Una experta no se quema
La quemadura que se repite puede desencadenar un cáncer de piel, pero las profesionales del bronceado saben cómo evitarlo. Estos son sus secretos.
Errores de 'amateur'
Estas zonas se pueden quemar inconscientemente. Una verdadera profesional jamás las olvida.
01/ Cabeza alta. En cráneos un poco despoblados o con cabellos peinados con raya, el cuero cabelludo se irrita, se reseca y se puede quemar bajo el sol. «A pesar de la presencia de folículos pilosos, la radiación UV llega a la piel», dice el doctor Ricardo Ruiz. «¿Lo mejor? Un sombrero o un pañuelo, aunque se puede aplicar fotoprotector SPF50+ en espray». Hay que tomárselo en serio ya que, como afirma el doctor Ordás, «esta quemadura da lugar a envejecimiento, manchas, queratosis actínicas y diversos tipos de tumores. El más frecuente es el epitelioma basocelular».
02/ La nuca existe. Para evitar que se queme el cuero cabelludo optamos por hacernos una coleta, pero «eso deja la nuca al descubierto», apunta la doctora Elvira Ródenas. Y se quema, claro. Cuando la posición para broncearse sea tumbada boca arriba, no hay que perder de vista que la arena seca refleja el 17% de los rayos del sol, la hierba el 3% y el cemento el 2%.
03/ Orejas, las grandes olvidadas. Están ahí, a la solana, todo el día. «Hay que insistir con la protección en la zona que hay justo detrás», nos recomienda el doctor Ordás. «Es muy frecuente encontrar tumores de piel en esa zona».
04/ Zonas equis. ¡Alerta, nudistas! Pezones y areolas también se pueden quemar. «Aunque no son demasiado sensibles al sol porque contienen bastante melanina», explica el doctor Ricardo Ruiz. Y merecen la misma barrera que el resto del cuerpo. «Sobre todo, hay que controlar el tiempo de exposición», insiste el doctor Fernando Ordás. En cuanto a los genitales, «tienen que protegerse de la misma forma que el resto del cuerpo», afirman ambos dermatólogos. «He visto muchos cánceres de piel en esa zona», recuerda Ordás. «Lo mejor son los fotoprotectores SPF50 en forma de espuma», concluye el doctor Ruiz.
05/ Material sensible. Contorno de ojos, párpados y labios son las partes del rostro más vulnerables a la quemadura solar. Cuando alguien lee «evitar la zona del contorno de ojos», por ejemplo, no debe entender que, como no puede utilizar ese producto, es mejor no usar nada. Esas zonas deben estar adecuadamente protegidas. «Las gafas de sol son muy importantes», recomienda la doctora Elvira Ródenas, «y también van muy bien los sticks o los compactos coloreados, que además tapan las ojeras». A las mujeres con ojos sensibles, el doctor Ricardo Ruiz les recomienda usar en los párpados y el contorno de ojos «cremas de protección solar específicas para la cara con filtros físicos que, aunque blanquean más la piel, no la irritan». Y, en cuanto a los labios, el inferior es el que recibe más radiación a lo largo de la vida.
Cinco verdades
Aclaremos conceptos: las creencias erróneas y las confusiones pasan
una factura muy cara.
01/ Con un SPF50 la piel sí se broncea. Con un protección muy alta uno también se pone moreno. «Lo hace de forma más lenta, es cierto, pero evitando la quemadura, que es lo importante», explica el doctor Ordás. No existe la protección total. «Un fotoprotector, por elevado que sea, no evita que cierta cantidad de radiación ultravioleta pase a la piel», explica Ruiz. Suficiente para que se ponga en marcha el sistema protector de activación de la melanina, que es lo que conocemos como bronceado.
02/ Un envase de crema solar debería durar un fin de semana. Los expertos recomiendan usar dos cucharadas soperas para todo el cuerpo cada vez que se aplique. En la tabla de equivalencias, suponen unos 30 ml. Si se reaplica cada dos horas, y además se toman dos o tres baños cada día, un bote de 200 ml dura como mucho dos días. La Recomendación Europea de 2006 sobre Filtros Solares 2006/647/EC arroja luz sobre una verdad poco conocida: «Aplicar menos cantidad de fotoprotector de la necesaria reduce la protección de forma desproporcionada. La mitad de crema solo garantiza una tercera parte de protección frente a la quemadura».
03/ En días nublados la piel también se quema. «Un cielo muy cubierto bloquea más rayos que una nubosidad ligera, pero los rayos atraviesan las nubes», avisa la Academia Española de Dermatología y Venereología. Un cielo nublado puede llegar a filtrar hasta el 90% de la radiación solar y, como la sensación de calor es menor, se tiende a permanecer más tiempo expuesto, incluso sin protección.
04/ Hay pieles más susceptibles de quemarse y también influye el sitio y la hora. A una rubia de piel clara le basta un cuarto de hora al sol sin protección para sufrir una quemadura. Sin embargo, la piel mate de una mujer morena aguantará una hora hasta que eso ocurra. Porque quemarse, se quemará. Es cuestión de tomar precauciones: evitar las horas centrales del día (entre las 12 y las 16), cuando el sol está más alto y, por lo tanto, los rayos caen más perpendiculares en una piel incapaz de esquivarlos y conocer la situación en el mapa de la playa en la que estemos. La radiación solar es más intensa en la línea ecuatorial porque el ángulo de incidencia de los rayos en la superficie de la Tierra es más directo.
05/ El bronceado no protege del sol. La manida expresión «estoy morena, ya no me quemo» es una rotunda mentira. El doctor Ordás lo corrobora y sostiene que la verdadera protección empieza por saber dosificar el sol que recibimos cada día. «Esto es casi más importante que el uso de los protectores». Es decir, que si se sobrepasa el tiempo que la piel –esté blanca o bronceada– es capaz de soportar el sol hasta quemarse, se habrá vuelto al punto de partida.
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