Cholas: de las calles a la cultura pop

En apenas 4 días desde su estreno, más de 25 millones de personas (a cierre de esta edición) han visto a Taylor Swift en Shake It Off con una bómber mini de leopardo, argollas XL, grandes cadenas doradas y eyeliner negro. Una parodia de la estética chola que antes han emulado en MTV artistas como Nicki Minaj, Rihanna, Gwen Stefani o Selena Gómez, que tras una etapa en la que intentó encajar en el patrón de niña Disney, ahora celebra su identidad vestida con el uniforme de esta comunidad latina.

«Las revistas de moda deben prestar atención a las tribus urbanas. Muchas subculturas crean su propio lenguaje sin ayuda de la pasarela. Hoy la calle cuenta más que nunca», reflexiona Nick Haymes, autor de unas fotos de Style.com que reflejan la estética de estas bandas.

Fotograma de Mi vida loca (1994), de Allison Anders. El filme, en el que aparece Salma Hayek, retrata la historia de una pandilla de cholas en Echo Park, Los Ángeles.

Cordon Press

Radiografía americana. «Puedo diseñar un vestido de tul, pero ¿qué dice eso de mí?», dijo Kate Mulleavy tras el desfile de Rodarte en febrero (su colección estaba repleta de referencias a esta estética callejera). El estudio de la marca está en el centro de Los Ángeles, cerca del East LA y Ramona Gardens, vecindario famoso por las pandillas, la pobreza y el crimen. Allí, rodeado de marginalidad, nació (y cobró fuerza) este movimiento social. Hoy el término (y la estética que se asocia a esta subcultura) tiene significados distintos. «Conozco a mucha gente de la industria del streetwear cholo que tiene, por ejemplo, una larga lista de clientes en Japón», advierte Haymes.

Según Laura y Kate Mulleavy, en la colección p-v 2014 de Rodarte había referencias a Guns N’Roses (cinturones), la estética cowboy (flecos) y el desierto de California (escorpiones bordados).

InDigital

Con 3.792.621 habitantes (según el último censo oficial, de 2010), Los Ángeles es la segunda ciudad más poblada de EE UU. El 48,5% son hispanos o latinos y de estos, el 31,9% son mexicanos. «Si antes rendían tributo a la música ranchera y la Virgen de Guadalupe, hoy sus referentes son Morrissey y la estética rockabilly de los cincuenta», señala el ilustrador Aitor Saraiba, que ya en 2011 retrató a esta comunidad en su proyecto fotográfico Let me kiss you.

Taylor Swift en Shake It Off (2014).

D.R.

«Sí, soy cholo, ¿qué pasa?» se ha convertido en el grito de guerra de la segunda y tercera generación de inmigrantes. Marcas como Viva Bandida reivindican con orgullo la palabra «chola» en sus camisetas. Su influencia se nota también entre los adolescentes no latinos. E incluso en escaparates de almacenes de lujo como Barneys New York. Uno de los últimos (e inesperados) éxitos de ventas de este prefall es el jersey Mamacita de Alexander Lewis (visto en la semana de la moda neoyorquina). «Soy latinoamericano. Antes de establecerme en Londres, viví en Los Ángeles. Allí solía comprar por Slauson Swap Meet. Tenía compañeros de clase y amigos latinos. La estética que analizo en mi colección es la misma que me rodeaba entonces», explica a esta revista Lewis.

Jersey Mamacita de la colección prefall 2014 de Alexander Lewis (995 €).

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En la asimilación radica la clave de este movimiento convertido en fenómeno. «Resulta interesante ver cómo una etnia minoritaria tiene tanta fuerza que no solo es capaz de forjar (e imponer) su propia identidad en Estados Unidos [el país del que beben todas las tendencias de Occidente], sino que su voz llega incluso a las pasarelas, las galerías de arte y las calles de Madrid», dice Saraiba. El ejemplo más cercano: la firma American Apparel y su campaña Legalize LA, a favor de la integración de los inmigrantes. Su imagen (como la inmensa mayoría de sus empleados) son latinos.

Let me kiss you (2011) es un documental fotográfico de Aitor Saraiba sobre fans latinos de Morrissey en Los Ángeles.

Aitor Saraiba