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Cómo superar el ‘lo sentimos, pero no eres lo que estamos buscando’

Una fotógrafa transforma las cartas de rechazo laboral en un original libro hecho a mano. Hablamos con expertos para aprender a lidiar con estas situaciones.

cover cartas rechazo
Clara Ferrero

“Al recibir la nota de rechazo del AHMM –Alfred Hitchcock’s Mystery Magazine–, clavé un clavo en la pared de encima del Webcor, escribí 'Happy Stamps' en la nota y la enganché en el clavo. Después me senté en la cama y puse I'm ready, de Fats. La verdad es que estaba bastante contento. A la edad en que todavía no hay que afeitarse, el optimismo es una respuesta perfectamente legítima al fracaso. Cuando tuve catorce años (y me afeitaba dos veces por semana, hiciera o no falta), el clavo de mi pared ya no aguantaba el peso de todas las notas de devolución que había ido acumulando. Lo sustituí por uno más largo y seguí escribiendo”. Como cuenta Stephen King en Mientras escribo, este fue el truco que le animó a no tirar la toalla cuando empezaba su andadura como escritor y ni revistas ni editoriales daban un duro por él.

Algo parecido se le ocurrió a la joven fotógrafa Dana Stirling. Bajo el título Dear Artist, We Regret To Tell You, la artista israelí decidió convertir las cartas de rechazo que había recibido a lo largo de los años en un original libro que afronta el tabú de recibir un 'no' por respuesta. La pequeña obra está hecha a mano y, por su forma de abanico, parece más bien una de esas cartas de color que te ayudan a elegir de qué tono quieres poner el salón. Ese fue el símil que inspiró a la artista: “Las cartas de rechazo siempre parecen salir de una plantilla, como las muestras de color. Aunque pretenden ser únicas e intentan no ofenderte, lo cierto es que son copias las unas de las otras y están llenas de generalidades y frases idénticas”, nos cuenta Stirling por correo electrónico.

La fotógrafa confiesa que el proyecto empezó por puro egoísmo –“solo me preocupaba canalizar mi frustración en algo creativo”– pero se ha convertido en una herramienta para ayudar a otras personas a afrontar el rechazo. “Empecé a sentirme muy insegura acerca de mis capacidades por recibir tantas negativas en un periodo de tiempo tan corto. Por eso decidí hacer el libro. Cuando lo terminé mi meta cambió. La gente empezó a compartir conmigo sus experiencias y se sentían felices al hablar del rechazo sin ser juzgados. Ahora mi objetivo es afrontar el 'no' con un poco más de humor”, explica.

La historia de Stirling resulta tan inspiradora porque son muy pocos los valientes que comparten con el mundo sus experiencias negativas. No hay más que ver las fotos de playas paradisiacas y puestas de sol que nos bombardean por estas fechas en Facebook o Instagram. Entre las palmeras y los granizados tropicales no hay espacio para las decepciones, las negativas y las malas noticias. Aunque todos hayamos sido rechazados alguna vez en el ámbito personal o laboral (más con los tiempos que corren), lo cierto es que nos sigue costando compartirlo con nuestro entorno. “Es lógico que las personas quieran tener éxito. Normalmente no comparten su fracaso con otros porque les hace sentir mal o menos talentosos”, considera Stirling.

‘Dear Artist, We Regret To Tell You’, el libro que aglutina las cartas de rechazo de la fotógrafa.

Dana Stirling

¿Cómo afrontar el rechazo laboral?

Ya lo dice el refranero español: pena compartida, media pena. Y así lo corroboran los expertos. “Muchas personas se sienten culpables cuando son rechazadas y les produce vergüenza contarlo. Suelen atribuir el fracaso a su valía personal sin tener en cuenta los verdaderos factores por los que no se ha conseguido el objetivo. Muchas veces se entra en un bucle de victimismo que repercute en la autovaloración. Por eso tratamos de ocultarlos", explica Jose Miguel Gil Coto, psicólogo y experto en coaching personal y empresarial. Sin embargo, puede resultar positivo y terapéutico exteriorizar lo que nos pasa. Así lo certifica Elisa Sánchez Lozano, psicóloga especialista en salud laboral, que considera que "compartir con los demás nuestros sentimientos es clave para aceptar y superar lo que nos ha sucedido. Ponerlo por escrito, en un blog por ejemplo, puede ser una buena forma de sacarlo fuera. Eso sí, no conviene hacer críticas a la empresa o al entrevistador de las que podamos arrepentirnos", aconseja.

