El inesperado y sorprendente rol de las “influencers” ante la crisis del Coronavirus
Chiara Ferragni se ha convertido en una especie de portavoz de la lucha contra el Covid-19. ¿Resulta su profesión más valiosa que nunca? ¿O más frívola?
Nadie podía imaginar que la influencer por antonomasia, Chiara Ferragni, se convertiría en baluarte de solidaridad, agitadora de conciencias y altavoz de científicos. Pero el el Coronavirus ha llegado no sólo para desmontar nuestras vidas, sino quizá también nuestra identidad. Como ella misma escribía en un reciente post de Instagram a sus casi 19 millones de seguidores, “la vida después del Covid será una nueva vida para todos, y tengo unas ganas inmensas de experimentar todo con ojos diferentes”.
Cuando la bloguera y empresaria tuvo a su hijo Leo hace dos años, comenzó a presumir de tipazo sin pudor dos semanas después. ¿Su objetivo? Probablemente reconocimiento, que es lo que la ha hecho millonaria. ¿El resultado? En cuanto a cifras de seguidores y contratos publicitarios, lo desconocemos. En lo humano: sembrar el desánimo entre los millones de madres de a pie que ven sus fotos mientras dan el pecho. Con su pijama, sus kilos de más, sus ojeras y su ausencia de tiempo y medios para remediarlo. Porque –con excepciones- este ha sido el rol que el grueso de influencers de moda se ha dedicado a alimentar desde que las conocemos. Inspirar, propulsar ventas y, como daño colateral, cuartear alguna que otra autoestima. Pero en sintonía con nuestras nuevas vidas, el feed de Instagram de la italiana ha dado un giro de 180 grados en las últimas dos semanas. Viviendo en el zona cero occidental de la pandemia y aislada junto a su marido e hijo en su piso de Milán, ahora se dedica íntegramente a concienciar sobre la situación y a recaudar fondos. No sin píldoras de humor sobre cómo sobrellevan la cuarentena y cómo animan a los vecinos por la ventana con un equipo de música envidiable. El joven matrimonio ha donado 100.00 euros y ha logrado recaudar otros 4 millones para una nueva unidad de cuidados intensivos en el hospital milanés de San Raffaele. Una bofetada para los millones de haters que cuestionan constantemente el papel de estas princesas 2.0.
Versión española
Si buscamos un equivalente patrio de estatus en moda, esa sería la gallega Gala González. No tanto en número de seguidores como en relevancia internacional y antigüedad. Al terminar la última Semana de la Moda de Milán, cayó enferma y se dirigió al hospital con el temor de tener Covid-19 y pánico de haberlo contagiado. Fue puesta en cuarentena durante 24 horas, hasta que finalmente las pruebas revelaron que el virus con el que estaba infectada era el de la Gripe A. La virulencia de los síntomas la obligaran a ausentarse de varios desfiles de París y de las redes, hasta que el 3 de marzo decidió contar lo ocurrido en Instagram. Poco después, viajaba desde España hasta Nueva York, para poner rumbo a Hawái el 16 de marzo. Ante el aluvión de recriminaciones por sus fotos del paraíso mientras España entera permanece recluida, la geolocalización de las mismas desapareció en unas horas. A Pelayo Díaz, le coincidió un viaje a Buenos Aires con el día que anunciaban el cierre de los colegios en Madrid. Pertrechados de mascarillas, él y su pareja, Andy McDougall, se subieron al avión y pasaron unos días en un hotel de lujo en Uruguay. Antes la rápida escalada de la pandemia y por responsabilidad social, decidieron no asistir al evento para el cual habían viajado: la boda de unos amigos.
De vuelta en Madrid y sumados al confinamiento colectivo con unos días ganados de libertad, la pareja publicó una foto con las mascarillas del viaje y -como casi siempre que el asturiano se propone destacar- se desató la tormenta. No tardaron en llover los comentarios que lo acusaban de frivolizar con un bien tan escaso y valioso estos días. Otros pesos pesados de la influencia a nivel nacional como Aida Domenech (Dulceida) y Alexandra Pereira publicaron con relativa prontitud sendos posts pidiendo a sus seguidores que se queden en casa.
