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Qué son los inyectables y por qué son tan eficaces contra las arrugas

Ya no se trata de rellenar o paralizar arrugas. Combinando productos, la aguja permite redibujar el rostro y anticiparse a los signos de edad.

Los inyectables se han convertido en un arma eficaz contra las arrugas.
Los inyectables se han convertido en un arma eficaz contra las arrugas.Getty

Las cremas antiedad de carácter cosmético, por caras que sean, no pasan más allá de la epidermis. Algunas ni eso, y se quedan sobre el manto hidrolipídico creando una especie de capa protectora (es lo que sucede con las siliconas y otras moléculas gruesas que no llegan a penetrar). Con suerte, si los principios activos están bien vehiculizados, algo calará remotamente a la dermis. En un corte transversal de la piel se aprecia que la epidermis solo supone una pequeñísima parte de la piel. La parte del león se la lleva la capa inferior: la dermis. Y a ella solo se accede pinchando. «Al inyectar el producto (de ahí lo de inyectable) accedemos a la dermis, epicentro de casi todo el metabolismo de la piel. Allí encontramos vascularización y los haces de colágeno, fibras de elastina y el propio ácido hialurónico. Estas tres sustancias son las responsables de mantener la hidratación, turgencia, firmeza y elasticidad de la piel. Todo lo que estimulemos en esta capa intermedia de la piel va a mejorar la calidad de piel mucho más que estimulando solo la capa superficial epidérmica», explica el doctor Moisés Amselem, experto en medicina estética.

Pero no se trata de pinchar y rellenar a lo loco. Cada rostro envejece de una manera perdiendo volúmenes, desarrollando arrugas o perdiendo tersura. Un proceso irreversible condicionado por la genética, nuestra capacidad de gesticular y otros condicionantes externos (sol, tabaco, alimentación…). No hay, por tanto, un modo de aplicación estandarizado para todos los rostros. Más aún: ninguna cara es simétrica. El envejecimiento, tampoco va a serlo. La doctora Mar Mira, médico estético y codirectora de la Clínica Mira+Cueto destaca que ahora, más que nunca, el médico puede usar los inyectables a discreción para ‘redibujar’ las facciones. Incluso, para adelantarse al primer síntoma. Los nuevos inyectables, reabsorbibles, pero cada vez más duraderos, y muy versátiles en cuanto a textura y resultados, lo hacen posible. También exigen un mayor criterio estético y destreza para combinar productos y dosis justo donde sea necesario.

El objetivo: crear un aspecto de buena cara, no poner unos pómulos de niña de primera comunión en una mujer de 60 años ni modificar las facciones. «Los inyectables nos ayudan a ir un paso por delante del propio proceso de envejecimiento. Pero más que el avance de los inyectables, que es bastante, lo que ha evolucionado muchísimo es la manera de aplicarlos gracias al diagnóstico», explica Mira. Se refiere a los softwares de simulación facial, similares a los que usa la policía para buscar a personas desaparecidas hace años, que envejecen virtualmente al paciente para determinar en qué puntos concretos hay que actuar. «Visualizar dónde va a aparecer una arruga o en qué punto se va a degradar el contorno o el volumen facial permite al médico anticiparse a lo que va a pasar y aplicar aquel inyectable (en su dilución más acertada) para mejorar la hidratación y luminosidad, prevenir ciertas arruguitas, tratar ojeras…».

Ya no se va a la clínica para que el médico aplique solo bótox. O solo hialurónico. El buen médico estético puede en una misma sesión combinar bótox para suavizar las arrugas dinámicas en la frente, el entrecejo y las patas de gallo; y alternar distintos hialurónicos para hidratar, suavizar arrugas o reponer el volumen perdido. Porque un ácido hialurónico suave puede mejorar el aspecto de la piel. «Además contamos con los inductores de colágeno para reponer volúmenes. Aportan una mayor duración que el ácido hialurónico y nos permiten tratar la falta de volumen y la flacidez. Según las necesidades del paciente y el efecto deseado, podemos trabajar con hidroxiapatita cálcica (Radiesse), policaprolactona (Ellansé), ácido poliláctico (Sculptra) o betafosfato tricálcico (Atleán)», apunta la doctora Beatriz Estébanez Gastón, médico estético de Clínica Menorca.

El problema de empezar tan pronto a tratar los signos de edad es que, en algunos pacientes, a fuerza de años de pinchar y pinchar, pueden aparecer reacciones inmunológicas y sensibilización al ácido hialurónico. «En la práctica esto significaba que un paciente podría encontrarse pasados los 50 años sin poder volver a pincharse. Esto se ha solucionado con una nueva generación de ácido hialurónico llamada Neauvia, que sustituye el agente reticulante BDDE por el PEG. La estructura del PEG se integra perfectamente en el organismo y, de esta forma, se minimiza una posible respuesta inmunológica», apunta el doctor Javier Anido, uno de los pioneros en usar los inyectables en España.

Tanta oferta en cuanto a texturas, fórmulas químicas y resultados obligan a seleccionar con cautela al médico estético que nos va a pinchar. Y antes de someternos a la aguja, a preguntar sin miedo qué nos van a poner, dónde y para qué. Es importante recordar que, antes de ser pacientes, somos clientes sanos con derecho a ser informados y a elegir el protocolo o el laboratorio que más confianza nos de. Así lo recalca la doctora Ana Roces, directora médica de Merz Aesthetics en España y Portugal: «El paciente puede y debe preguntar con confianza. Y el médico debe responder con sinceridad, incluso, mostrar los etiquetados. Todos los inyectables que se suministran a las clínicas autorizadas en España están aceptados por los organismos de aprobación europeos. Pero no todos han pasado el trámite de la regulación estadounidense (la FDA), muchísimo más rigurosa que la europea».

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