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Ahora mismo es insufrible: cómo ‘hackear’ tu Instagram para que se vuelva más interesante y estimulante

La pandemia no le ha sentado bien a la red social más narcisista y competitiva. El secreto para volver a enamorarse de ella pasa por dejar de seguir a amigos, marcas y famosos y montarse un scroll de cuentas excéntricas y bien llevadas

Instagram está aburrido, pero puedes engañar a su algoritmo para que te deje de enseñar cosas que no te interesan.
Instagram está aburrido, pero puedes engañar a su algoritmo para que te deje de enseñar cosas que no te interesan.

Instagram ya no es lo que era. En realidad, la aplicación siempre fue una fuente de ansiedad y autoflagelo, cuando parecía que todo el mundo tenía vidas más plenas, amigos más interesantes, casas más bonitas, planes más estimulantes y, crucialmente, trabajos mejor pagados. En el año pandémico, Instagram ha sufrido su propia crisis de identidad. No es una red hecha para reflejar la bajona ni la monotonía de una vida sin planes. Por supuesto, ha seguido siendo un foco de insatisfacción y hasta de ira –ha nacido el policía de Instagram, el que cuenta gente en las stories para ver si se está incumpliendo la ley, el que se pregunta qué hace esa persona en otra provincia un sábado cuando hay cierre perimetral– pero es que además se ha vuelto aburrida.

Ahí ha incidido también la autocensura: a medida que todos nos dedicábamos a criticar los posts de los demás (éste ha sido también el año del cotilleo con cierto punto de amargura), éramos también conscientes de que los demás nos podían estar criticando y se activaba un proceso de autocontrol extremadamente celoso. Lo contaba Stella Bugbee en un artículo en el que argumentaba por qué Instagram perdió su sentido durante la pandemia: “Compartí un precioso plato de comida en mis stories, pero lo quité unas horas después para no parecer insensible con la gente que sufre inseguridad alimentaria. Y mientras pensaba eso era consciente de que no temía solo causar sufrimiento sino también que pareciese que no era consciente de que alguna gente estaba sufriendo esa inseguridad”. Justo cuando más falta hacía, cuando podía ser uno de los únicos portales a la realidad, que se había vuelto tan chiquita, quedan al descubierto sus carencias, argumenta Bugbee. Todo era un peligro potencial, desde mantener la onda narcisista que siempre definió esa red social hasta dar un giro e intentar parecer preocupado y politizado, como comprobaron en sus propias carnes muchas instagrammers el verano pasado. Ahí está el imperio de Leandra Medine, Man Repeller, que se empezó a desmoronar justamente con un post de Instagram sobre Black Lives Matter. Los comentarios que la acusaron de hipócrita, incluidos algunos escritos por ex empleadas afroamericanas que se habían sentido discriminadas en su empresa, llevaron primero a su retirada como cabeza visible del portal y finalmente a la disolución de todo el tinglado.

La reciente configuración de la red social, con los reels visibles de gente a la que no nunca pedimos seguir y la insistencia en el consumo, justo en el momento en que más arrecia la precariedad, tampoco ayuda.

¿Qué hacer entonces con Instagram?, ¿disolverlo?, ¿quitarse la aplicación? No, hackearlo. El secreto está en hacer una limpieza profunda de cuentas a las que seguir o, mejor aún, abrir una cuenta nueva, a ser posible orientada a un interés nicho. La felicidad en Instagram no la van a proporcionar las cuentas de amigos y conocidos, que o bien están igual de confundidos, deprimidos y desorientados como nosotros o, peor aun, están mejor que nosotros. Y desde luego no vendrá de seguir a marcas o a famosos, que están teniendo aun más dificultades para encontrar el tono correcto entre la gravedad y la superficialidad, el camino es seguir cuentas un poco excéntricas llevada por individuos completamente desconocidos que vuelcan en ellas su tiempo y su obsesión. Los comentarios suelen ser educados y un tanto aburridos (“me encanta tu cuenta”), es verdad, pero a cambio se obtiene paz, sosiego e información, que ya es mucho. Lo que sigue es una pequeña lista de cuentas interesantes, pero la idea es que cada uno se configure la suya tirando de la pestaña “explorar” y de las cuentas que siguen los nuevos descubrimientos.