El Ministerio de Sanidad se había puesto en contacto con ellas en una acertadísima estrategia de comunicación, y ellas cumplieron. Miranda Makaroff, por su parte, compartió en Stories una teoría de la conspiración según la cual el Covid-19 es un virus de laboratorio creado por oscuros intereses farmacéuticos, económicos y políticos. ¿Qué nos espera en Instagram a partir de ahora? Se prevé una avalancha de fotos de archivo, instantáneas caseras con retoques de Facetune y Stories domésticos con todo tipo de filtros. Al fin y al cabo, la estrellas de Internet también se ven afectadas por la distópica realidad que nos ha caído de golpe. Tendrán que componérselas sin sus fotógrafos y ayudantes durante unas semanas. Ya lo ha avisado una de las caras más respetadas internacionalmente, María Bernard, a sus más de 300.00 seguidores: “¿Estás preparados para selfies de espejo y fotos en mi jardín?”.
La influencia fuera de las zonas más críticas
En cuanto al feed de las prescriptoras de moda que viven fuera de los puntos más afectados por el virus, por lo general parece que la vida continúa como si nada. Tal es el caso de la danesa de moda ubicua en las fotos de streetstyle, Emili Sindlev, y de la adalid británica del casual minimalista Lizzy Hadfield. La también inglesa Susie Lau, una de los firmas digitales más sesudas desde que existen los blogs de moda, aporta una refrescante perspectiva alejada de lugares comunes. “Me ha perturbado mucho la caza de brujas en redes sociales, al grito de ‘Quédate en casa’ como si fuera igual de fácil para todo el mundo. […] Esta foto es contenido creado en el confort de mi propio casa. Lo que por desgracia no aplica a millones de trabajadores en condiciones precarias. […] Las divisiones, los miedos y las sospechas que esta crisis ha provocado no necesitan ser acentuadas por gente ávida de volverse contra los demás”. En el otro lado del charco, Leandra Medine, de Man Repeller, se pronunció al respecto el pasado 12 de marzo, justificado su inactividad digital en días. “Me fui de vacaciones con mi familia sin haber anticipado el grado en el que la situación iba a escalar. Y con tanta gente desesperada, me parecía inapropiado publicar algo desde fuera de casa”.
https://www.instagram.com/leandramcohen/
El dúo de Diet Prada, por su parte, ha reaccionado algo tarde y con la crítica incisiva que les caracteriza. La más airada, contra la influencer americana Arielle Charnas, que transmitió en Instagram Stories cómo se hacía el test del Covid- 19 pese a lo difícil que es conseguirlo en EE.UU. Han tenido que editar la publicación al conocer que el test de Charnas había dado positivo. Diet Prada da explicaciones pero no cambia de postura: “A menos que estés en situación grave, se aconseja que te quedes en cuarentena. {…} ¿Para qué mostrar un procedimiento médico no disponible para la mayoría de gente?” Si a Pelayo Díaz le han llovido las críticas por fotografiarse con una mascarilla que no necesitaba, cabe preguntarse por qué a Susie Lau y Chiara Ferragni no. Puede que la razón no fuera la mascarilla en sí. Y quizá esta crisis que lo está cuestionando todo sirva para que las celebridades de Internet hagan lo propio. Su impensable historia de éxito comenzó en torno al año 2008 precisamente porque resultaban cercanas y reales. Fotografiándose con la ropa que de verdad vestían, se antojaban más creíbles que los editoriales de moda de las revistas. Con su atractivo de vecina guapa, conectaban más con el público que las “top models” supra terrenales. ¿Es quizá momento de volver a los orígenes y empatizar más? La cuarentena doméstica nos pone a todas y todos en el mismo sitio. Y a las 8, nos vemos en los balcones.
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