Paco León: «Ava Gardner fue una ‘punki’ de la época”

¿Qué pasaba en el edificio Doctor Arce, nº 11, de Madrid, cuando en 1961 coincidieron de vecinos el general Perón y la actriz Ava Gardner? Cuentan que cuando el general ensayaba sus discursos para su regreso a la Casa Rosada, la diva de Hollywood le gritaba desde su balcón: “¡Perón, cabrón, Perón maricón!”. Esta encantadora (y épica) anécdota fue el punto de partida sobre el que Anna R. Costa y yo empezamos a crear Arde Madrid. No recuerdo si alguien nos la contó o si la leímos en alguno de los libros que hemos leído investigando sobre ella, como Beberse la vida. Ava Gardner en España, de Marcos Ordóñez. ¿No es increíble imaginarse a Perón, mosqueado, llamando a la casa de Ava porque sus continuas juergas con personas de todo tipo de pelaje no le dejaban dormir? Y la diva que lo recibe recién levantada –al señor Perón y a su señora, la estirada Isabelita Perón–, y cómo después de invitarlos a probar algo de mojama, que a ella le chiflaba, los mandaba de vuelta para casa…?

La investigación previa

Para llevar a cabo la serie hicimos un divertido proceso de documentación en el que nos entrevistamos con personas que conocieron esa casa y nos contaron muchas cosas… bajo secreto de confesión. Las fuentes son el mejor tesoro de este proyecto. Entre ellas está Lucía Bosé, que fue una de las personas más generosas. Compartió con nosotros recuerdos familiares, íntimos… que no saldrán de ahí. De hecho, le guardamos una aparición muy divertida en el último capítulo. También nos vimos con Paco Miranda, un pianista de locales exclusivos de la época que se hizo muy amigo de Ava y que tiene en su casa un auténtico mausoleo con fotos firmadas a un montón de gente.

Hablamos con personas como Carmen Mateo, la tata de los Flores, que era como de la familia, y fue testigo privilegiado de muchas escenas. Imaginad la de cosas que puede ver una persona en esa posición, que ha cuidado durante tantos años a todos los hijos de una familia como los Flores… Es una mujer muy discreta. Hablamos hasta con una telefonista de la época, de estas chicas que atendían esas llamadas internacionales eternas entre la Gargner y Sinatra. Ella, muy profesional, nos contó que a veces tenía que usar un dispositivo –una especie de timbre o campana- para despertar a uno de los dos que se quedaba dormido mientras hablaba con el otro. Pero mantuvo que nunca escuchó las conversaciones…

El carácter de Ava

Hay tanta leyenda urbana sobre esa dolce vita que Ava vivió en Madrid ante la mirada atónita de la dictadura franquista… Yo la veo como a una punki de la época. Porque era libre y empoderada. Y muy honesta y sincera en su forma de expresar lo que pensaba y sentía. Fuera de la cámara nunca actuaba. Hacía lo que le venía en gana. Y aunque siempre se recuerdan las juergas que se pegaba, hay cosas de las que nunca se habla como su increíble pasión por el arte, y yo creo que este era uno de los motivos principales por los que se sentía tan atraída por España. Porque en esa época Madrid era un hervidero increíble de arte, folclore y vida.

Pero, desde luego, las juergas fueron míticas. Porque estaba su gusto por el alcohol. Ava debía de ser una mujer con una fortaleza física tremenda porque dicen que era capaz de beberse (y comerse) lo inimaginable. Hay muchas historias sobre cómo le gustaba competir bebiendo. Una vez, por ejemplo, apostó que se bebía una botella de bourbon de un trago. Creo que fue con Dominguín. También hay quien dice que en Chicote ganó un concurso de martinis… Y el alcohol le hacía protagonizar escenas surrealistas, claro. Se cuenta, por ejemplo, que una vez se bajó las bragas y orinó en un hotel, creo que fue el Ritz, y que a partir de entonces y durante bastante tiempo prohibieron la entrada en el hotel a todos los actores. Se cuenta también que una vez ella y una amiga se vistieron de dos futbolistas del Real Madrid para ir a una fiesta. Y que alguna vez se presentaron con una alfombra (imagínatela verla salir de un taxi con una alfombra), en la puerta de la antigua sala de fiestas Pasapoga, que estaba en los sótanos de lo que hoy es el H&M de Gran Vía, para extenderla en el suelo, en el centro de la pista. ¿No es fantástico?

Del animal sexual que fue hay mucha leyenda urbana. Yo creo que de alguna manera se puso de moda que todos los hombres dijeran que se habían acostado con ella… incluso cuando no era verdad. Y sí, muchas veces seguro que después de unos tragos quizá se insinuaba a alguno, pero seguro que otras muchas veces la cosa no fue más allá de un manoseo y cuatro besos porque se quedaba dormida. Esto se ve en la serie también.

