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«Me imagino apoyada en la barra de un bar y relacionándome»: fantasear con la vieja normalidad como forma de escapismo

Últimamente hay una constante que se repite cada vez con mayor frecuencia en redes sociales: la nostalgia. Echamos de menos la vida antes del coronavirus y nos dejamos llevar por los recordatorios de Instagram que nos recuerdan que cualquier tiempo pasado fue mejor, una frase manidísima, pero que en 2021 cobra si cabe mayor sentido.

Asistentes al Madcool del 2019, la última edición que se celebró.
Asistentes al Madcool del 2019, la última edición que se celebró.Getty

El paralelismo entre fechas y el tiempo que dejan los fines de semana limitados a nuestros convivientes, nos llevan a contemplar las fotografías de las últimas fiestas. Aquellos planes que antes del coronavirus estaban tan normalizados son hoy los que ocupan nuestras fantasías mentales. Soñamos despiertos con pisar una discoteca más pronto que tarde y desgastar nuestras zapatillas bailando todos aquellos temazos que se han estrenado, pero que aún no hemos podido homenajear de forma colectiva. Nunca pensamos que una canción de reguetón podría llegar a ser tan premonitoria: Ella perrea sola se lanzó el 29 de febrero del 2020, sin apenas dejar espacio temporal para perrearla en compañía.

Aida Mas, la autora del tuit anterior, sigue en el mismo estado mental que cuando escribió esos 280 caracteres hace unas semanas: “Una de las cosas que más acuso últimamente es meterme en un bar, apoyarme en la barra y relacionarme con la gente sin temer por mi vida. Hace meses que no entro en el interior de un local por no volver ‘paniqueando’ a mi casa”, relata y añade que no ve el momento de poder decidir por ella misma si quiere volver a casa a las dos de la madrugada o a las cinco.

Al igual que le sucede a Aida Mas, Cintia Corredera reconoce echar mucho de menos la improvisación tanto de los planes como de la gente que se une sobre la marcha a ellos. “Sueño con volver a improvisar. Con decidir un jueves que ese fin de semana voy a ir a ver a mi familia o con volver a esos findes donde quedabas a una hora en un sitio y el resto del día se iba definiendo en función de lo que nos fuese apeteciendo. Tener tan agendado el ocio a mí me mata”, explica.

A pesar de que echamos de menos planes cotidianos como salir a tomar una cerveza sin preocupaciones, las fantasías con mayúsculas tienen nombre propio y se llaman: viajes, festivales de música, conciertos y discotecas.

“Sólo pienso en volver a bailar con mis amigas. No me importa el qué ni dónde. Me vale un concierto, una verbena, una discoteca o un descampado con un altavoz y un Spotify Premium”, señala Alba Cordero.

En esta línea, los conciertos son otro de esos planes que nos llevan a soñar despiertos. Aunque a día de hoy todavía se puede asistir a ellos en comunidades como Madrid, en otras como Asturias se han suspendido y, antes de la tercera ola, se habían convertido en un repertorio musical que escuchar desde la butaca de un teatro: “No paro de imaginarme cómo será volver a un concierto como los de antes. Cómo será volver a experimentar esa sensación de encontrarle sentido a la vida en mitad de una canción aunque sólo sean cinco minutos. Desde que empezó la pandemia no la he vuelto a tener y aunque sé que suena súper filosófico, para mí los conciertos son una experiencia muy guay que me lleva a estar en comunión junto a un montón de gente”, describe Cintia Corredera.

“Ayer mismo un amigo dijo «¿cómo es posible que aún no hayamos bailado Physical de Dua Lipa en una discoteca?». No creo que nadie se quede con ganas de ir a bailar Physical en cuanto todo esto acabe. Eso nos va a dar igual, pero Dua Lipa sí lleva un año esperando a que todo el mundo pueda bailar Physical, que para eso lo hizo”, apunta Alba Cordero.

“Sueño con jugar con mis sobrinos sin remordimientos”

Al margen de los viajes y el ocio que echamos de menos, la mayor parte de nosotros fantaseamos más con abrazar a nuestros padres que con coger un vuelo de RyanAir. “Además de ver a mi familia con normalidad, me urge muchísimo comer o cenar con mis amigos y no tener que hacer malabares para ver quién puede venir o comprobar si superamos el número permitido”, explica Alba Cordero y añade que fantasea con la idea de volver a socializar sin un toque de queda de por medio o con estar con su familia más de dos veces al año.

“No veo el momento de comerme a besos a mis sobrinos. Llevo casi un año relacionándome con ellos con mascarillas y el más pequeño, que tiene un año, ni siquiera reconoce mi cara sin una FPP2. De las primeras cosas que haré cuando toda esta situación se calme será jugar y jugar con ellos sin remordimientos o miramientos”, apunta Aida Mas.

Teresa Rendueles, psicóloga especializada en terapia sistémica en Medra Psicología, sostiene que proyectar planes y fantasear con momentos que nos ayuden a vislumbrar una luz al final del túnel puede servirnos como recurso terapéutico para sobrellevar la situación actual.

Sin embargo, sugiere “no poner el foco constantemente en las cosas no permitidas ya que nos puede llevar a encadenar procesos de frustración importantes”. “Centrarnos exclusivamente en aquello que no podemos tener puede llevarnos a caer en una neurosis, por lo que lo ideal es intentar optimizar la situación actual por extraño que parezca”, expone.

Para Rendueles la clave está en “dirigir la atención hacia aquellas cosas que sí podemos hacer”. “Por ejemplo, si lo que echamos en falta es salir de copas con amigas, en lugar de fustigarnos porque la pandemia no permite este tipo de planes, podemos tratar de adaptar esta necesidad a las circunstancias actuales, coger un café para llevar y charlar con ellas mientras damos un paseo”, relata.

En sus propias palabras “el sufrimiento y la fatiga actual vienen dados por la incertidumbre que deja la pandemia y que derriba toda posibilidad de control sobre nuestro futuro”. Lo más aconsejable para capear el temporal hasta que la tormenta amaine es “centrarse en estrategias que nos ayuden a establecer cierto control sobre nuestras vidas”, concluye.

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