Cosas en el cine: Existe todo un maravilloso submundo de cuentas dedicadas a encontrar aspectos concretos en las películas, desde @bedsinfilms (pues eso, camas en el cine) a @teaonscreen, que recoge a personajes tomando tazas de té. El espacio @artistsinmovies cataloga, como su nombre indica, a personajes de película que son artistas, desde la retorcida Evelyn (Rachel Weisz) en Por amor al arte (2003) al personaje de Donal McCann en Belleza robada. Tanto @danceronfilm como @dancinginmovies proporcionan un oxígeno muy bienvenido en cualquier scroll, con su selección de clips de películas en las que los personajes se arrancan a bailar y ahí cabe desde Gene Kelly hasta la escena de Canino en la que imitan el baile de Flashdance. En este universo de Instagram hay cuentas preciosistas como @mirages.cinematographiques y catálogos muy bien llevados como @cinemafits, con estilismos de cine nada obvios. Para recordar los chalecos de piel de Diana Ross en Mahogany y los muy oportunos mitones de lana de Barbara Stanwyck en Mi reputación.

Anti-street style. ¿Tiene alguien tiempo y ganas de seguir cuentas de gente que se hace fotos con ropa con-la-que-está-cayendo? Hay cuentas deliciosas que reformulan todo este asunto, como @messynessychic. La autora compila vídeos con la gente de París que ve desde su ventana. Lo mejor son los comentarios que añade, que alejan todo el concepto de cualquier emilyenparismo. La australiana @shesvague, en cambio, se dedica a documentar todo lo que queda lejos del concepto de buen gusto. Como siempre, cuánto más irreverente la cuenta y cuánto más lejos se lleva la obsesión, mejor. En ese cruce de coordenadas se encuentran espacios como el ya clásico @everyoutfitinsatc, que ahí sigue, tras varios años, encontrando ropa que diseccionar en Sexo en Nueva York, o @ebaybae, que encuentra las cosas más extrañas que se venden en ebay.

Humor excéntrico. Las mejores cuentas de Instagram nicho son las que dan con un filón y se mantienen leales al concepto sin desviarse. Y si el concepto queda meridianamente claro en el nombre, mejor. De eso van @nice_shells (literalmente eso, bonitas conchas) y Apologizing Men (@apolojizzdaily), pro si alguien necesita ver a hombres disculpándose. Su foto de perfil es Bill Clinton confesando que sí tuvo algo con Lewinsky y dentro aparecen desde Domenico Dolce y Stefano Gabbana (“lo sentimos desde el fondo de nuestros corazones”) a Adam Sandler. Ya hay demasiadas cuentas de memes en Instagram. Las más generalistas son una fábrica de repostear contenido con poco respeto por la propiedad intelectual (algo bastante resbaladizo en este campo), pero todavía quedan usuarios que subvierten ese concepto, como @nickcaveandthebadmemes. Para humor castizo, las muy populares @listillas, @2fotos2fotos y @esunescandalo siguen proporcionando buen material.

Nostalgia trabajada. Si algo no necesita Instagram es otra cuenta que postee la misma foto de la princesa Diana saliendo del gimnasio o Jane Birkin con la cesta de mimbre. Hay usuarios que buscan recursos más originales en sus espacios dedicados a aspectos concretos de la historia. Algunas que no suelen decepcionar: @historycoolkids, @jpeg_fantasy, @the70sperspective, @ninetiesmoments, @thiswashollywood, @workingclasshistory, @onmywallinthe90s, @vhsfruit. Claro que para compromiso con una época y una idea, el de @vintage_egyptologist. La doctora Colleen Darnell es una egiptóloga y aficionada a la moda retro que viste siempre como salida de una novela de Agatha Christie y hace vídeos hablando de lo suyo.

Boniteces. Un scroll infinito de imágenes bien comisariadas sería, cómo decirlo, un aburrimiento supino. Pero sí conviene seguir a algunos usuarios por mero placer estético, para encontrarse cada dos o tres movimientos de pulgar con una foto que pida un nanosegundo de detenimiento. Cada cuál sabe qué da solaz a sus ojos. Si los animales adorables que suelen aparecer en @stylemefresh y @mignonettetakespictures, las casas imposiblemente bellas que seleccionan @maggieshepherd y @bibleofbritishtaste o los libros de arte que venden en @idea.ltd y @press_SF.

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