El verdadero secreto para parecer más joven es la luz
El nuevo caballo de batalla es acabar a la vez con la flacidez, la pérdida de volumen, las arrugas y las manchas para evitar esas zonas de claroscuros que te añaden años.
Nos hemos tirado años luchando contra el enemigo equivocado. No son las arrugas, sino la falta de luz lo que nos echa años encima. “La luz es la nueva obsesión de la belleza. Y uno de los primeros motivos de consulta en nuestros centros. Todos queremos luminosidad en nuestra piel porque es sinónimo de salud y de una piel joven”, declara rotunda la experta en belleza Carmen Navarro. Con el bótox descubrimos que los rostros podían plancharse hasta quedar sin una arruga. Que se lo pregunten a Nicole Kidman o a Courteney Cox en sus años locos por la toxina botulínica. Estirados, sí, pero también, inexpresivos. La moda del selfie y el #NoMakeUp obligan a cambiar de estrategia y atajar todos los problemas de piel que te obligan a meter filtros en una foto para resultar más chispeantes, más luminosas: manchas, mal tono, flacidez, zonas hundidas y arrugas.
Así que el ejemplo no pueden ser las figuras de cera, sino algo tan vivo como los rostros de los niños. Irradian luz sin necesidad de artificios. El secreto no es solo que no tienen ni una arruga (que también). Su magia está en un principio de primero de física: una superficie homogénea y lisa refleja mejor la luz que una desigual. En sus caritas infantiles no hay arrugas, de acuerdo, pero tampoco manchas ni pérdidas de volumen. Y ahí está la llave de la luminosidad. Cuando la luz incide sobre un rostro maduro, rebota de distinta forma según las zonas. Si está deshidratada, devolverá poca luz. Si hay pérdidas de volumen o zonas hundidas (sobre todo, en las mejillas después de una drástica pérdida de peso o en épocas de mucho cansancio), creará claroscuros. Si hay manchas, las resaltará. Una piel mustia es una autopista para parecer mucho mayor de lo que en realidad eres. Según Carmen Navarro, “la juventud está en una piel moderadamente lisa, pero fresca y jugosa. Y, por supuesto, sin manchas. En Corea del Sur existe el término Mul-Gwang o Water-Light. Podríamos traducirlo como ‘aspecto luz de agua’ o ‘piel cubierta por el rocío del alba”.
Carmen – así, a secas, que es como se la conoce y respeta en este negocio donde reina desde hace décadas – tiene claro que la luz empieza a trabajarse desde casa y a diario. “Lo primero es hidratar y añadir cosméticos con factor de crecimiento epidérmico para incrementar la síntesis de colágeno y elastina. ¿Por qué? Porque la falta de firmeza o la pérdida de volumen merman la capacidad de la piel de actuar como una pantalla reflectora de la piel. No podemos olvidar tampoco incorporar vitamina C a diario. Su función iluminadora y antioxidante es clave para dar luz al rostro. Además, favorece la síntesis de colágeno, con lo que volveríamos al punto anterior. Por último, no saltarnos la exfoliación semanal. Si no eliminamos las células muertas, nuestra piel luce envejecida y apagada a la vez que forma una barrera por la que no penetran los principios activos. Es como llevar un chubasquero sobre la cara, pero viejo y sucio”.
Luminosidad a corto plazo
La parte positiva de la luz facial es que, igual que es fácil perderla, puede recuperarse en tiempo récord. Al menos, con efecto flash. “A diario vamos con prisas, agotadas, sin tiempo para nada. Es fácil relajar los cuidados y acabar el año con un aspecto cansado que nos pone años de más. Además, la contaminación altera el funcionamiento celular, apergamina la piel y la deja grisácea. Si eso nos coincide con una época en la que queremos estar radiantes, como pasa en Navidad, necesitamos un tratamiento en tiempo récord que neutralice los efectos de la contaminación, dé un empujón a la piel para renovarse y nos deje un aspecto como de recién regresadas de vacaciones. Lo último en este sentido es Glow, un tratamiento de LPG en tres sesiones donde vamos a renovar, desintoxicar y oxigenar, y aportar un plus de luminosidad en la piel y en los ojos. El nombre Glow hace alusión precisamente a ese resurgir de la luz natural del rostro” (desde 260 euros), asegura Carmen Navarro.
