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¿Es Hollywood tan progre como se cree?

Steven Soderbergh denuncia que le vetaron una cinta por ser «demasiado gay». Mientras, las candidatas a los Oscar defienden el excepcionalismo estadounidense. ¿Está virando el cine a la derecha o siempre estuvo allí?

Modern Family
Cordon Press

La cadena HBO estrenará este año Behind the Candelabra, el biopic del cantante Liberace (Michael Douglas en la película) centrado en la relación con su joven amante Scott Thorson (Matt Damon), que conoció a Liberace cuando tenía 17 años. A su director, Steven Soderbergh, que lleva trabajando en el proyecto desde 2008, le habría gustado estrenarla en cines pero, según cuenta, «nadie quería producirla. Decían que era demasiado gay. ¡Incluso después de Brokeback Mountain (2005)!». ¿Demasiado gay?¿ Está seguro Soderbergh de que esto le sucedió en Los Ángeles, California, y no en Salt Lake, Utah?

Apenas unos meses después, Sean Penn ganó el Oscar por interpretar al activista Harvey Milk en Milk (2008) y desde entonces medio Hollywood se ha movilizado a favor del matrimonio homosexual. ¿Acaso la industria del celuloide no es tan progre como se piensa? Los hermanos Alex y David Pastor conocen bien sus engranajes. Rodaron allí Infectados (2009) y preparan su propia visión del Apocalipsis, Los últimos días (2013). Ambos se muestran escépticos con el relato de Soderbergh: «Dudo que el factor gay haya sido determinante. Más bien creo que es el hecho de que Michael Douglas ya no es una gran estrella y que el interés por la vida de Liberace es limitado para justificar los millones en publicidad que requiere un estreno en salas».

Quizá no se trata de que un filme sea «muy gay» o «poco gay» sino «ortodoxamente gay». Las familias monoparentales que han invadido la ficción cinematográfica y televisiva en el último lustro tienen poco de transgresoras: la pareja lesbiana de clase media-alta que formaban Julianne Moore y Annette Bening en la conservadora Los chicos están bien (2010) proyectaba sólidos valores suburbiales. Lo mismo que Cameron y Mitchell de Modern Family (2009) y casi igual que la pareja de The New Normal (2012). Todos están muy lejos del mundo de exceso de Liberace.

Sean Penn ganó el Oscar a mejor actor en 2009 por su interpretación en Milk (2008) del activista Harvey Milk, el primero en salir del armario para ser elegido concejal en el ayuntamiento de San Francisco en 1977.

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«Antes se acusaba a Hollywood de mostrar a los personajes gais como seres torturados, incapaces de tener relaciones duraderas, incluso como villanos. Lo que no podemos hacer ahora es criticarlos por mostrar a homosexuales en estructuras familiares tradicionales», dicen los Pastor sobre estos gais que harían la misma pedagogía básica de la familia homoparental que en los años 80 hizo Bill Cosby por los afroamericanos: ¿Ven? Somos como su familia. De hecho somos mil veces mejores que su familia. Hay otros resortes políticos que han renovado el debate sobre los verdaderos colores ideológicos de Hollywood.

Tres de las principales candidatas a los Oscar, Lincoln (2012), Argo (2012) y La noche más oscura (2012), defienden los valores del excepcionalismo estadounidense, las posiciones más pragmáticas en la lucha contra el terror y, sobre todo, la exaltación del individuo por encima del grupo. Sí, las películas de Kathryn Bigelow y Ben Affleck son un largo y sentido aplauso a la CIA, pero sobre todo exaltan a tipos (la agente Maya y el espía Tony Méndez) valerosos y testarudos que se imponen a su colectivo. Según Steven J. Ross, académico y autor del libro Hollywood Left and Right (Oxford University Press), «esto es parte de un ciclo de posguerra que ya hemos visto en el pasado. A Hollywood no le gusta hacer filmes críticos con la guerra hasta que esta acaba. No se hizo Los mejores años de nuestra vida(1946) hasta que terminó la Segunda Guerra Mundial; no tuvimos El cazador (1978) hasta que acabó Vietnam y ahora que básicamente estamos fuera de Irak y Afganistán, Hollywood está en período de reflexión».

En su libro, Ross desmonta el estereotipo liberal de la industria y recuerda que quienes fundaron los grandes estudios fueron barones ultraconservadores y que las estrellas que han moldeado la política estadounidense lo han hecho en la derecha, como Ronald Reagan, que empezó su carrera como joven entusiasta del New Deal. «La derecha de Hollywood decidió implicarse directamente y abrió el camino a la revolución conservadora de los 80; los progresistas siempre han preferido un trabajo de lobby sobre distintos asuntos», distingue. Y apunta a dos estrellas que podrían hacer carrera política si quisieran para equilibrar la balanza: Clooney y Eva Longoria.

Jake Gyllenhaal y Heath Ledger en Brokeback Mountain (2005).

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