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El amor de Felipe VI y Letizia, una cuestión de Estado

En estos 16 días, uno de los objetivos prioritarios ha sido recalcar la unión de la pareja para que no cupiera duda de que su compromiso es más fuerte que nunca.

letizia
Cordon Press

De la mano, mirándose ensimismados a los ojos o rozándose levemente al caminar en perfecta sincronía. La nueva pareja real ha intensificado los gestos de cariño desde que el rey Juan Carlos I anunció la abdicación el 2 de junio. En estos 16 días, uno de los objetivos prioritarios ha sido recalcar la unión de la pareja para que no cupiera duda de que su compromiso es más fuerte que nunca. Y es que el amor entre Felipe y Letizia es una cuestión de Estado. Tal y como ha quedado patente durante la proclamación, en la que los gestos de complicidad han sido una parte más de la ceremonia. Porque la austeridad con que se ha querido revestir el solemne acto, no incluía las muestras de afecto entre los nuevos Reyes de España.

Ya sean sinceras o dictadas por las circunstancias, forman parte de la imagen que se quiere proyectar. Un matrimonio al que las cámaras no le cohiben. Lo cual ya dice bastante. Hay que ponerse en su lugar y pensar si uno sería capaz de quedarse boquiabierto ante cualquier comentario de su pareja sabiendo que el momento quedará inmortalizado. A Letizia, sin embargo, es habitual pillarla con la boca entreabierta escuchando atentísima las palabras de su marido mientras sus cabezas se aproximan con intimidad. A Felipe VI, la sonrisa irónica le define mejor, lo que le confiere más naturalidad. 

El Rey Felipe VI besa a Letizia tras su discurso.

Cordon Press

Con una parte de la opinión pública demandando un referéndum y dada la crisis de las instituciones, la estabilidad matrimonial del monarca parece necesaria. Aunque Francisco Rubio Llorente, ex presidente del Consejo de Estado y uno de los hombres claves del proceso constitucional,  asegura que si los Reyes “se divorciaran, ella perdería el título y sus hijas seguirían siendo herederas y no habría ningún problema”, lo cierto, es que serviría para poner aun más en cuestión el papel de la monarquía en el siglo XXI. Algo que en Zarzuela no están dispuestos ni a plantearse aunque a principios de año reconocieran que era “una relación con altibajos” justificando el desgaste tras diez años de casados.

Que la influencia de la nueva Reina en el Rey ha ido disminuyendo en los dos últimos años, es otro de los hechos que constatan fuentes próximas a la Casa Real. La opinión de Letizia contaba más que la de la mayoría de asesores en las decisiones de Felipe pero cada vez se hace patente que ha perdido peso.

Centrándose solo en las imágenes, la interpretación es que han superado el momento valle y que convertirse en Reyes ha propiciado que la magia de la primera etapa bulla otra vez. Quizá suena cursi pero hay relaciones de amor romántico, tal y como las catalogan los terapeutas de pareja, en las que la exhibición pública de cariño se convierte en una prueba esencial para reafirmarse.

Es también una tendencia entre los herederos de las monarquías europeas, algunos ya convertidos en reyes, y todos ellos con cónyuges elegidos por amor y que formaban parte del pueblo, permitir que una rendija de su vida privada quede al descubierto. Fomentando así la idea de que son gente corriente, como los demás, que se hacen carantoñas con la espontaneidad de cualquier enamorado. Como si no estuviera escrito en el guión.

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