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Arte parece, moda es

Aprovechamos que Madrid se convierte esta semana en la capital más artística para que galeristas, creadoras, comisarias y gestoras culturales vistan una de las últimas tendencias.

Mujeres y arte
Pablo Zamora

Resulta evidente que la plena incorporación del discurso femenino al arte ha cambiado el universo artístico. Posiblemente, la gran baza del siglo XXI sea esta: una creación que no discrimina ni niega la sensibilidad femenina. Sin embargo, al mundo del arte no le gusta pensar en términos de género. Todas las entrevistadas han considerado inadecuado hablar de una sensibilidad distinta o de una creación específica asociada a la mujer, pero no hay posibilidad de retroceso, aunque aún queden esfuerzos por realizar. Y no solo porque cada día haya más número de artistas: en realidad, España tiene una gran tradición femenina en el mercado del arte. Quizá porque la inclusión es la herramienta del hoy y porque, cuando se habla de arte, se prima la calidad por encima de cualquier otra consideración. Es un país donde las galeristas han sido deudoras de lo mucho que se ha conseguido en política cultural. Pero no solo a ellas: desde la llegada de la democracia, las mujeres han irrumpido en el pensamiento y la gestión artística. Comisarias como María Corral, pensadoras como Estrella de Diego, directoras de centros nacionales e internacionales como Marta Gili o Katya García Antón han demostrado la validez de su trabajo, abriéndole las puertas a una generación venidera, la misma que aparece en estas páginas. En el futuro del arte de nuestro país, la mujer tiene muchísimo que decir.

01. MANUELA VILLA

La responsable de contenidos de Matadero Madrid posee una dilatada carrera como gestora y comisaria de arte, desde sus comienzos en el espacio alternativo La Dinamo y luego en las sucesivas Noches en Blanco que comisarió y dirigió. Autora de la compilación Arte Emergente en España (Ed. Vaivén), casi toda su labor se basa en vincular la escena institucional con la independiente. Otro de sus logros ha sido fundar el Archivo de Creadores, una herramienta hoy indispensable para saber quiénes forman la comunidad artística madrileña. «Nuestra meta, después de haber generado vínculos de trabajo y emocionales con la comunidad artística local, es lanzarnos a lo internacional». Lo que no todo el mundo sabe es que tras este preclaro cerebro hubo antes una adolescente que fue modelo ocasional. «Mi paso por la moda es hoy un recuerdo anecdótico. Pero fue decisivo: fue mi primer contacto con un ambiente creativo, donde todo el mundo trabajaba para generar un resultado en cierta medida artístico. Ahí fue donde me di cuenta de que mi futuro se tenía que vincular de algún modo con el trabajo en equipo y el arte».

Juana de Aizpuru. Kandinsky: camisa de Emporio Armani, broche ‘vintage’

Pablo Zamora

02. JUANA DE AIZPURU

La decana de las galeristas españolas (www.juanadeaizpuru.es) lleva 42 años sin aflojar el ritmo, y es no solo una fuente de inspiración para sus compañeros, sino en cierto modo un mito y un icono. Juana ideó ARCOmadrid y lo presentó al ministerio (siempre ha corrido el rumor de que se plantó por sorpresa en casa del ministro Boyer, para contárselo sin cortapisas burocráticas), y ahí sigue, edición tras edición. Su pasión y su voluntad de estudio constantes la convierten en una de las más fiables analistas del arte actual. «El arte evoluciona con la sociedad, es inevitable porque lo producen personas inmersas en ella. Los cambios que se han producido desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy han sido vertiginosos, y ha evolucionado de una forma prodigiosa. No podemos ni predecir qué será de él dentro de una década, y tampoco quiero hacerlo, porque me gustan las sorpresas. Pero la irrupción de las nuevas tecnologías, la biorrobótica y la globalización, con la incorporación de Asia, Latinoamérica y África al arte, va a cambiar por completo la creación. Ya está sucediendo: vivimos una época muy vital». Avanzada en todo desde siempre (fue incluso de las primeras españolas en divorciarse), reconoce que su tan definido look fue una herramienta de autoafirmación. «Me he hecho a mí misma. Fui educada a la antigua por unos padres muy severos, me casé con 21 años, era muy ingenua. Cuando contacté con los galeristas emergentes sevillanos en los 70, comencé a realizarme. Mi look es también una creación mía, me divierte, está vinculado a la moda, pero a través de mi personalidad. Tengo muchos amigos modistos y diseñadores, sigo las tendencias, pero trato de adaptarlas a mi gusto. También creo que hay cierta contradicción entre mi apariencia y mi interior. No soy nada mundana, aunque muchos piensen que sí cuando me ven con el pelo rojo y peinado así».

