Este es el factor solar que debes usar, según tu destino vacacional
No incide el sol igual en Reikiavik que en Sevilla. El lugar, igual que el tipo de piel y la época del año, es un factor fundamental para determinar el nivel de protección más adecuado.
En la obsesión de las firmas por advertir sobre nuestros malos hábitos cosméticos (y de paso convencernos de la importancia de establecer una rutina diaria), el último estudio de Olay sobre el uso de solares por mujeres ha venido a desvelar algo que viene tiempo advirtiéndose: conocemos los efectos nocivos de los rayos UV sobre nuestra piel, pero no nos protegemos adecuadamente.
El informe revela que un 70% de las mujeres consultadas saben cómo el sol acelera el envejecimiento prematuro de la piel, pero solo un 18% usa protector a diario, y hasta un 60% no se aplica ningún producto con factor solar cuando los niveles de radiación UVA son bajos (esto es, en los meses de invierno). La Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) coincide en su análisis y señala que el 18% de la población no se protege adecuadamente. El doctor Agustín Buendía, coordinador de la campaña Euromelanoma de la AEDV, lo explica: «Si lo correcto es aplicarse 2 mg. por centímetro cuadrado, el usuario suele echar menos de 0,5 mg., y por lo tanto un factor 50 al final vale lo mismo que un 15; por eso solemos recomendar apostar por uno mayor, y repetir cada dos horas».
Olay, por su parte, destaca dos razones de las mujeres para obviar las pantallas solares: por un lado, que no les gusta el olor ni la textura de los productos con factor; por otro, que no consideran que vaya a suponer ninguna diferencia y no lo creen estrictamente necesario. Pero lo son. «Los rayos UVB causan el eritema o enrojecimiento de la piel, lo que conocemos como quemadura solar; los UVA son los que nos ponen morenos y pueden generar manchas persistentes; ambos producen fotoenvejecimiento debido a la generación de radicales libres de oxígeno que degradan el colágeno y la elastina que mantienen nuestra piel firme», explica Virginia Sánchez, directora médica de Clínicas Dorsia.
Por eso, y teniendo en cuenta diferentes factores, se debe aplicar el grado de factor adecuado a las condiciones tanto propias como externas. «El uso de uno u otro SPF depende básicamente de nuestro fototipo de piel y el tiempo que vamos a estar al sol, así como de la intensidad de los rayos solares», aclara Sánchez. Las pieles más oscuras necesitan niveles más bajos, las claras requerirán un escudo mayor. «El fototipo 1 se quemaría con mucha facilidad y nunca se pondría moreno, necesitaría la máxima protección posible; el 2 se quema pronto y le cuesta broncearse, también debería quedarse en un rango alto; y así hasta el 6, que podría optar por los moderados», desgrana Buendía.
Y cuanto más tiempo se pasa al sol, más alto el numerito para que dure más. «Los valores SPF indican cuánto tardaría en producirse un eritema con esa protección. Por ejemplo, si tu piel sin protegerse tarda 10 minutos en quemarse, un protector con factor 15 retrasará el efecto a los 150 minutos, y así sucesivamente», aclara Sánchez.
La localización, punto fundamental
A estos dos factores, se suma el de la intensidad del sol. Ésta dependerá tanto de la estación del año como del lugar en el que nos encontremos. «Un SPF 15 puede ser suficiente para un día soleado de invierno en el que solo vayamos de casa al trabajo y recibamos entre 10 y 15 minutos de radiación», dice Sánchez. En días ociosos, como los que muchos ya disfrutan y otros esperan con ansias, la cosa cambia. «Un día soleado de verano que salgamos a dar una vuelta en bicicleta, necesitaremos un SPF 50+», aconseja Sánchez.
Esos parámetros, claro, valen para núcleos urbanos y costeros de España en periodo estival, pero ¿y si nos dirigimos a pasar las vacaciones a mayor altitud? «Si estamos en la montaña, se necesita una mayor protección porque el recorrido de los rayos ultravioleta es menor y tienen mayor incidencia en nuestra piel», aclara el doctor Pierre Nicolau. «En lugares nevados, la nieve actúa como espejo e incrementa la dosis de radiación UV», añade Sánchez. Por tanto, si se van a pasar las vacaciones en la montaña, y especialmente en una donde todavía quede nieve, recomiendan un factor muy alto (de 50 para arriba).
Si el objetivo es disfrutar de unos días en el trópico, el factor tampoco debe bajar. «En los países tropicales los rayos son perpendiculares todo el año y es recomendable utilizar protección 50+», recomienda Nicolau. «Además, debemos tener en cuenta que estos países cuentan con mucha humedad, por lo que se suda más y se podría retirar la crema de la piel: se aconsejan cremas que sean resistentes al agua y a la sudoración», apunta Sánchez.
En destinos con menos incidencia solar, como Siberia, el factor podría ser menor, de un 15, pero el problema es la razón por la que vamos y el hábito que tomemos. «Si bien es cierto que la incidencia es menor, vamos a estar haciendo turismo y, por tanto, mucho tiempo expuestos al sol. Mejor no bajar de 50», opina la dermatóloga Paloma Borregón. «Si fuésemos por trabajo, y pasasemos mucho tiempo en una oficina, podríamos elegir uno menor, pero no suele ser el caso».
¿Y las texturas? «En el trópico, mejor en bruma o spray, menos grasos, para contrarrestar la humedad», prefiere Borregón. «Si vamos a realizar deportes acuáticos, hay que optar por aquellos resistentes al agua o incluso los que se pueden aplicar con la piel húmeda. En climas secos, como puede ser Madrid, las cremas lechosas que aportan hidratación son la mejor opción».
Buendía, para concluir, da un consejo: «Existe una aplicación, llamada UV-Derma, completamente gratuita y muy útil que todos deberían llevar instalada. Nos dice el índice de radiación cada día y cuál es el protector que debemos usar en función de nuestros parámetros, como el fototipo de piel».
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