Como en tantas otras cosas de la vida, sobreponerse a las calabazas profesionales implica empezar por racionalizar la situación. En lugar de echar por tierra nuestro trabajo y entrar en una espiral infinita de autocrítica destructiva, los expertos recomiendan que nos paremos a pensar si nuestra adaptación curricular es la adecuada, valoremos cualitativa y cuantitativamente a la competencia y reflexionemos sobre cómo hemos actuado durante el proceso de selección. La propia fotógrafa autora del libro lo explica muy bien: “Yo veía el rechazo como un fracaso personal, significaba que mi trabajo era malo. Pero hay que recordar que todos, incluso artistas de renombre, han sido rechazados alguna vez. Tenemos que entender que no es una valoración directa sobre la calidad de nuestro trabajo sino de cómo se adapta a lo que buscan. Hay que tomárselo con humor, no se puede cambiar lo que alguien opina sobre lo que haces, pero sí cómo lo afrontas”, sentencia.

Según explica Sánchez Lozano, los pasos a seguir son tres: reflexionar, aceptar y diseñar un plan de acción para alcanzar el objetivo la próxima vez. Es decir, buscar el lado positivo de la experiencia (sí, lo tiene por imposible que parezca) y aprender de ella. Escuchar un “no” puede ser un reto para superarnos y reinventarnos. “Aprende de lo que no ha funcionado” –aconseja Gil Coto– “puedes empezar por modificar tu currículo y tu forma de presentarte. Arriesga y busca diferenciarte para captar la atención de las empresas. Imprime tu currículo en un folio amarillo si eso lo hará destacar entre cientos de color blanco. ¿Qué puedes perder?", comenta el experto.

Las formas pueden anestesiar el dolor

El modo en que las empresas notifican aquello tan manido de "no eres lo que estamos buscando" también influye en cómo recibimos la noticia. ¿Cuál fue la carta que te hizo pasarlo peor?, le preguntamos a la fotógrafa Dana Stirling. Su respuesta revela una parte del problema: “Ninguna en particular. Empiezan a parecer todas iguales por los clichés que repiten y te vas volviendo indiferente. Mi favorita es una que comienza con 'Queridos todos' (en el original dear all) porque me imagino a quien la escribió pensando que sería mucho mejor enviar un mail masivo que perder un rato en dirigirse a ti por tu nombre”, explica con ironía.

La callada por respuesta o un mail impersonal incrementan la frustración ante el rechazo. El silencio aumenta la incertidumbre y las frases estereotipadas dan la impresión de que les importas un pimiento. Las empresas, por su parte, "deberían dar este tipo de avisos apostando por la comunicación bidireccional en la que el candidato pueda hacer preguntas y aclarar sus dudas", argumenta Sánchez Lozano. Los aspirantes también deben trabajar su marca profesional y escribir un mensaje ad hoc para cada oferta de trabajo a la que aplican. "Da muy mala imagen percibir que se ha reenviado el mismo mail a otras tantas empresas", añade Gil Coto.

Desterrar la idea de que somos menos válidos por haber sido rechazados, aprender de la experiencia y, aunque suene tópico, perseverar sin perder la esperanza son las claves que nos ayudarán a conseguir resultados positivos en el futuro. Dana Stirling recibió tantas cartas de rechazo que hasta le dió para hacer un libro. Y, sin embargo, quedó finalista en el premio de Fotografía Google en 2012.

Recibir un ‘no’ por respuesta puede ser el punto de partida para analizar en qué hemos fallado y mejorar.

Dana Stirling

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Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

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