El ¿milagro? de la píldora antigrasa
Existen varias pastillas para adelgazar, pero ninguna está disponible en España y ninguna permite perder más del 10% del peso.
La píldora definitiva nos esquiva. El fármaco para adelgazar, sin efectos secundarios, no está aún a la vuelta de la esquina. «Descubrir un medicamento seguro, que ayude a perder peso y no dañe el sistema digestivo o, incluso, el corazón, no es sencillo. Las alternativas existentes no son la panacea: no permiten bajar mucho peso y acarrean consecuencias adversas», opina Matilde Sánchez Bayton, directora del Centro Médico Bayton (Madrid).
Además, están prohibidas en España; aunque eso no evita que muchos las compren online, sin conocer los problemas que les pueden acarrear. Una búsqueda rápida en Internet lo corrobora: la Red está trufada de tiendas virtuales que venden pastillas fabricadas en Brasil, Japón o Estados Unidos. En este último país se comercializan varias. Las más novedosas son Qsymia, de los laboratorios Vivus Mountain View (California), y Belviq, de Arena Pharmaceuticals (San Diego). La Food and Drug Administration (FDA), autoridad sanitaria de Estados Unidos, las aprobó a mediados del año pasado. Ambas se venden con receta. Fue una sorpresa: ningún medicamento de este tipo había recibido el visto bueno en 13 años, cuando se empezó a comercializar Xenical, un medicamento conocido por los problemas que desencadena en el sistema digestivo.
La desconfianza de la FDA está fundada. Fen-Phen –un cóctel elaborado con dos supresores del apetito, el Fenglusemine y el Phentermine– revolucionó el sector en 1996. Los médicos la apodaron la «píldora milagrosa». En ese año despacharon 85.000 recetas de media cada semana. El prodigio acabó en pesadilla. La FDA retiró el fármaco en 1997, pero el daño ya estaba hecho. Varias personas murieron a causa de problemas cardiacos y muchas desarrollaron enfermedades coronarias.
Qsymia y Bleviq no son novedades farmacológicas: contienen la misma sustancia que el Fen-Phen, el Phentermine. Su comercialización no emociona ni a médicos ni a científicos. Pero sí a miles de mujeres que ya las han adquirido. En Estados Unidos muchas se han enganchado. Los médicos las combinan con antidepresivos como el Prozac para tratar la obesidad. Otra moda preocupante: muchas personas intentan comer sin engordar a base de anfetaminas como el Adderall. Estos comprimidos, destinados en un principio a tratar los trastornos por déficit de atención, pueden provocar insomnio, cefaleas, depresión, fatiga… «El consumo de este fármaco ha aumentado mucho entre las féminas de entre 20 y 30 años; es el segmento que más crece», asegura la periodista Katherine Ellison en Buzz: A Year of Paying Attention. Ellison asegura que este boom se debe a la obsesión por la delgadez.
Los antidepresivos sí están aprobados en España, pero Qsymia, Belviq y otras píldoras antigrasa no. «Aquí se abusó de los anorexígenos en los años 90. Se trataba de cócteles saciantes con anfetaminas, hormona tiroidea y diuréticos. Eran una bomba y permitían bajar de peso enseguida. Sanidad los retiró por sus complicaciones», explica Sánchez Bayton. «No soy partidaria de los medicamentos para adelgazar. No solucionan el problema de fondo que suele ser psicológico y de estilo de vida. Las pastillas solo aceleran el metabolismo, no enseñan a comer», opina Gema Caballero, directora del centro de estética homónimo. Para la doctora, la clave está en los suplementos alimenticios. «El ácido alfa lipoico (ALA) y el linoléico conjugado (CLA) permiten adelgazar y cuidarse. El CLA aumenta el transporte de grasa a la mitocondria y permite destruirla. Además, funciona como antioxidante», sentencia Caballero.
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