¿Y si lo que obstaculiza la luz es una mezcla de flacidez, arrugas y pérdida de volumen? Las doctoras Mar Mira y Sofía Ruiz del Cueto no se andan con contemplaciones. Tiran de jeringuilla e inyectables para borrar la cara de cansancio en un abrir y cerrar de ojos. Pero al estilo 2019. Ya no se planchan los rostros ni se hinchan desmedidamente. Simplemente, se suavizan los rasgos. “Inyectamos microdosis de toxina botulínica en una formulación más diluida de lo habitual y a un nivel cutáneo más superficial. No buscamos dejar el rostro sin movilidad ni anular la capacidad natural de gesticular, sino relajar los gestos. Podemos complementarlo con un ácido hialurónico superficial o vitaminas para un efecto de ‘buena cara’ instantáneo” (desde 350 euros). Cuando el problema es un tono irregular o grisáceo, y cierta falta de volumen (habitual a partir de los 35 años), necesitamos meter un borrador suave. “Esa es la función del láser Elektra. Usa tecnología Q-Switched fraccional y no ablativa que actúa en las capas más profundas de la piel, pero no deja rastro en la superficie. Pasadas 24 horas ya se nota el rostro más luminoso. Es perfecto para ir a una fiesta o una boda. El calor estimula la producción de colágeno y elastina, se atenúan las manchas y hay un ligero efecto lifting que logra difuminar las arrugas y potenciar la luminosidad” (desde 150 euros). Con una sola sesión, el efecto buena cara es ya notable. Para reducir manchas y arrugas de forma clara y más duradera hacen falta algunas sesiones más.
Incluso en rostros jóvenes, las manchas dan un aspecto entre envejecido y descuidado. Y, desde luego, anulan la luminosidad facial. Los peelings demasiado agresivos de hace unos años ceden paso a protocolos más llevaderos, pero con más sesiones. El doctor Leo Cerrud recuerda que “eliminar las manchas requiere paciencia y, al menos, tres sesiones del protocolo Absolutely Flawless. Incluye peelings personalizados, mesoterapia, fórmula magistral y mascarilla con efecto antimanchas y antiacné” (400 euros por sesión).
Radiante en sentido global
Los tratamientos flash tienen ‘efecto Cenicienta’: vuelves pronto a tu estado apagado. “Muchas pacientes vienen buscando una mejora global. Y todas dicen los mismo: quieren más luz. Es un concepto muy amplio que engloba todos los signos de envejecimiento: flacidez, tono, textura desigual, poros dilatados, arrugas y pigmentación”, explica la médico-estético Ana Revuelta. “No surge a una edad concreta porque no todas las pieles envejecen igual. Y tampoco todas las pieles tienen el mismo problema y en el mismo grado. Puedes tener manchas y pocas arrugas. Hasta ahora teníamos que ir atajando por separado cada problema. Ahora ya contamos con un tratamiento que ataja todos los síntomas a la vez”. Se refiere al nuevo Full Face de InMode. “Es un protocolo antiedad mínimamente invasivo que combina la tecnología Morpheus (radiofrecuencia fraccionada) con la luz pulsada Lumecca (IPL). La primera llega hasta el tejido subdérmico y estimula la creación de colágeno y elastina. Lumecca trata las lesiones epidérmicas pigmentadas y vasculares. También difumina las manchas en la dermis”. El resultado es una piel de estreno al cabo de un único tratamiento. El problema es el precio: 1.500 euros, que dejan ese chute de luminosidad fuera del alcance de muchos bolsillos.
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