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Astrofísica o entomóloga: las nuevas ‘barbies’ tienen profesiones que las españolas (casi) no ejercen

Las muñecas de Mattel quieren acercar a las niñas trabajos que cuentan con poca representación femenina. Y de paso, seguir erradicando su anterior imagen, asociada al sexismo y a la creación de estereotipos. Seis científicas españolas opinan si regalar este tipo de juguetes puede cambiar realmente la visión de la sociedad.

Los datos hablan por sí solos. Según la Unesco, solo un 28% de los investigadores científicos del mundo son mujeres. En España, la cosa no pinta mejor: según el CSIC, el número de catedráticos de universidad y profesoras de investigación no llega al 25%. Y lo que es más grave, únicamente un 7% de las niñas se ve siendo científica en el futuro (datos de IMF Business School). Pero, ¿puede un juguete ayudar a que esta situación cambie o, por lo menos, se replantee?

La juguetera Mattel ha anunciado que lanzará una nueva línea de producto a partir del próximo otoño. Se trata de muñecas Barbie que representan áreas profesionales como la exploración, la ciencia, la conservación o la investigación. Para ser más exactos: habrá una conservacionista, una astrofísica, una bióloga polar marina, una fotógrafa de vida silvestre y una entomóloga. Para ello se ha aliado con National Geographic e incluso su redactora jefe, Susan Soldberg, se ha manifestado al respecto: «Ayudar a la gente a entender el mundo es, y siempre ha sido, nuestro objetivo principal. Estamos entusiasmados con la idea de poder conectar con los niños de una nueva manera, usando el poder del juego para inspirar a próximas generaciones de exploradoras, científicas y fotógrafas». Ella, junto a un consejo asesor formado por las propias exploradoras de la publicación, se han encargado hasta de autentificar el kit de accesorios de cada una de las nuevas barbies.

La muñeca, de la que cada año se venden 58 millones de unidades en más de 150 países de todo el mundo, está haciendo un esfuerzo por desvincularse de su polémico pasado. Ha sido acusada de promover una imagen corporal que inducía a la anorexia o a la afición por la cirugía plástica: en 1971 Mattel tuvo que reducir sus pechos y ponerle más cadera, pero en Estados Unidos se siguió asociando a los trastornos de la alimentación en las niñas, que iban en aumento. Por no hablar de modelos que se lanzaron al mercado en los años 60 y que incluían accesorios como básculas (rosas, eso sí) o incluso un libro titulado Cómo peder peso. Al fin y al cabo sus medidas originales son 91-46-84 para 1,75 centímetros de altura. También ha sido criticada por sexismo y reducir la función de la mujer a papeles de pareja, embarazada (con bebé de quita y pon, algo siniestro) y madre perfecta.

Midge Barbie de la colección Happy Family, de 2003
Midge Barbie de la colección Happy Family, de 2003Getty

Para Alba Alonso Feijoo, Doctora por la Universidad de Vigo, escritora de cuentos infantiles, conferenciante y fundadora del proyecto socioeducativo Realkiddys, que fomenta la igualdad de género desde la infancia, la iniciativa de los nuevos perfiles de Barbie no deja de ser «una estrategia de marketing. Ha representado siempre el modelo “ideal” de belleza a seguir. Y con ese modelo físico se vendió además una mujer cuyos intereses residían únicamente en las compras, la estética, la casa y la maternidad. La marca necesitaba lavar su imagen dándole la vuelta a los esteretipos y lo ha hecho con campañas como “Tú puedes ser quien quieras” o “Dream Gap”. Pero opino que lo está haciendo bastante bien. Aunque haya otros objetivos detrás, esta iniciativa no deja de ser positiva para la sociedad«.

Mattel así lo defiende: «Este mensaje impulsa a las niñas a ponerse en el papel de diferentes profesiones, demostrando que pueden llegar a ser lo que ellas quieran«, ha afirmado su Directora General y Vicepresidenta Senior de Barbie, Lisa McKnight. Y añade: «Nuestras sinergias permiten que las niñas exploren el mundo y las diferentes profesiones directamente desde sus casas». Y no solo ellas, también ellos: «Las muñecas también pueden cambiar la perspectiva de los niños porque ven cómo, por fin, una mujer es representada en otros ámbitos profesionales y dejan de considerar que son áreas exclusivas ‘de hombres’. Hay que destacar también que una firma como Barbie tiene el potencial de envolver el producto en una fantástica campaña de concienciación y, por tanto, el mensaje se multiplica», cuenta Alonso Feijoo.

