Hablamos con la sueca que convirtió esta firma francesa en un fenómeno global
Cecilia Bönström es la directora creativa de Zadig & Voltaire, una de las marcas pioneras del lujo asequible. Ella, nórdica de nacimiento y parisina de adopción, es la mejor embajadora del codiciado ‘je ne sais quoi’ francés.
Poco maquillaje, melena perfectamente despeinada y jersey ancho. Cecilia Bönström encarna como pocas el ansiado estilo francés, logro más que notable teniendo en cuenta que nació en Suecia. Afincada en París desde los 17 años, cuando se mudó para trabajar como modelo, la directora creativa de Zadig & Voltaire asegura que todo lo que sabe sobre moda lo aprendió en la capital francesa. “Sentarme en una cafetería y mirar cómo esas chicas se ponen una gabardina sobre un vestido de forma sofisticada y sin esfuerzo me ha enseñado mucho”, explica a S Moda en la nueva tienda que la marca acaba de abrir en el número 54 de la madrileña calle Serrano. Ella es, en sí misma, la viva encarnación de ese estilo despreocupado. Una Caroline de Maigret nórdica capaz de plasmar la quintaesencia de lo chic no solo en lo que viste, también en lo que diseña.
Bönström capitanea la dirección creativa de la firma creada por Thierry Gillier hace más de 20 años con el propósito de vender cashmere y otras prendas de calidad a precios razonables. Pero comparten mucho más que trabajo: tienen en común un hijo de ocho años y formalizaron su larga relación casándose en 2016. «Trabajar con él es como ir al parque de atracciones: loopings y loopings. Cuando crees que has sobrevivido a una bajada, vuelves a subir otra vez», explica mientras grita y finge que se aferra al asiento de una montaña rusa. «La marca debe su nombre a Zadig, un personaje creado por el filósofo Voltaire construido a base de subidas y bajadas. Así es trabajar y vivir con mi marido».
Nieto del cofundador de Lacoste, Gillier se dice inventor del concepto de lujo asequible, pilar fundamental del éxito de la etiqueta, que pasó de vestir a unos pocos entendidos del sector a ser un fenómeno global. “Estamos a medio camino entre el fast fashion y la alta moda. Somos la primera marca francesa de lujo democrático y nuestros diseños son básicos, pero reconocibles por su calidad y atemporalidad. No seguimos las tendencias: creamos estilo”, asegura la diseñadora. Para ella, que presenta sus colecciones en la semana de la moda de París, imitar ese je ne sais quoi pasa por hacerse con tres prendas imprescindibles. «Unas botas de ante con tacón medio, unos vaqueros grises desgastados y un abrigo masculino oversize».
En busca de esos básicos ella misma acudió hace más de una década a una de las tiendas Zadig & Voltaire. Le gustó tanto la marca que no solo empezó a vestirse allí, también ofreció sus servicios para trabajar como ayudante de diseño. No tenía formación en moda, más allá de lo que pudo aprender sobre la industria en sus años como modelo: «En realidad son dos profesiones que no tienen nada que ver, pero me preparó para viajar y conocer gente nueva cada semana», asegura. Su visión comenzó a hacerse tan indispensable que en 2006 fue nombrada directora creativa. Bajo su batuta creativa, Zadig & Voltaire ha logrado reforzar su posicionamiento como símbolo de la moda francesa con un punto rebelde y rock and roll (calaveras incluidas, uno de los estampados recurrentes).
Sin embargo, entre los referentes de la diseñadora hay poco de Francia y poco de rock. Cita de soslayo a Charlotte Gainsbourg y Patti Smith, pero reconoce que las mujeres que más le inspiran son Carolyn Bessette Kennedy y Jane Fonda. Amén de Kate Moss, su gran musa desde siempre. “Diseño pensando en ella”, confiesa. «Me gusta porque es un icono de estilo sin impostarlo. Tiene una actitud muy Zadig», añade. Junto a la top model ha lanzado una colección de bolsos que la propia Bönström no se quita: prácticamente no hay foto en su cuenta de Instagram en la que no aparezca el modelo Kate Wallet Wild, el mismo bolsito minúsculo estampado en pitón que lleva cruzado durante nuestra conversación.
Horas después de la entrevista, la diseñadora haría de embajadora de la fiesta de inauguración de la nueva tienda ataviada con un traje y una de las prendas más reconocibles y reivindicativas de la marca: la camiseta básica en la que puede leerse “Girls can do anything” (“Las chicas pueden hacer cualquier cosa”), el eslogan feminista que también da nombre al perfume de la firma. “Esta frase me pone de buen humor porque es una confirmación positiva de algo que las mujeres ya sabemos. La moda es global y un medio de expresión, por lo que creo que la ropa puede dar un mensaje fuerte, pero sin que sea político”, explica. E insiste: “Para mí la moda debe hacerte feliz. Siempre digo: ‘para qué tomar Prozac si puedes coger tu tarjeta de crédito e irte de compras”.
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