La perfumería del futuro se debate entre el frenesí de la química y lo genuino de la madre tierra

Experimental. Así define Pitti Fragranze (el evento internacional dedicada a la perfumería de autor) la esencia del momento actual en el mundo del aroma fino. La última edición ha estado muy polarizada: han convivido en fragante armonía creaciones conceptuales repletas de moléculas sintéticas evolucionadas, con fórmulas artesanales de ingredientes silvestres de elevada calidad y storytelling possible, fabricadas en pequeños lotes para preservar su complejidad.

De un lado, las flores de laboratorio, así las denominan, representan un enfoque que expande la paleta del perfumista hasta confines creativos insospechados, permitiendo la yuxtaposición de elementos disruptivos para gestar jugos inéditos. Marcas como Aether y sus “pociones etéreas”, rinden homenaje al frenesí de la química. Basada en el concepto del éter como detonante, como esa reacción química que dispara la imaginación y cura los corazones desilusionados y el tropismo realista de la perfumería, según lo definen. Aether pretende obligar a la nariz a que no se aferre a ningún olor conocido, a que se someta a emociones puras, como con Expanded Carbon, una composición abstracta desarrollada con una sola nota: Timbersilk, una molécula que necesita el calor de la piel para desplegar su magia, atrayendo al prójimo como un imán. Un acercamiento olfativo a las feromonas por su matiz almizclado y al mismo tiempo dulzón y limpio.

En el polo opuesto, lo más artesanal y emergente se centra en invocar la grandeza de la madre tierra, apelar a su memoria atávica retomando tradiciones extintas, rendir culto a las raíces que arraigan y explorar lo más auténtico y genuino del planeta: desde la inhóspita arena roja del desierto (Tucson, Astier de Villatte) a la humedad boscosa de selvas vírgenes e inexploradas (No 2 Alguien, Asier Tapia). Emanaciones terrosas, húmedas, con rizomas, musgos, abetos, hierbas medicinales y lo más profundo de terroir, los hongos (Pangea, Extra Virgo), un ingrediente poco explorada hasta ahora en el mundo de la perfumería. Un retorno a lo esencial que no ha dudado incluso en retomar técnicas vetustas, como el attar, un concentrado de perfume a base de aceites puros, para despertar la sensación única de oler lo cotidiano, como la tierra mojada por la lluvia. Mitti Attar (Tsarine, Senyoko Paris) sacude la memoria a la primera inhalación por esa capacidad única de reflejar el aroma a tierra seca que se va humedeciendo en contacto con las primeras gotas del monzón. O Gulaab Attar, el eterno culto indio a la rosa, el elegido por la firma Sasva Parfums para reflejar el olor de lo místico.

El futuro de las fragancias se siente. La vainilla, los almizcles, las especias y los acordes tórridos y protectores desvelan esa propensión de la perfumería artística hacia aromas de apego, cálidos y carnales, que templan las emociones. Al fin y al cabo, como decían los eruditos islámicos: “El perfume es ese combustible para el alma que estimula el motor de los poderes del cuerpo”.

Más allá de la piel

Hay un matiz muy carnal en las nuevas composiciones. Desde fragancias con acordes epidérmicos como Ultra-skin de Altra, un almizcle blanco botánico derivado de las semillas de ambreta; los almizcles que se mecen en el vaivén de su cariz más sucio y más cándido en Unspoken Musk de Francesca Bianchi; a moléculas sintéticas de matices animálicos y ambarinos, como el Ambrocenide Crystal presente en Uncut Gem de Frédéric Malle. Las confituras de canela y cardamomo aportan calidez y ternura a Eyes Closed de Byredo, que se centra en potenciar olfativamente el tacto para reflejar la conexión íntima de una pareja. El retorno de notas animales naturales, como el ámbar gris, apelan a la faceta más sexual y primaria.

Gemas y sahumerios

Tras un largo eclipse, conectar con el mundo celestial, vuelve a estar en el punto de mira de los perfumistas. Destacan desde fórmulas inspiradas en la antigua ciencia de la numerología, el ayurveda o las prácticas chamánicas, a perfumes vibracionales centrados en la litoterapia, con gemas y minerales en su interior, para retomar la función terapéutica que antaño tenían los elixires aromáticos. Abrazar la espiritualidad para crear tu propio destino. Ese es el lema de la nueva fragancia talismánica Good Fortune de Viktor&Rolf, centrada en la amatista como gema mística de la curación espiritual. Un cuarzo de alta vibración del que también se ha servido Valeur Absolue con Harmonie, para infundir de calma y armonía a este jugo relajante centrado en la aromacología. Se percibe cierto retorno de las fragancias concebidas como ritual, las que homenajeaban a los dioses con sahumerios, maderas sagradas como el sándalo (Sacred Wood de Kilian, una ofrenda al puro sándalo indio de Mysore) o palo santo.

La fórmula del hedonismo

Las notas tibias abrazan y ayudan a reconectar con el prójimo. O al menos eso defiende lo que los expertos han bautizado como The Scent Index, el índice de los olores que dice que en épocas de crisis triunfan los aromas cálidos que regalan caricias olfativas. Ahí estaría la explicación a la tendencia de enfoque gourmand que ha arraigado desde la crisis mundial. En este sentido, vainilla, ámbar y oud son la tríada del hedonismo. Legacy of Petra, de Penhaligon’s, añade una pizca de mirra a la vainilla y el ámbar para reforzar esa faceta balsámica. Frustration, de Etat Libre d’Orange, se sirve de la vainilla para alcanzar el goce y Le Gemme Orom, de Bvlgari, la combina con oud, que pierde su matiz indólico para tornarse libidinoso. Lo mismo sucede en Oud Nude de Guerlain, una composición que acaricia la piel por la rotundidad láctea del sándalo.

Conexión terráquea

Hay una dicotomía olfativa en los jugos que rinden pleitesía a la naturaleza, con ingredientes botánicos orgánicos combinados con moléculas sintéticas derivadas de la biotecnología. “Loewe Earth es un claro homenaje a la tierra, desde sus raíces”, asegura Nuria Cruelles, perfumista de la casa de lujo. Y nunca mejor dicho, porque uno de sus ingredientes estrella es la trufa, un elemento poco explorado en perfumería. “Se trata de un componente de síntesis, la trufa es muy efímera y gaseosa, por lo que el olor se desvanece muy rápido”, concluye. La fórmula reducida para preservar recursos de Zero, de Comme des Garçons, sugiere una conexión entre el plano físico y el espiritual mediante el cedro cosechado a mano, el vetiver haitiano de origen equitativo que refuerza la terrosidad y un acorde de barniz sintético que aporta una sensación olfativa de volatilidad.

* Asistente de fotografía: Óscar Calleja. Asistente de estilismo: Mikel Andrés.