Francisco Costa: «Cuando salí de Calvin Klein, valía 8.000 millones de dólares»
Entrevistamos al exdirector creativo de la división femenina de Calvin Klein, que se reinventa lanzando su propia firma cosmética.
Renovarse o morir. Con otros términos, pero el mismo significado, resume Francisco Costa su decisión de atreverse, tras más de una década en la industria de la moda, con su propia línea de cosmética: Costa Brazil. «Sabía que si volvía al mercado tenía que ser con algo interesante». Su pasado pesa: 13 años como director creativo de las colecciones de mujer de Calvin Klein (de 2003 a 2016), en los que definió la identidad de la firma y se llevó el reconocimiento de público y crítica: el premio a mejor diseñador de mujer para la CFDA (el Consejo de Diseñadores de Moda de América) en 2006 y 2008, y el Premio Nacional de Diseño de Moda Cooper Hewitt en 2009. Michelle Obama, a la que conoció por el último galardón, ha llevado sus prendas. Dejó su impronta con el minimalismo, una corriente que parece seguir con su apuesta personal por la belleza. Al teléfono, cuesta arrancarle las palabras sobre la moda, se le escapa el entusiasmo al explicar su marca y la belleza, y se adivina la pasión cuando se refiere a su país de origen. Desde Nueva York, nos habla sobre esta nueva etapa y su futuro incierto en el sector que le llevó a la primera plana mundial.
¿Por qué decidió lanzar una firma de cosmética?
Fue una decisión orgánica. Ocho meses antes de salir de Calvin Klein ya tenía el proyecto en mente, solo faltaba definirlo, y empecé a investigar tras el fin de esa etapa.
¿Qué cree que le faltaba a la belleza?
Por un lado, una marca que hablase el lenguaje de las nuevas generaciones. Hoy la gente compra de forma muy diferente, le importa mucho la eficacia, pero también el diseño, sentirse identificados con lo que rodea al producto. Por el otro, el cuerpo es una categoría menos explorada que el maquillaje o el cuidado facial, porque es un tabú. Los brasileños, en cambio, nos sentimos muy cómodos con nosotros mismos, exploramos cada rincón de nuestra anatomía, nos preocupamos por conocerlo y hablamos sin tapujos. Quería trasladar esta filosofía a la línea.
¿Cuáles fueron sus inspiraciones?
Para el diseño, resultó fundamental el artista italiano Piero Manzoni. Me encanta su trabajo y su obra me dio la clave para el packaging. Para el producto en sí, miré mis orígenes y realicé tres viajes a Brasil, y específicamente al Amazonas. En el primero descubrí la resina Breu, relajante; después vino la nuez del Cacay, conocida también como el oro del Amazonas por sus propiedades antioxidantes; y por último las semillas del árbol Kaya, muy ricas en minerales. Son el corazón de Costa Brazil.
Según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente brasileño, entre agosto 2017 y julio 2018 el grado de deforestación de la selva amazónica llegó a un punto álgido en diez años, con casi un 14% menos de árboles. ¿Le preocupan estos datos?
Sí, claro. Lo más importante es trabajar con los pueblos indígenas y las comunidades que viven en ellos, que lo conocen desde hace tiempo y lo trabajan respetando los ciclos. Por ejemplo, el grupo al que adquirimos el Cacay descubrió sus beneficios y lo ha identificado como una forma de negocio: para hacerlo duradero, saben que deben explotarlo con conciencia. No se pierden árboles porque saben cuáles usar, darles su tiempo, cómo cuidarlos. Cuanto más se trabaje mano a mano con estas comunidades, mejor para la selva. Además, nos hemos aliado con la organización Conservation International para no dejar una huella negativa con nuestro trabajo.
Sin embargo, la política del nuevo gobierno no parece ir por ahí. Una de sus primeras medidas permite al Ministerio de Agricultura decidir sobre la delimitación de las tierras indígenas a su antojo.
Ahí reside el verdadero problema. No queremos que el gobierno expropie los terrenos a los indígenas y lo corten todo sin conciencia, para explotarlo de otra manera, porque supondría un desastre total.
La ministra de agricultura de Brasil, Tereza Cristina Dias, calificó a Gisele Bündchen de ‘mala brasileña’ cuando alzó su voz frente a esta medida (la modelo destaca por su defensa del ecosistema y participó en el último Pacto Mundial por el Medio Ambiente en 2017). ¿Es usted también un mal brasileño?
No, soy un brasileño increíble, pues me encanta y protejo Brasil. Y Gisele también es maravillosa. No creo que ellos piensen eso, fue una reacción rápida ante un tema muy delicado.
¿Cómo ha influido la moda en la creación de esta compañía?
Son dos mundos inseparables. Calvin Klein es una marca de lifestyle que lo abraza todo: los dos están interconectados. El bienestar trata sobre la felicidad, y ese es el punto de partida de ambos territorios. Las dos buscan que el usuario disfrute de la vida.
Calvin Klein supuso un antes y un después en su carrera, ¿qué siente con la situación que atraviesa ahora la firma?
Ya no estoy ahí, es agua pasada. Solo puedo decir que entonces hice un gran trabajo: desde que entre hasta que salí, el valor de la compañía aumentó hasta los 8 mil millones de dólares.
Siendo un outsider, ¿cómo ve de salud a la moda?
Existe demasiada oferta y no tanta demanda. Se dice que la moda es la segunda industria más contaminante, por lo tanto deberíamos abordarla de otra manera. Debemos prestar más atención a las comunidades, a las mujeres que contribuyen enormemente… Creo que sus protagonistas todavía no están concienciados con los grandes retos que afrontamos y hay que empujar a los actores principales del juego para que se den cuenta.
¿Consideraría fundar su propia firma de moda?
No puedo aventurarme a asegurar nada, pues tengo este proyecto entre manos y queda mucho por hacer. Por supuesto que volveré a la moda, ¡soy diseñador! Pero será desde otra perspectiva. De hecho, el packaging de Costa Brazil puede ser reciclado y reutilizado. La moda necesita la misma retórica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.