En la misma línea la firma Barbie lanzó ayer el programa escolar «Yo puedo ser», cuyo objetivo es dar a conocer y poner en valor el papel de las mujeres en la historia, en disciplinas clave como la cultura, la ciencia, la política o el deporte. Hay que tener en cuenta que en la actualidad, solo el 7,5% de los personajes que aparecen en los libros de texto son mujeres. En la primera fase del proyecto se han inscrito más de 100.000 alumnos de escuela de primaria que han trabajado en la identificación y selección de referentes femeninos. «Las casas jugueteras tienen mucha más responsabilidad de la que puedan pensar en la eliminación de estereotipos de género. Romper con el binarismo azul/rosa, ese mundo tan clasificado para niños/para niñas, es fundamental. Representar la diversidad debería ser otro de las mantras de esta industria. Es increíble como la sociedad ha cambiado pero la manera de educar a la infancia sigue estando anclada en el pasado. A nadie le choca ver a un papá con el carrito de su bebé pero todavía nos cuesta regalarle un carrito con un bebé a un niño. Lamentablemente está demostrado que las mentalidades tardan más en mudar que la propia realidad», concluye la fundadora de Realkiddys.

Y, ¿qué piensan las mujeres españolas que ejercen profesiones relacionadas con la ciencia? ¿Puede una muñeca eliminar cánones tan arraigados?

Alicia Pérez-Porro. Presidenta de la Asociación de Españoles Científicos en EEUU (ECUSA), profesora adjunta de Baruch College e investigadora asociada al National Museum of Natural History (Smithsonian Institution).

«La diferencia que aportó Barbie en su momento es que, hasta entonces, las muñecas siempre habían sido bebés que hacían que las niñas jugasen a ser mamás. Con Barbie podían soñar a ser otra cosa y la muñeca pasaba a ser una extensión de ellas mismas. Así jugaba yo con las mías, las ponía en escenarios de los que yo me sentía la protagonista y ellas me representaban. Creo que es inmensamente importante que ahora también sea científica, por varias razones. La primera es porque para muchas niñas y niños (ellos también pueden jugar con Barbies, y lo hacen) puede que ese sea su primer contacto con lo que significa ser entomóloga, por ejemplo. También permitirá que niñas y niños asocien una figura femenina con el rol de científica. Una científica, por cierto, que puede tener curvas y  llevar tacones. A veces a las científicas no se nos deja mostrar nuestra feminidad porque ciertos sectores retrógrados la asocian a falta de credibilidad, y nuestra imagen se reduce a algo anodino. Nada más lejos de la realidad de muchas científicas».

«Este tipo de juguetes son útiles. Creo que pueden ser necesarios para ciertas familias que a lo mejor están menos expuestas al mundo científico. Pero definitivamente ayudan. Aunque no son muy fan de la frase ‘no se puede ser lo que no se puede ver’ creo que tiene una gran parte de verdad. La visibilidad de las mujeres en profesiones STEM (Science, Technology, Engineer, Math) es clave para que más niñas se decanten por una carrera STEM. Ya lo demostró el personaje de Dana Scully en ‘Expediente X’ en lo que hoy se conoce como el ‘efecto Scully’. Después de su aparición en TV se incrementó el flujo de mujeres que optaban a carreras STEM por el efecto positivo de rol model que el personaje ejerció en miles de mujeres. De todas maneras en mi opinión el gran cambio social para la mujer en STEM no llegará hasta que no se consiga que todas esas niñas que quieren ser científicas (y las que soñamos con ello hace décadas) permanezcan en el sistema científico una vez se conviertan en mujeres y puedan alcanzar posiciones de liderazgo dentro de él».

«Creo que los juguetes educativos de cualquier tipo se tendrían que usar como una herramienta, es decir, la decisión final y por tanto quién le aporta valor es quién compra el juguete y cómo le enseña a jugar con él al niño o niña. Por ejemplo, a priori una cocinita o un set de limpieza de juguete puede no ser un juguete que eduque en el feminismo, pero si se lo regalas a un niño en vez de a una niña y tú como padre te sientas a jugar con tu niño a cocinar y a limpiar, mientras también te ve cocinar y limpiar en la vida real, entonces la cosa cambia. En el cambio social por una sociedad más diversa, inclusiva y feminista, toda iniciativa cuenta».

Francisca Puertas Maroto, Profesora de Investigación del CSIC en el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja. Vocal de la Comisión de Mujeres y Ciencia del CSIC. Fue Secretaria General de AMIT (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas) entre 2013-2016.

