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¿Cuánto estás dispuesto a pagar por una camiseta blanca?

La colecciones más esperadas la incluyen entre sus propuestas. Todas superan los cincuenta euros y se agotan rápidamente. La prenda que trasciende las modas está más de moda que nunca.

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Es el básico entre los básicos, la imagen del minimalismo, la moda en su mínima expresión y ahora, también, la nueva pieza de culto en los armarios más sibaritas. Nunca se tienen demasiadas, Y, según muchos diseñadores, nunca se paga lo suficiente por ellas.

La colección que ha realizado Isabel Marant para H&M es, en líneas generales, una reedición de los modelos más deseados de la diseñadora francesa. Hay vestidos camiseros, botines de antes, estampados étnicos…y camisetas blancas. De manga corta, cuello redondo, algodón. Completamente blancas. Y de edición limitada.

Lo cierto es que Marant no ha faltado a su promesa de trasladar lo mejor de su estilo a las tiendas suecas. Sus colecciones suelen convertirse en tendencia instantáneamente, pero siempre apelan a la funcionalidad y a la sencillez. Es raro que no incluyan al menos un modelo de camiseta blanca. Las de su propia firma pueden adquirirse por algo más de cien euros en las tiendas de lujo. Las que va a comercializar con H&M se venderán por un precio mucho menos. Y probablemente se agoten.

Al fin y al cabo, para muchos, la camiseta blanca de firma es el objeto de lujo por excelencia. No hay logos, no hay tendencias pasajeras, no hay motivos superfluos. Importa la calidad, el corte, la textura y, sobre todo, la marca. Gastar más de lo habitual en una prenda de este tipo supone un gesto de identificación absoluta con el diseñador del que procede. No importan los modelos concretos o los diseños “elaborados”, sólo la etiqueta escondida dentro de un trozo de algodón que, presumiblemente, se usará hasta la saciedad.

Ese fue el leit motiv de marcas conceptuales como Maison Martin Margiela, que siempre ha comercializado camisetas blancas sin etiqueta (a veces, sólo tres pequeñas puntadas en la espalda a modo de identificación) con precios que superan las tres cifras. Y es posible que el mismo alegato fuera el que motivó a Kanye West a crear dicha prenda en su colección cápsula para A.P.C. el pasado verano. La suya se llamaba ‘hip-hop’, era ancha, tenía el nombre Kanye serigrafiado en un blanco casi imperceptible en el interior del cuello, costaba 120 dólares y agotó sus existencias en pocos días (llegó a venderse en Ebay por el doble de su precio). Varias publicaciones se preguntaron si aquello era una estafa, una genialidad o el último gesto grandilocuente del rapero americano. De lo que no cabe duda es que el “guiño conceptual” de Kanye fue captado por muchos compradores y ahora es ya una prenda de coleccionista.

Cuando Gwyneth Paltrow decidió seleccionar a un puñado de diseñadores y crear una línea de ropa exclusiva para Goop (esa página web que hace las veces de manifiesto vital) lo primero que lanzó al mercado fueron camisetas blancas firmadas por la marca Kein Label. Cuestan noventa dólares, están fabricadas con materiales ecológicos e “Inspiradas en la confección artesanal de los esmoquin”, como puede leerse en su descripción. Rivalizan en ventas (y en precio) con otras prendas exclusivas de la colección diseñadas por Matthew Williamson, Stella McCartney o Alice & Olivia.

Camiseta blanca a la venta en Goop.

Si tenemos en cuenta que las camisetas lisas a precios altos han convertido a marcas como T by Alexander Wang en superventas, la apuesta de Gwyneth no resulta tan excéntrica. Para muchas firmas americanas, este básico entre los básicos es la joya de la corona: si Wang se limita a cambiar el color, la forma del escote y la silueta, otros, como Rag & Bone, prefieren imitar el corte de la icónica camiseta blanca de Marlon Brando en “Rebelde”. Ambas superan los cincuenta dólares.

El caso de The Row, la marca de las hermanas Olsen, es más controvertido. Ancha y de escote pronunciado, es una de las prenda estrella de su colección. A fin de cuentas, simboliza a la perfección esa filosofía de estilo que las hizo famosas: viste ropa lujosa que parezca sacada de una tienda del ejército de salvación. Los que comulgan con esa estética (los hay), pagan más de 200 dólares por ellas.

La búsqueda de la camiseta blanca perfecta es como la búsqueda de los vaqueros perfectos. Tienen que ajustarse al cuerpo sin ser incómodas, sobrevivir al uso continuado y poder combinarse a la perfección con cualquier prenda. Para los amantes del minimalismo, los obsesionados con el fondo de armario y los fanáticos de ciertas marcas, pagar por ellas es más una inversión que un capricho. Existen nombres de culto en el sector, como el de James Perse (80 libras), manifestaciones de lujo extremo (en Hermés cuestan 345 dólares) y auténticos éxitos de venta, de J.Crew a American Apparel pasando por Kanye West. Cuestión de prioridades. Y de ojos entrenados. A ver quién es capaz de distinguir unas de otras sin mirar la etiqueta.

La propuesta de The Row.

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