Carmela García. Blinky Palermo: ‘look’ total de Emporio Armani

Pablo Zamora

03. CARMELA GARCÍA

Fue a su regreso de una estancia de varios años en la Gran Manzana cuando esta lanzaroteña afincada en Madrid decidió dedicarse por entero a la creación. A través de la fotografía, el vídeo, el dibujo y la instalación ha desarrollado una ficción estética y conceptual con la mujer como epicentro. Su último proyecto puede verse en el BES Arte & Finança de Lisboa. «Una serie de retratos a veteranas pintoras lusas, tomando como partida una enigmática pintura renacentista, de autor desconocido, e imaginando si no pudo ser obra de un grupo de artistas mujeres que hayan continuado con su labor como una estirpe secreta, cediéndose el testigo unas a otras hasta la actualidad», explica. Resulta curioso que esta artista, conocida por sus bellas composiciones y retratos femeninos, no haya realizado un trabajo para el fashion stablishment. «Estaría encantada de hacerlo, pero la moda está muy subyugada al comercio: si no puedo elegir lo que finalmente tiene que salir en la foto, me sentiría coartada. Y entiendo que es mi dificultad, porque la moda es una industria y funciona como tal. Además, la ropa es un poco tu segunda piel y te da la oportunidad de expresar muchas cosas, algo que exploto siempre que puedo en mi vida cotidiana».

Belén Gil e Irene Aláez. Ellsworth Kelly: mono de SportMax y caftán de Tommy Hilfiger

Pablo Zamora

04. BELÉN GIL E IRENE ALÁEZ

Estas dos jovencísimas gestoras culturales decidieron crear su propia microempresa, Una más Una (unamasuna.com) en 2011. Combinando sus conocimientos en derecho cultural e historia del arte, el resultado ha sido una solvente aventura, en la que cuentan con clientes como el Ministerio de Cultura o la Fundación Temas de Arte. «En contra de lo que pueda parecer, este mundo no es tan gueto como otros: la gente tiene interés por participar en proyectos, aunque te conozcan de un día», explica Belén. Su actitud humilde contrasta con su ambición: su empresa abarca todos los sectores de la cultura, incluido el diseño de moda. «Los límites entre disciplinas están cada vez más difusos, y eso es enriquecedor para todos. La moda y el arte son similares, pero no tanto. La intención y las dinámicas son distintas. La publicidad y el marketing, tan necesarias para la moda, no tienen cabida en otras prácticas visuales», razona Belén. «Pero luego  hay vínculos en absoluto discordantes: artistas como Marina Núñez, Marta Serna o Rosalía Banet acaban de sacar una colección de joyas adaptando sus universos artísticos a este bello complemento (www.la-gran.es)», añade Irene.

Pilar y Mayte Castellano. Minimalismo americano: camisola y gabardina de Max Mara.

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05. PILAR Y MAYTE CASTELLANO

Estas hermanas mellizas extremeñas se vinieron a Madrid y crearon su propia galería en 2005: Formato Cómodo (www.formatocomodo.es). Las Castellano traen de cabeza al mundo de la crítica, con apuestas cada vez más audaces que las aúpan como cabezas visibles de una generación con menos dejes elitistas, más pendientes de la escena independiente y tanto o más rigurosas que sus predecesoras. Basta contemplar su última exposición, de la veinteañera promesa Teresa Solar Abboud, una de las revelaciones del año. «Admiramos a muchos artistas, pero trabajamos con gente de nuestra generación: queremos carne fresca», afirma entre risas Pilar. Cada una con su estilo, manifiestan que «el arte y la moda son distintas caras de una misma moneda». «A ver quién se atreve a afirmar que la libertad, el feminismo, el trabajo de alguien como Coco Chanel, con todo su bagaje vital y creativo, no es arte», apunta Pilar.