«Una muñeca de estas características puede ayudar, pero desde luego para nada pienso que sea definitivo para cambiar la perspectiva de la niña en profesiones relacionadas con la ciencia. Es una buena idea y puede ayudar a que las niñas vean estas profesiones como algo más normal para las mujeres (lo cual es ya muy importante), pero se necesitan otras muchas actuaciones a nivel familiar, social y educativo para que ese cambio se produzca. Se necesitan otros estímulos y ejemplos de mujeres reales trabajando en actividades científicas y tecnológicas. Considero importante (y lo valoro positivamente) que la idea de las muñecas y los complementos que tengan (el set de acompañamiento) esté bajo la asesoría de mujeres profesionales del National Geographic»

«Desde luego es mejor que se hagan este tipo de juguetes a otros más sexistas o no inclusivos, eso sin lugar a dudas; pero volvemos a jugar con estereotipos. La muñeca es para la niña…..En cualquier caso, puede ser un paso positivo».

Victoria Lapuerta. Profesora Titular de Universidad en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio y Directora del Grupo de Investigación Ciencias y Operaciones Aeroespaciales de la Universidad Politécnica de Madrid.

«Las niñas cuando juegan, muchas veces imitan modelos reales. Por eso juegan a ser profesoras, médicos, etc. Este tipo de muñecas puede ayudar a que se interesen por otras profesiones, pero creo que lo más importante es que vean modelos reales de mujeres científicas en su día a día. En general, es necesario un cambio a un nivel mucho más profundo,  la ciencia debería estar mucho más presente en la sociedad, y dentro de esto, el papel de las mujeres debería ser mucho más visible para que las niñas cambien su perspectiva». Jugar es divertido y, si pueden jugar a ser científicas, eso les hará ver que la ciencia puede ser divertida. En este sentido, creo que sería más interesante que hubiese una oferta mucho mayor de juguetes diferentes, más constructivos, que despierten el interés de las niñas y los niños por descubrir e investigar. Pero, como he dicho antes,  el cambio debe ser mucho más profundo, empezando, por poner un simple ejemplo, por todas las series y programas infantiles en los que el que estudia es un empollón y las mates y la física son un rollo».

«Es posible que se trate de una estrategia de venta o marketing de Mattel pero digamos que es “un mal menor”, en el sentido de que,  por lo menos, va dirigida a la sociedad moderna, y cubre la demanda de muchas familias que quieren juguetes que les ayuden a educar de otra forma a sus hijas e hijos».

Ana Laverón. Catedrática de Ingeniería Aeroespacial. Directora del E-USOC. Universidad Politécnica de Madrid

«Más que como un refuerzo positivo, veo a estas nuevas muñecas como la reducción de los refuerzos negativos. Por tanto, sí, creo que esta clase de juguetes son necesarios, pero no suficientes para que se produzca un cambio social».

«Las casas jugueteras tienen una responsabilidad enorme en la reducción de estereotipos. Tengo dos hijos y no fui consciente del sesgo de género tan brutal que imponen estas empresas hasta que fui a comprar un regalo a una amiga de uno de mis hijos, y vi que no podía adquirir nada que no fueran artículos que imponían un rol. Todos “sus” juguetes (separados claramente en las estanterías de los de los chicos) eran rosas, muñecas para cuidar, pinturas para ponerse guapas, etc. Desde ese día decidí regalar siempre libros, fueran niños o niñas».

Pilar López Sancho. Física, Profesora de Investigación del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid-CSIC. Preside, por delegación de la Presidencia del CSIC, la Comisión de  Mujeres y Ciencia.

«Una muñeca con un profesión diferente de las tradicionales consideradas femeninas puede abrir perspectivas. Si no te enseñan caminos nuevos, o eres fuerte y los abres, o vas por los que conoces. Abrir posibilidades me parece positivo. Atraer a las niñas a profesiones donde hay escasez de mujeres es enriquecedor para ellas y para esos sectores profesionales porque se beneficiarán del talento femenino. Me parecen útiles, pueden ayudar a derribar barreras sociales y a cambiar modelos».

«Los juguetes, así como los cuentos, la publicidad, la moda o las series de televisión, tienen una gran influencia en la sociedad y deberían poner atención en los valores que difunden, sobre todo en el publico infantil que esta indefenso. Educar en feminismo, inclusión y diversidad no es fácil, supone luchar contra prejuicios muy arraigados, muchas veces inconscientes y todos tenemos que colaborar para mejorar la sociedad».

Mercedes del Rio Merino, Catedrática de Construcciones Arquitectónicas, Escuela Técnica Superior de Edificación, Universidad Politécnica de Madrid

«No sé si una muñeca puede modificar la elección de una niña pero sí puede ayudar a hacer más visible estas profesiones que no son tan frecuentes y, por tanto, populares. Es interesante que existan este tipo de juguetes porque hablan de diversidad, oportunidades, de ir más allá de los estereotipos, de lo tradicional y establecido. Y creo que cualquier empresa que tenga valores como la diversidad, la inclusión y el feminismo tiene la responsabilidad social corporativa de invertir en juguetes como estos».

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