoinassence. El Oscar solo fue la puntilla final. Lo de Jennifer Aniston es otra historia. Aunque la crítica siempre ha alabado su vis cómica (como en We're the Millers) y han defendido su valía en 'otro' tipo de cine (como cuando protagonizó The Good Girl o Management), deshacerse de la pesada mochila que supone haber protagonizado la peor era de la comedia romántica, junto a Katherine Heigl, va a ser más difícil.
Quien sí lo tiene prácticamente hecho para entrar en las nominaciones (está en todas las quinielas) es Reese Witherspoon. La ganadora de un Oscar por En la cuerda floja (2005) vive su particular renacimiento o lo McConaughey (o Reese-surgence, como ya han apodado) con Ama Salvaje (Wild). Una cinta dirigida por el artífice de Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée) y donde interpreta a Cheryl Strayed, la joven camarera adicta a la heroína que, sin ninguna experiencia previa, recorrió el Sendero del Macizo del Pacífico, 4.000 kilómetros por la montañas que bordean toda la costa oeste entre Canadá y México.
A años luz de sus looks en Una rubia muy legal, Witherspoon produce una cinta que sigue esa estela que marcó Hacia Rutas Salvajes y adapta las memorias de la senderista. Lo hace sin maquillaje, 'antiglamourosa', con el aspecto desgastado y con los moretones que implica interpretar a una mujer que camina con una mochila al hombro miles de kilómetros. Durante el rodaje ni siquiera ella sabía el aspecto que tenía. Tal y como declaró en la rueda de prensa del estreno, el director ordenó que no luciese maquillaje y se cubrieran "todos los espejos" para ella. "Él me dijo: quiero estar seguro de que no te van a maquillar o peinar. Pero pensé que tendría un poco, como máscara de pestañas o algo de base para simular que no voy pintada. Él insistió en que nada de maquillaje. Y lo probé. El resultado es crudo. Nunca me había visto así en una película", apuntó la actriz.
Su interpretación es de las más alabadas del año: "se acabó la chica correcta", apuntan desde el New York Times, "Witherspoon ya no es la esposa abnegada: tiene sus propios demonios, y ella los puede resolver por sí misma", destacan en Vulture sobre su papel imparable hacia el Oscar. Ella aclara el giro en su carrera, tanto en la actuación como en la producción (Witherspoon ha producido Perdida, otra firme candidata a monopolizar la temporada de premios). Fan declarada "de lo que están haciendo Lena Dunham y Jenny Slate con personajes realistas y sin complejos", Witherspoon se ha marcado como objetivo "que haya más personajes femeninos en las películas, que sean más interesantes y que existan papeles más dinámicos para las mujeres".
Que tanto ella como Aniston se hayan subido al carro de la 'realidad' que tanto destaca la crítica es muy significativo. En una época en la sociedad celebra las campañas de moda sin Photoshop y hasta la pasarela ha desterrado al maquillaje de sus propuestas, las estrellas quieren aparcar todos los artificios y la fantasía que venden el resto del año para conseguir el respeto de la crítica. Atrás quedan esos tiempos en los que se soñaba con el glamour de Ava Gardner y compañía, la era de las actrices que quieren ser como el resto de los mortales ha llegado.
En ‘Wild’ Reese Witherspon se pone en la piel de Cheryl Strated, la senderista que caminó miles de km para recuperarse de su adicción a las drogas.
Getty/ Cordon Press
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