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Entradas agotadas

Las salas de teatro de nuestro país están llenas, lo que demuestra que las artes escénicas son un valor en tiempos de crisis.

Teatro María Guerrero

Una experiencia real, directa, cercana, que no se volverá a repetir nunca más y en la que, si la elección ha sido buena, se puede haber soltado unas carcajadas, haberse emocionado o haber llegado a una conclusión que hubiera sido más difícil alcanzar por otros caminos. Esto solo lo ofrecen las artes escénicas y en nuestro país es una tendencia que se mantiene y refuerza a pesar de la crisis. «Se ha agudizado la creatividad, y eso el público lo nota y lo apoya llenando las salas», cuenta Alicia Roldán, gerente del madrileño Teatro de la Abadía, un templo para los amantes de las tablas. La danza, el teatro o los musicales han mantenido el deseo de los espectadores. Los teatros cuelgan el cartel de «no hay localidades y obligan al espectador a programarse con antelación. «El público en este país tiene un olfato maravilloso y es muy selectivo», afirma Alicia. Si se extrae la media de asistencia con los datos del último anuario de la SGAE, el resultado es de 239 personas por función en 2009 y de 240 en 2008. «A pesar de que ha descendido el número de espectáculos exhibidos, la media de asistencia se mantiene. Gozamos de un público fiel», comenta Carmen Pico, del Teatro Jovellanos. Igual sucede con la danza, un valor en alza: si se realiza la misma operación anterior, la asistencia media es de 339 personas por representación.

Los ayuntamientos han recortado presupuestos y quienes más lo han notado han sido las pequeñas compañías de provincias que viven de las giras y se han quedado casi sin bolos. La concentración teatral la sigue encabezando Madrid. Esta ciudad ha llegado a convertirse en una meca turística tanto por las grandes producciones (mayoritariamente musicales) de la Gran Vía como por las representaciones de corte más alternativo. Las cifras lo revelan, el 49% de la recaudación total del país proviene de la Comunidad de Madrid, el 21% de Cataluña y el 30% restante se reparte entre las demás comunidades. «Es cierto que hay mucho menos dinero para programar, pero ahora se medita mucho más. Hubo un momento que tuvimos una sobreproducción, que ni público ni espacios escénicos podían soportar, pero ahora hemos llegado a un punto de optimización máxima de los recursos», afirma Alicia. «Se busca lo esencial, las escenografías corpóreas tienden a desaparecer, se juega más con la iluminación, que es más barato, y se consiguen resultados excelentes. La excelencia no cuesta dinero, cuesta ingenio», comenta Alicia. También hay que tener en cuenta que ir al teatro significa vivir una experiencia completa. «Es una excursión emocional, una ocasión para cenar fuera o salir de copas y charlar luego. El teatro tiene fama de hacer mejores ciudadanos porque, además de divertir, ayuda a pensar ya que te ves en el espejo», afirma el gestor cultural Robert Muro.

La tendencia actual, más arropada por el público entendido y también por los que menos dispendio pueden realizar, es la basada en la cercanía. Así han surgido en este último año nuevas salas alternativas, de investigación, pequeños teatros para representaciones breves, como Microteatro por dinero, teatro a la carta, en casa… «Incluso he visto una representación dentro de un armario», cuenta Alicia entre risas. «La cercanía junto a la inmediatez es lo que mejor funciona en estos tiempos. Grandes teatros están utilizando sus salas pequeñas o ambigús para hacer obras casi de piel a piel, y las historias que se cuentan, aparte de los clásicos, son más actuales, tienen que ver más con los tiempos que corren». Uno de los éxitos nacionales es Angélica Liddell. Al sentarse en la butaca, se ha de estar preparado par recibir grandes dosis de verdad a las que Angélica se entrega en cuerpo y alma. En la última de sus obras, presentada en el Festival de Otoño, Maldito sea el hombre que confía en el hombre: un projet d’alphabétisation, fue mucha la gente que se quedó sin entrada: se agotaron muy pronto, ya que solo se representó durante cuatro días.

«Estamos también en la época de la fusión: arte y ocio, cultura y diversión. Los grandes musicales y los actores de televisión que quieren hacer teatro muestran que es en las tablas donde uno se consagra», confirma Robert Muro. Alicia Roldán concreta: «Si el actor es bueno, como nos ha pasado con Carmen Machi, las localidades se agotan en cuanto salen a la venta». Lo mismo ha sucedido con éxitos como Purgatorio, de Viggo Mortensen y Carme Elías, o La avería, dirigida por Blanca Portillo y protagonizada por Asier Etxeandía y Emma Suárez. Tras llenar teatros de toda España, ha vuelto a ser estrenada en Madrid y continuará su gira a partir del 13 de enero en Alicante, Las Palmas, Cáceres y cinco ciudades españolas más.

PRODUCTOR NACIONAL

‘La avería’ Bajo la dirección de Blanca Portillo, continúa su exitosa gira. www.avance-pt.com

‘Los sueños de mi prima Aurelia’ Producida por el Teatro de La Abadía y la Residencia de Estudiantes. Se estrenará el 19 de enero. www.teatroabadia.com

‘Purgatorio’ Hizo realidad el deseo de ver a Viggo Mortensen en directo. www.teatroespanol.es

‘Maldito sea el hombre que confía en el hombre’ Liddell conmueve a los espectadores más inconformistas. www.angelicaliddel.com

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