Por qué es importante escuchar el crudo relato de las víctimas de Larry Nassar
«Soy un adulto y estoy escuchando», dijo la juez Aquilina a las abusadas, más de 160 chicas. La magistrada ha querido que el relato de las agredidas se amplificase lo máximo posible.
Ya tenía una reputación en su condado. Por llevar moños cardados y botas de cowboy junto con la toga, porque durante sus 20 años como militar se ganó el apodo de “Barracuda Aquilina” –el mismo que Sarah Palin– y por los discursos con los que acompaña alguna de sus sentencias. Ahora, la juez Rosemarie Aquilina está alcanzando fama mundial por cómo está manejando la audiencia del caso Larry Nassar, el médico de la federación de gimnasia de Estados Unidos acusado de más de un centenar de abusos a menores.
Estaba previsto que hablasen 88 víctimas en el juicio pero Aquilina ha alargado varios días la duración de la vista y está previsto que en total cuenten su experiencia más de 150 chicas que sufrieron tocamientos del médico, algunas desde los seis años de edad, además de sus padres y sus entrenadores. Todo el que ha querido expresarse ha tenido unos minutos en la audiencia. La condena a Nassar, finalmente, ha sido de 40 a 175 años de prisión.
Después de cada testimonio, la magistrada no se limita a dar las gracias a la víctima, sino que dedica a cada una unas palabras de ánimo. “Mattel debería hacer muñecas de vosotras para que las niñas puedan miraros y decir: quiero ser ella”, le dijo, por ejemplo a Bailey Lorencen, a quien llamó “superheroína”. También remarcó que en todo el Ejército no hay nadie tan fuerte como ella, después de que Lorencen, que tiene 22 años y empezó a sufrir a Nassar a los ocho, dedicase estas palabras al médico: “Nunca quise odiar a nadie en mi vida, pero mi odio hacia ti es incontrolable. Trabajaré para perdonarle porque es lo que Dios quiere, pero de momento se lo dejo a Él”.
La jueza ha sorprendido por adoptar un tono más propio de un terapeuta que de un magistrado, algo que está haciendo a plena conciencia. “Deja tu dolor aquí. Sal ahí fuera y haz cosas magníficas”, dice a las chicas. O “no estas rota. Eres fuerte. Eres la voz de mucha gente. No eres una víctima y no dejes que eso te defina”. “Soy un adulto y estoy escuchando. Quiero que sepas que tú me importas. Tú tienes un nombre para mi”, les promete. A otra víctima le recordó: “tú vales la pena. Eres un ser humano valioso, tienes que sentirte como tal”.
Aquilina se ha esforzado tanto en hacer la experiencia tan incómoda como sea posible para Nassar que éste llegó a enviarle una carta de seis páginas quejándose de que le estaba perturbando emocionalmente escuchar los testimonios y tildando al juicio “un circo mediático”. Ella le contestó expeditiva: “Pasar cuatro o cinco días escuchándolos es algo menor, considerando las horas de placer que ha obtenido a su costa y que les ha arruinado la vida”.
“El mundo entero os escucha”, recuerda a menudo la jueza a las víctimas que se deciden a hablar. Y no miente. La audiencia se puede seguir en streaming y algunas de las declaraciones siguen impactando y permiten hacerse a la idea de los métodos de Nassar, que consiguió ejercer su abuso de poder con amparo de la Federación de Gimnasia, que jamás actuó y miró hacia otro lado cuando surgieron las primeras denuncias. Aly Raisman, tres veces medallista de oro en los Juegos Olímpicos, apuntó ahí en su testimonio. Dijo que la élite de ese deporte estaba “podrida por dentro” y que “si un solo adulto hubiese escuchado y hubiese tenido el coraje de actuar, esta tragedia se hubiese podido evitar”. Dirigiéndose a su verdugo, añadió: “Larry, ahora te das cuenta de que nosotras, este grupo de mujeres del que abusaste durante tanto tiempo, tenemos la fuerza y tú no eres nada”. Sobre su carta de queja: “Eres patético si crees que alguien siente empatía por ti. Si esto es duro para ti, ¿cómo crees que fue para nosotras?”.
Las compañeras de Raisman en el equipo olímpico que también se han declarado víctimas de Nassar, Simone Biles, McKayla Maroney y Gabby Douglas, no han pasado por el juzgado de Lansing, Michigan, pero en su lugar se ha escuchado a decenas de chicas anónimas que han descrito cómo el médico las penetró con los dedos, en alguna ocasión con sus padres presentes en la misma habitación, asegurando que con ese tratamiento se evitaba una cirugía. Víctimas como Whitney Mergens, que tenía 11 años cuando empezó a visitar a Nassar, y aseguró a sus padres que les perdonaba por no haberla protegido. O como Martha Stern, que ahora es médico, y contó como para ella Nassar era todo un héroe, a pesar de que las sesiones con él la dejaban dolorida por su dureza, y que todavía tiene problemas para las relaciones íntimas.
“Durante los tratamientos, él mantenía una mano en la parte baja de mi espalda, masajeando, y otra entre mis piernas, con sus dedos dentro de mi. Yo lloraba porque me dolía pero él decía que tenía que llegar muy dentro”, relató Clasina Syrovy, que, como muchas otras chicas, al principio defendió a Nassar y se negaba a sí misma la condición de víctima.
Muchas de ellas han declarado después a la prensa que el proceso las ha fortalecido y les está resultando terapéutico y varias de ellas han firmado una carta abierta en la que le dan las gracias por darles ese espacio. “A las mujeres a menudo se les hace sentir que nadie les escucha o les toma en serio. Usted ha hecho lo contrario no sólo al escucharlas sino al creerlas. Esto envía un mensaje importante a las víctimas de crímenes similares, que su voz importa”, dicen.
Cuando acabe el juicio lo más probable es que Rosemarie Aquilina vuelva a su relativo anonimato en los juzgados de Michigan. Cuando acaba la jornada, se dedica a sus gemelos de tres años. La juez también tiene varios hijos adultos que la han hecho abuela.
This GIF of Judge Aquilina throwing away the letter Larry Nassar wrote the court about how hard it is for him to listen to victim testimonies PRETTY MUCH SAYS IT ALL. pic.twitter.com/5HB9WMaPqU
— Ellie Hall (@ellievhall) January 24, 2018
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