La inspiradora cruzada por la igualdad salarial de Alex Morgan
La delantera de la selección estadounidense, una de las más mediáticas del campeonato, ha hecho gala de su activismo sin precedentes en el mundo del fútbol.
Si, durante un instante, dejáramos a un lado su género y nos centráramos exclusivamente en los logros de su currículum, sería imposible de concebir la cruzada actual de Alex Morgan. Tras haber formado parte de dos Juegos Olímpicos y tres Mundiales, haber sido imagen de Nike, Coca-Cola o portada del videojuego FIFA (primera mujer en conseguirlo), haber sido nombrada como una de las 100 personas más influyentes sobre la tierra y, durante años, una de las futbolistas mejor pagadas, parece difícil de comprender que el objetivo de esta delantera sea la igualdad y el respeto. Porque por tener, tiene, al igual que iconos como Michael Jordan, hasta su propia película de vocación iluminadora, titulada Alex y yo. El Mundial del fútbol femenino, que se celebra desde este 7 de junio en Francia, puede marcar un antes y un después en el futuro de un deporte cuyo crecimiento avanza de manera exponencial pero que sigue mirando con un telescopio de largo alcance a su homólogo masculino. No hay jugadora que niegue que los goles más importantes del campeonato serán los marcados fuera del césped y Morgan ya ha inaugurado el marcador.
“La igualadora”. Este es el sobrenombre y la misión que la prestigiosa revista Time otorga a la californiana de 29 años en la portada de su número de junio. Nada de convertirse en pichichi o de regresar con una medalla dorada colgada de su cuello, la lideresa de la selección estadounidense –una de las eternas favoritas del torneo– tiene ante sí el reto de lograr la igualdad históricamente negada a las futbolistas de país. La de Morgan fue la primera firma en la denuncia que el pasado 8 de marzo, día de la mujer, presentó la selección femenina contra su propia federación por discriminación salarial y técnica, una vez demostradas las mejores condiciones recibidas por los hombres para entrenar o viajar. La demanda argumenta que, mientras que los jugadores del equipo masculino reciben un salario por partido de entre 5.000 y 17.000 dólares dependiendo de la calidad del rival, esta paga no es ofrecida a las mujeres. Ellas no cobran empates ni derrotas, solo lo hacen si vencen a equipos clasificados entre los 10 primeros del ranking de la FIFA.
Más allá de la ética que le supondría a federaciones subvencionadas en buena parte con dinero público, los argumentos habituales que achacan estos números a las diferencias económicas y mediáticas entre uno y otro equipo tampoco sirven en este caso. La selección masculina de Estados Unidos no fue ni siquiera capaz de clasificarse para el Mundial de 2018. La femenina lo ha ganado ya en tres ocasiones. La última de las victorias, la de la final del campeonato de 2015, se convirtió en el partido de fútbol más visto en la historia del país con una audiencia de 23 millones de personas.
Su demanda se ha convertido en un debate público en todo el país y ha conseguido que figuras públicas se unan a ella. Actrices como Natalie Portman, Jessica Chastain o Eva Longoria acudieron este pasado abril a un partido de la selección en Los Ángeles vistiendo camisetas con el eslogan #TimesUpPayUp, reclamando este aumento salarial. “Tenemos que hacer más en general: tenemos que ser atletas, tenemos que ser un modelo de conducta, tenemos que liderar el camino para la próxima generación. ¿Estás haciendo eso los deportistas masculinos?, ¿están pensando en alguien más que en ellos mismos? No lo sé. Tenemos más de un trabajo en este puesto y se nos paga mucho menos”, sostiene Morgan en Time.
La futbolista de las Orlando Pride ha dejado claro también que en caso de hacerse con la Copa del Mundo no acudirá a la tradicional recepción en la Casa Blanca con el presidente Trump. Ha criticado públicamente la labor del actual gabinete, especialmente en lo respectivo a la política migratoria y la separación de familias en la frontera. Morgan está muy unida a la familia de su marido, el también futbolista Servando Carrasco, natural de México. Una de las señas de identidad de la jugadora, su cinta de pelo de color rosa, la lleva desde el instituto como señal de apoyo a su suegra tras ser diagnosticada con cáncer de mama. A ella no parece importarle el hecho de que expresar sus ideas políticas pueda afectar a su imagen pública o a futuros contratos publicitarios. “Siempre se nos dice eso de que debemos ‘ceñirnos al deporte’. Somos mucho más que atletas, ¿vale?”.
El ardor competitivo es parte de su ADN desde pequeña. La que este abril marcó su gol 100 con la selección estadounidense confesó al editor internacional de Vogue Hamish Bowles que creció siendo todo un “marimacho”. “Quería ganar a los niños a todo. Quería ser más rápida, quería ser más fuerte”. Para acabar con el sexismo histórico que persigue a las jóvenes que deciden jugar al fútbol, fue una de las caras visibles de la campaña de ámbito nacional Play like a girl (Juega como una chica), que la llevó a practicar sus habilidades con el balón en el mismísimo césped de la Casa Blanca junto a Michelle Obama. Su compromiso social de Morgan transciende del activismo feminista. En 2017 fue una de las primeras firmantes de la iniciativa liderada por el centrocampista español Juan Mata Common Goal, un proyecto solidario que pide a los futbolistas que se adhieran a él que donen el 1% de su sueldo a causas benéficas.
El papel inspirador de Morgan fue tratado de forma literal en la película Alex y yo, en el que se aparecía, cual genio de la lámpara, a una niña que intentaba triunfar como futbolista pero que carecía de confianza en sí misma. Repasado su currículo no es de extrañar que sea considerada una de las 100 personas más influyentes de 2019, un título ratificado por la primera leyenda del fútbol femenino, Mia Hamm, en una columna que resume lo que significa la delantera para la sociedad estadounidense en tiempos de Trump. “Como madre de dos niñas gemelas de 12 años, entiendo el impacto que Alex tiene en la siguiente generación. Su compromiso para erigirse como un ejemplo positivo para ellas no tiene ninguna comparación y estoy tremendamente agradecida de que el futuro de nuestro deporte esté en tan buenas manos”. Y en tan buen empeine.
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