Cometer errores es mucho más útil de lo que parece
El neurocientífico Henning Beck defiende que la capacidad cerebral de equivocarse es precisamente lo que nos hace superiores a las máquinas.
En un mundo en el que todos vivimos pegados a la tecnología y al ordenador, cada vez más sentimos que nuestro cerebro es una máquina imperfecta. Nos olvidamos de cosas, a veces nos las inventamos, nos despistamos… Pero también creamos. Y es que son precisamente las imperfecciones de nuestra mente lo que la convierte en una herramienta mucho mejor que cualquier inteligencia artificial.
Esa es la idea que defiende Henning Beck, doctor en Neurociencia, en su último libro Errar es útil (Ariel) , en el que relata que las supuestas debilidades del cerebro son en realidad su arma secreta, y que el mayor potencial de nuestro pensamiento está precisamente en la capacidad de equivocarse, y de aprender del error, claro.
De hecho, el neurocientífico explica que son muchos los falsos mitos extendidos sobre nuestro cerebro, y que en los últimos años la ciencia ha podido ir desterrando, aunque se hayan quedado vagando por el imaginario colectivo. Uno de los más típicos es que el hemisferio derecho funciona de manera diferente al lado izquierdo. “Siempre hay un intercambio entre estos hemisferios, no es que las ideas y las fantasías estén exclusivamente en el lado derecho del cerebro”. Igualmente, la idea de que solo usamos un 10% de nuestro cerebro también es totalmente falsa, “siempre usamos el 100%, ningún cerebro podría permitirse tener un 90% de material en desuso, porque el cerebro se deshace de las células no activas”. Pero la más importante es que no debemos comparar nuestra mente con un ordenador, porque pese a no tener la misma precisión, se trata de una maquinaria mucho más compleja, en la que los errores son la clave para muchas de nuestras grandes ideas.
Errores comunes
Bajo esta premisa, Henning Beck explica cuáles son algunos de los errores de nuestra mente que nos resultan más útiles a las personas. El primero de ellos, sin duda, son los olvidos. “La gente no debería tener miedo de olvidarse de cosas de vez en cuando, es algo normal. De hecho, a las personas inteligentes, se le da muy bien olvidar las cosas que tienen que olvidar, si nunca olvidásemos tendríamos que recordarlo todo y esto sería agotador, estaríamos sobrecargados de información”, explica el neurocientífico a S moda. La clave, según el experto, está en “recordar que has olvidado algo, cuando olvidas el olvido es cuando llega el verdadero problema”.
Asimismo, el experto explica que, si bien casi todas las personas cometen los mismos “errores”, como los olvidos, lo cierto es que también puede influir nuestra personalidad, nuestro trabajo, o nuestro estilo de vida. Así “es cierto que las personas creativas tienden más a distraerse, a tener despistes y olvidos, porque siempre estén pensando más allá”.
Otro de los errores más comunes está en la toma de decisiones, donde obviamente muchos nos equivocamos. A este respecto, Beck apunta que existe también el falso mito de que las decisiones son actuaciones racionales, cuando en realidad el componente emocional es mucho más importante. “No hay ninguna decisión que tome el cerebro que sea totalmente racional, todas las decisiones comienzan desde un punto emocional”. La clave está en que “cada decisión se toma con cierto nivel de incertidumbre, por lo que no siempre se puede hacer un calculo exacto del resultado, y solo asumimos la responsabilidad de las consecuencias cuando nos comprometemos emocionalmente con nuestra decisión”. Así, si bien pensamos que tomar decisiones basadas en parámetros nos dejará menor margen de error, la realidad es que basarlas en nuestras ideas personales seguramente nos hará vivir mejor con ellas, hayan sido o no las más acertadas.
Las máquinas no pueden crear
De hecho, la principal ventaja competitiva del cerebro humano sobre cualquier máquina es la capacidad de crear, y para crear algo nuevo, hay que aprender de los errores. “Todos los grandes artistas y descubridores han conseguido sus hitos no solo por un plan magnífico”, a veces también por errores que han aportado nuevas soluciones. Por ejemplo, muchos fármacos fallidos para una enfermedad han resultado ser la cura de otra.
A este respecto, el neurocientífico pone el ejemplo de las matemáticas en su libro, y la diferencia entre resolver ecuaciones, a crearlas. “Los ordenadores parecen acumular, correlacionar y combinar inmensas cantidades de datos de manera rápida y correcta, pero no saben interpretar los datos de verdad. Solo nosotros podemos crear imágenes a partir de ellos, si para nosotros tienen un valor a los números, un significado real en nuestro mundo”.
En este sentido recuerda que la inteligencia artificial, no es inteligencia real, “es reconocer patrones dentro de muchos datos”. En contrapartida, “las personas no siempre siguen los patrones, a veces los rompemos y hacemos otros nuevos”. De esta forma, Beck reflexiona que “las máquinas están hechas para seguir las reglas, y nosotros para romperlas. Los ordenadores nos ayudan a dar respuestas, pero nosotros somos los que hacemos las preguntas”. Es por ello que, por mucho que la inteligencia artificial avance, el cerebro humano siempre será superior, por su capacidad de salirse de la norma, a la hora de generar ideas, comunicar o trabajar con personas. Por ello, advierte que quizás el peligro no esté tanto en que las máquinas se parezcan a los humanos, sino en que los humanos se acaben pareciendo más a las máquinas.
Educar en el error
Teniendo todo esto en cuenta, la última reflexión de Henning Beck es que falta educar en el error. Es decir, que siempre enseñamos a los niños que equivocarse es malo, sobre todo en el colegio, cuando a veces este error puede ser la clave de su aprendizaje. “No pasa nada si cometes un error, si aprendes de él, solo los estúpidos cometen un error dos veces”.
No recordar cosas, distorsionar recuerdos u olvidar cosas suele verse como algo negativo y por lo general frustrante, “porque a nadie le gusta aceptar que no es perfecto o que no tiene el control de sus capacidades cognitivas”. La realidad es que en esa supuesta debilidad de nuestra memoria también reside la capacidad de saltar de un recuerdo a otro y poder generar nuevas ideas, o nuevas soluciones para situaciones futuras. El error del pasado a veces puede ser la forma de acertar en el futuro, si nos enseñan como aprender de los mismos.
Ante todos estos datos, el experto concluye exponiendo que aprender del error, “no se trata de desarrollar de tal manera las técnicas de aprendizaje más actuales para que podamos recordar muchas más cosas. Es mucho más importante mejorar la capacidad de comprensión y de pensamiento conceptual”, para lo cual debemos de empezar a valorar también un poco más nuestra parte emocional. Al final el cerebro es más sabio de lo que parece y no comete errores al azar, sino que selecciona la información que nos es más útil, y no lo hace según estadísticas, sino según las emociones que más valora. Por ello si nos hemos olvidado de algo, quizás es que no era tan grave, ya que “solo recordamos lo que nos ha llegado a emocionar”, y en eso pocas veces nos equivocamos.
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