El casting

Que yo quería dirigir y actuar lo tuve claro desde el principio, y era un hándicap importante. Lo de trabajar con una actriz que no habla español si no hablas inglés complica la cosa. Pero la elección de Debi Mazar ha sido clave en Arde Madrid. Hicimos un casting internacional grandísimo. Vimos a muchísimas actrices. Todas con una cintura mínima y unas medidas de escándalo, pero solo ella era capaz de mantener la sensualidad después del vómito. Ahí ya no importaba que solo hablara inglés. Debi nos habló de su amiga Madonna, por supuesto. Se han corrido muchas juergas juntas en Nueva York. Saben lo que es liarla parda ya maduritas.

Otra actriz fundamental en el proyecto fue Inma Cuesta. Ella y yo queríamos hacer algo juntos desde hacía muchos años. Y Arde Madrid era perfecto. Que estuviera coja fue una decisión importante, porque no era fácil convertir a la mujer más guapa de España en una solterona amargada, y como la polio había hecho mucho daño en este país en aquella época, se nos ocurrió la idea de la cojera, que resultó un acierto.

Y luego hay personajes que creo que han sido un especial acierto. El papel de Lola Flores, por ejemplo, que fue muy amiga de Ava, era muy importante, porque se trata de una gran estrella que nosotros queríamos tratar con muchísimo respeto, y Mariola Fuentes tiene la profesionalidad, el arte, la altivez justa. También nos hizo mucha ilusión tener la suerte de que Eugenia Martínez de Irujo, que es amiga, aceptara encantada la propuesta de interpretar a su madre en uno de los capítulos. Fue un día muy emotivo para todos verla caracterizada de ella. Inolvidable.

El momento estilismo

El vestuario (a cargo de Paola Torres) ha sido de los temas más curiosos y se ha trabajado de un modo increíble. Para el vestuario de Ava hemos utilizado prendas de Balenciaga, Pertegaz … Elena Benarroch nos ha dejado mucha ropa. También la coleccionista y experta en alta costura española de los años cincuenta y sesenta Lidia López Trabado nos consiguió piezas de su propia colección. Hemos usado piezas que incluso están prohibidas hoy, como unas pieles de leopardo que ya solo se pueden ver en los museos. Hay que pensar que Madrid, en aquella época, era la ciudad de la moda. Y que muchos americanos venían a ver qué se hacía en casas como la de Balenciaga, que estaba situada en lo que hoy es el Hotel de las Letras de Gran Vía. Él era uno de los que llamaban algo así como los cinco fantásticos de la moda de entonces junto con Pertegaz, Elio Berhanyer… Entre ellos había también una mujer, Asunción Bastida, que no es tan conocida.

Hablando de estilismo, en la serie había una escena muy importante, la del bautizo de Antonio Flores, al que Ava llevó un collar de diamantes espectacular. Probamos con uno de imitación, claro. Pero los diamantes ni pesaban ni brillaban igual. Obvio. Y ahí Bulgari se ha portado de cine, porque trajeron el que tienen en un museo en Roma. Madre mía, la historia del collar fue tremenda, hasta que llegó al rodaje con su guardia de seguridad y todo. Solo se podía manipular con guantes… No había más que ver la caída de los diamantes sobre el cuello de Debi, cómo lo alargaba, para notar que era totalmente auténtico.

De todas las escenas, me habría gustado estar presente en este bautizo, porque ver a la familia Flores al completo con el Pescaílla, Carmen Sevilla, la duquesa de Alba, la condesa de Romanones… debió ser… ¡bueno! Ojalá hubiera podido estar aunque fuera trabajando de camarero, vaya. Hay que pensar que los empleados que vivieron todo esto tenían una existencia muy diferente a la de cualquier otro españolito obrero de a pie.

Trabajar en pareja

Han sido más de cinco años entre encontrar una plataforma de televisión de pago que confiara en el proyecto, castings, localizaciones, reclutar a los mejores para el equipo técnico y artístico… y finalmente el rodaje, que lo cierto es que durante la grabación de todos los capítulos han caído algunas lagrimillas, porque ha sido muy emotiva, pero sobre todo ha habido alegría.

Lo más difícil de todo el proceso ha sido trabajar en pareja. No sé cómo son otras parejas pero para nosotros ha sido: un infierno. Tanto Anna como yo somos fáciles con todo el mundo excepto con el otro. Hemos estado a punto de todo. Recuerdo días esquizoides de estampar una taza en el techo, al rato reconciliarnos en la cama, a la hora estar buscando piso en Idealista convencidos de separarnos y después morirnos de risa de la situación.

Aun así, estamos contentos con el resultado que, como todo hijo legítimo, tiene mucho de los dos. Si no hubiéramos estado los dos posiblemente hubiera sido más fácil, pero sin duda peor. El resultado, en Movistar +. Nosotros ya estamos más que reconciliados y trabajando en la segunda temporada.