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Como para reírse del bolso masculino

¿Ridículo? Con cifras de ventas millonarias, este accesorio masculino se ha convertido en la última sorpresa de la caprichosa industria del lujo.

Bolso masculino

A menudo, la pasarela muestra una fantasía que poco tiene que ver con la realidad. Pero los últimos desfiles de hombre –quitando las locuras estilísticas de Moschino o Rick Owens, que cruzó todos los límites proponiendo vestidos que dejaban el pene al aire– dieron en el clavo en una cosa: el bolso masculino. Omnipresente en los shows, se ha convertido en una pieza habitual también a pie de calle: solo en 2014 se vendieron cerca de seis millones, según Euromonitor. Y hablamos solo de bolsos de lujo, un sector que se ha duplicado en la última década y cuyas ventas actualmente rozan los 5.500 millones de euros. A este ritmo, calcula la consultora, superará los 7.000 millones en 2019.

El fenómeno corresponde a un creciente interés en la moda por parte del hombre. «Las ventas de menswear han subido un 70% desde 1998. Entonces suponían el 38% de la industria textil; en 2013 ya abarcaban el 42%, y se espera que sigan creciendo», comentan desde Euromonitor.

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Los estudios de la agencia muestran que el crecimiento de la moda masculina ha superado al de la femenina en los principales mercados. Incluido el español. «Los hombres cada vez responden más a las tendencias. Están dispuestos a probar cosas que antes habrían descartado y, sobre todo, a invertir más dinero en su armario», cuenta a esta revista Vernon Montero, creador de la firma Oximoron Madrid y colaborador de la tienda Le marche aux Puces, en Madrid.

VALOR AL ALZA. Los seis millones de bolsos de caballero vendidos en 2014 pueden parecer un chiste comparados con los 25,6 millones despachados en el departamento de mujer. Pero en el mercado del lujo el secreto del éxito es la calidad, no la cantidad. A día de hoy, el flanco masculino representa casi la cuarta parte del negocio, según el último informe publicado por la consultora NPD. Y es debido a que –con precios que oscilan entre los 325 euros de un clutch básico de Balenciaga y los 7.000 euros de un shopping bag de piel de tiburón de Valextra– estas piezas no salen baratas. A un lado dejamos excentricidades, como el Birkin XXL de cocodrilo morado que Pharrell Williams encargó a Hermès, por valor de 61.000 euros.

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Queda claro: el hombre moderno está dispuesto a desembolsar la suma necesaria para hacerse con una porción de moda. De hecho, a pesar de que el mercado global de alta gama creció tan solo un 3% el año pasado –fue la cuota más baja del último lustro, disparando las alarmas–, este año los expertos auguran una remontada impulsada por la venta de accesorios. Concretamente los de hombre, un departamento en el que el bolso es la estrella. «De un tiempo aquí, la industria se ha masculinizado. Hace unos años no verías ni loco a un hombre caminando por la calle con un tote de Mulberry colgado del hombro, pero hoy es una imagen habitual», explica Fflur Roberts, gerente de bienes de lujo de Euromonitor. «El bolso se ha convertido en un elemento más del vestidor de caballero», coincide Jean Cassegrain, CEO de Longchamp, que ha vivido en sus propias cuentas los beneficios de ampliar su línea de complementos masculinos: la firma cerró el año con un crecimiento del 8% e ingresos de 495 millones de euros.

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España también invierte. «Una parte de nuestros clientes vive un creciente e importante interés en este accesorio», coincide Sandra Domínguez, directora de la tienda de moda y sastrería Santa Eulalia, en Barcelona. Las marcas que más deseo y ventas generan: «Balenciaga, Valentino, Christian Louboutin, Tom Ford y Bottega Veneta», enumera.

Importante la puntualización que hace Domínguez, que habla de «una parte» de su clientela. «Es un complemento que se vende, sí, pero a un público muy concreto, al que le interesa la moda», señala Alfredo Esteve, propietario de la tienda valenciana que lleva su nombre. «El ejecutivo de traje azul sigue echándose atrás», afirma. Pero las connotaciones femeninas de este accesorio empiezan a difuminarse. Gracias, en parte, a la mochila. «Es la que mejor se vende, porque para los hombres prima la funcionalidad, pero tal vez se convierta en el gancho para que se adentren en el mundo del bolso».

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