Tania Pardo. Art Nouveau: vestido de Etro y pendientes de Bottega Veneta

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06. TANIA PARDO

Desde que se diera a conocer como comisaria del Laboratorio 987 del MUSAC de León, puesto que abandonó en 2010, esta madrileña se ha convertido en una de las comisarias más jóvenes y activas de nuestro país. Sus proyectos para el CA2M o La Casa Encendida siguen añadiendo valía a una actividad cada día más acogotada por los recortes. «Hay que rebelarse. El arte ha estado en crisis permanente. Ahora vivimos en una sociedad del miedo, donde tratan de confundirnos. Esto no cambia la creación: lo que tenemos que hacer es reinventar las vías. No es tiempo para grandes narraciones, de acuerdo, pero las grandes instituciones no son las únicas legitimadoras del arte. El arte está ya en otras partes, no solo en los museos». Es precisamente este talante el que la ha convertido en colaboradora habitual de directores de instituciones y proyectos, como Rafael Doctor o José Guirao. De apariencia austera pero bohemia, Tania reconoce que el arte «mira a la moda como un fenómeno algo superficial, pero respetando la valía de los creadores: posiblemente la evaluemos así porque no tenemos suficientes datos, no somos expertos en el tema. Las disciplinas hoy se han roto, y la moda comparte espacios con el arte o la arquitectura». 

Asela Pérez Becerril. Monet: vestido de Rebecca Taylor, sombrero y fular de Mimoki

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07. ASELA PÉREZ BECERRIL

«Monté la galería porque todo me llevaba a eso: fue a base de estar en contacto con amigos que hacían cosas interesantes, desde diseño de moda o revistas a videoarte, pintura o escultura», cuenta Asela. Espacio Valverde (espaciovalverde.es) es hoy un proyecto común con su marido, Jacobo Fitz-James Stuart. Su filosofía: «Nos basamos en arte que hable por sí mismo, sin despreciar lo conceptual, pero sin que el peso teórico sobrepase a las piezas o a su resolución estética». Este mes le toca el turno a Juan Chillida, sobrino del fallecido escultor. Asela, que participa en la feria paralela Just Madrid, ha llegado a exponer incluso los trabajos artísticos de Inés Aguilar e Iván Martínez, creadores de la firma La Casita de Wendy, viejos amigos y responsables de que también ella hiciera sus pinitos como diseñadora, creándoles complementos y tocados. «Disfruto cambiándome, modificándome e incluso disfrazándome. Es algo muy emocional, que decido cada mañana según mi estado de ánimo».

Silvia Ortiz e Inés López-Quesada. Malevich: camisa y vestido de Loewe, collar de Aristocrazy.

Pablo Zamora

08. SILVIA ORTIZ E INÉS LÓPEZ-QUESADA

Se conocieron gracias a sus maridos, que eran amigos. Y acabaron montando una galería referente para artistas emergentes o de carrera en vías de expansión: Travesía 4 (www.travesíacuatro.com). Ahora se definen como «seres complementarios». «La mujer estuvo tan olvidada en todos los campos que creo sinceramente que aún no ha llegado a donde debería estar en el mundo del arte», reconoce Sofía. «Pero el dealing, el trabajo comercial, ese sí nos pertenece, y no solo en España, donde es notorio: si miramos fuera, de Marian Goodman a Chantal Crousel, siempre ha sido así», apunta Inés. Curiosamente, uno de los primeros trabajos de las galeristas fue servir de intermediarias entre los herederos del legado del diseñador Mariano Fortuny y Madrazo y el Ministerio de Cultura, que finalmente compró los fondos: telas, dibujos y diseños que hoy se exhiben en el Museo del Traje. «La gente en el mundo del arte es muy esteta. Es muy interesante investigar qué llevamos, porque manifiesta una actitud vinculante y un conocimiento nada improvisado», reconoce Inés, asiduo icono de moda en revistas femeninas. «No olvidemos que el trabajo de los grandes diseñadores también se expone en los museos del mundo: del MoMA al Louvre», subraya Silvia.

