Sí, España tuvo su propia cooperativa de alta costura (y hasta Balenciaga formó parte)
Una exposición reivindica la existencia de este organismo fundado por el diseñador Pedro Rodríguez en 1940 y recupera diseños originales de la época dorada de la alta moda nacional.
El principal requisito para que una firma pueda presumir de tener línea de alta costura es que la cámara sindical francesa le dé el visto bueno. A pesar de que esta división lleva años agonizando por sus elevados precios (100 veces más que un diseño prêt-à-porter) y la falta de tiempo de los clientes (conseguir un vestido de noche puede suponer una espera de unos dos meses e infinitas pruebas), sigue siendo imprescindible para la imagen de las grandes enseñas. A día de hoy, ninguna marca española cuenta con el beneplácito de la exigente cámara parisina que, si bien ha relajado sus normas, sigue siendo implacable. Hubo un tiempo, sin embargo, en el que España tuvo su propia cooperativa de alta costura y logró exportar al mundo el savoir faire de sus incomparables modistos. Una historia desconocida para el gran público que recupera la muestra La Cooperativa de la Alta Costura Española, organizada por ISEM Fashion Business School de la Universidad de Navarra.
«Esta cooperativa nace en 1940, fundada por el diseñador Pedro Rodríguez y varias empresas textiles», cuenta a S Moda Lydía García, comisaria de la exposición junto a Amalia Descalzo y propietaria de la colección López-Trabado. «Se inspiró en la Chambre Syndicale Française y empezó de una forma discreta, pero fue adquiriendo una fuerza y consistencia muy profesional: tenían una sede, hacían desfiles cada seis meses y lograron unificar bajo un mismo criterio tanto a los proveedores de material para la confección de alta costura como a los propios diseñadores que, como tal, debían cumplir una serie de criterios de excelencia», explica. De esos creadores sobresaldrían cinco, que pasaron a conocerse como ‘Los 5 Grandes’: Pedro Rodríguez, Santa Eulalia, El Dique Flotante, Asunción Bastida y Manuel Pertegaz. Junto a ellos incluso llegaron a desfilar nombres internacionales como Yves Saint Laurent o las hermanas Fontana. «Hacían intercambios y traían a gente de fuera que, en ese momento ya era importante, pero no tanto como llegaría a serlo después», asegura la experta. Incluso Cristóbal Balenciaga acabó vinculándose con la organización y llegó a figurar como presidente, «lo que no se sabe es qué funciones reales desempeñó o si únicamente prestó su nombre para impulsar la cooperativa», puntualiza García.
Bajo esta asociación, la moda española logró hacerse un hueco en el mercado internacional estableciendo contacto con Estados Unidos, haciendo exposiciones por toda Europa y compitiendo contra Francia, mayor vendedor de alta moda. Aunque la decadencia que experimentó la alta costura a partir de los años 70 (en 1974 el impuesto al lujo remató el bajón que venía atravesando) le obligó a echar el cierre en los 80, la desconocida cooperativa de alta costura española hizo «grandes cosas que han pasado totalmente desapercibidas y que las herencias posteriores no supieron aprovechar», en palabras de García. «A día de hoy la moda nacional no cuenta con ningún organismo comparable, ni siquiera ACME (Asociación de Creadores de Moda de España). Y, por supuesto, es necesario tenerlo, pero uno en el que se implique la industria. Cualquier creador que quiera producir de forma local lo tiene muy difícil y las mujeres que saben bordar tienen 80 años porque se ha equivocado la artesanía –que es la excelencia– con el folclore. Es cierto que en España se están haciendo propuestas muy interesantes, pero falta el público y el cliente».
En la exposición, que aún tiene pendiente confirmar las fechas en las que estará abierta al público, podrán verse siete vestidos de la colección López-Trabado: uno firmado por cada uno de los cinco grandes, otro de Elio Berhanyer, y un Balenciaga. La pieza más cara es la del maestro vasco que «se cotiza al mismo precio que un cuadro o una obra de arte», según Lydia García. Ese es su diseño favorito junto al Pedro Rodríguez, un diseñador conocido, sobre todo, por sus bordados, y una figura a reivindicar. Una curiosidad final: parte del vestuario de Debi Mazar, que interpreta a Ava Gardner en la serie de Movistar + Arde Madrid, pertenece a los armarios de la madre y las tías de García, principales responsables de incentivar su amor por la moda y convertirla en una de las grandes coleccionistas de alta costura nacional. «Empecé la colección recopilando prendas suyas hace 20 años, pero he ido incorporando materiales comprados en subastas, anticuarios y particulares. Cuando dices en España que eres coleccionista de moda se tacha de rareza o de frivolidad y esto tiene que acabar». La muestra La Cooperativa de la Alta Costura Española es una excusa perfecta para tal reivindicación.
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