Oliva Arauna. Barnett Newman: Caftán de Marina Rinaldi, pendientes de Fahoma, ‘leggins’ de TCN.

Pablo Zamora

09. OLIVA ARAUNA

Compañera y amiga inseparable de otra gran galerista, Soledad Lorenzo, Oliva abrió su galería (www.olivarauna.com) en 1985. Es una de las participantes fundamentales de ARCOmadrid, y de las más consecuentes a la hora de matizar cuál es la responsabilidad real de una feria. «Son eventos comerciales que no ayudan a la creación, pero sí a dar visibilidad al trabajo de los artistas. Soy partidaria de que las utilicemos para lo que están: para dar a conocer lo que ha sido la actividad galerística durante el año y para comercializar esas piezas que tienes muy claras, los trabajos realmente soberbios». Su trabajo de selección y mediación comercial, «que no puede hacerse sin pasión», apunta cada vez más hacia la fotografía, el vídeo y las grandes instalaciones. Siempre elegante en su atuendo, Oliva cedió su antiguo local en el número 19 de Claudio Coello, en Madrid, a su hija, la diseñadora Celina Martín, que la suele vestir con tocados, broches y vestidos de noche de su marca, Uvas de Fresa. «Vestir, cuando tienes clientes que demandan que estés en activo y atenta a lo que pasa en el mundo de la creación, tiene un componente comercial», asegura.

10. CRISTINA LUCAS

Cuando llega a la sesión de fotos, esta artista de Jaén aparece cargada de pruebas de impresión. Viene del laboratorio, donde ultima la exposición que inaugura este mes en la galería Juana de Aizpuru: Delinquere, que significa, «apartarse del camino marcado por la ley». «Es una reflexión en torno al hombre y la naturaleza, sobre lo que significa haber construido una civilización de la que igual no se puede salir, que incluso puede haberse convertido en una trampa», explica. Su discurso la ha llevado por todo el mundo en los dos últimos años. Deslumbra con su estilo urbanita y más chic de lo que ella misma quiere reconocer. «La moda y el arte pueden estar relacionados, pero en España, al menos, no formamos una pandilla. Entiendo que son mundos paralelos, que de vez en cuando se rozan, pero creo que se ignoran un poco, eso sí: con absoluta cordialidad».

11. HELGA DE ALVEAR

En los años 70 Helga de Alvear (www.helgadealvear.es) conoció a la mítica Juana Mordó, y selló su futuro. Se hicieron amigas, colaboradoras. Tras la muerte de aquella, Helga continuó como galerista en solitario. Tres décadas después, no solo es una de las más importantes del mundo, sino que además posee su propio museo en Cáceres: el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear (www.fundacionhelgadealvear), su proyecto más querido, y donde finalmente descansará su ingente colección de arte, entre las más ricas y selectas del planeta. «Soy ante todo una galerista apasionada: disfruto el estar en el meollo, trabajar con los artistas, acudir a todas las ferias internacionales y estar en contacto con todos los agentes del arte. No soy solo una señora millonaria que compra arte porque no lo puede evitar», razona. Reconocida como una de las 100 personas más influyentes del mundo del arte por la prestigiosa publicación Art Review (la única personalidad española de la lista), ella misma hace evidente el vínculo entre moda y arte: «Mira mi chaqueta. ¿Ves los broches que llevo? Son dos pequeñas esculturas de Imi Knoebel, uno de los artistas alemanes más reputados hoy. Son casi un fetiche para mí, de las pocas joyas que llevo. La moda no es algo frívolo: igual que hay buenos artistas, hay excelentes diseñadores». En su colección tiene piezas como Anti-dog, de Alicia Framis: vestidos ideados en colaboración con diseñadores de la talla de Chalayan, que la artista confeccionó con tela ignífuga y antigolpes, en un proyecto en defensa de la mujer y contra la violencia doméstica.

Cristina Lucas (Bauhaus: Vestido de Etro) y Helga de Alvear (Porp art: ‘Look’ total de Akris)

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