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ejercicio físico
Tribuna
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Por qué Forrest Gump corría sin parar: el movimiento es vida

¿Puede ser saludable algo para lo que nunca hemos evolucionado? Nos encontramos en un momento clave para la alfabetización física de la población

Un médico toma la tensión de Percy Cerutty, antes de una carrera, en 1956.
Un médico toma la tensión de Percy Cerutty, antes de una carrera, en 1956.Fairfax Media Archives (Getty)
Miguel Ángel Gómez Ruano

Era un funcionario de Correos como tantos otros, que llevaba un ritmo de vida demasiado estresado, insatisfecho y algo enfermizo. En una revisión médica rutinaria recibió la mala noticia de que su estado de salud era deplorable y tenía que cambiar su vida radicalmente. Estamos hablando de Percy Cerutty (1895-1975, Australia). Tal vez no les suene el nombre pero llegó a ser uno de los más grandes entrenadores australianos de atletismo de carreras de media y larga distancia en los años 1950-1960. Pero, ¿cómo pudo cambiar tan radicalmente? Lo hizo reconociendo y asumiendo que moverse es una forma de existencia.

Cerruty decidió realizar un cambio interior que le llevó a educarse a sí mismo hacia una vida más saludable. Cambió su forma de alimentarse, entrenó su fuerza, corrió largas distancias por terrenos diferentes, y estableció su propia filosofía donde mezcló la austeridad del espartano con el pensamiento de un estoico. Fue un ejemplo claro de la importancia que tiene no solo moverse por el mundo, sino moverse sobre el mundo empleando los recursos de la naturaleza y el entorno para poder entrenarse (playas, dunas para correr descalzo y todo tipo de caminos) mejorando la percepción que uno tiene de sí mismo. Cualquier espacio es una invitación para moverse.

La importancia de ejercitarse es fundamental en el ser humano, pero en ocasiones no somos conscientes de la relevancia tan crucial que tiene en nuestra salud física y mental. En muchos casos, los cambios en nuestros hábitos de vida vienen precedidos de hechos o sucesos críticos que alteran nuestra salud, como una lesión, una enfermedad o el propio estrés generado por el trabajo. Este hecho se ha magnificado con la pandemia y el confinamiento durante la covid-19. Como bien expone el psicólogo Guy Claxton, “existimos sucediendo… si no hacemos cosas no sobrevivimos”. En el principio fue el movimiento, y desde el nacimiento hasta la vejez, estamos marcados por todo lo que hicimos o hemos dejado de hacer a lo largo de nuestro periplo vital. Es más, pensamos mejor cuando nos movemos y estamos en movimiento; por ello, nunca es tarde para adoptar un estilo de vida activo y saludable. Un paseo por el parque o la montaña, montar en bicicleta, bailar, nadar en la piscina o jugar a nuestro deporte favorito siempre es una buena excusa para estar activo.

Necesitamos ejercitarnos, necesitamos llevar a cabo una actividad voluntaria, pensada y organizada para mantener la salud y condición física. Debemos ser conscientes de que los efectos solo vienen cuando hay planificación y constancia. La OMS nos alerta de que es necesario que invirtamos de 150 a 300 minutos de ejercicio físico aeróbico moderado o 75 minutos de ejercicio intenso a la semana, combinado con 2 días de fuerza, tratando de reducir al máximo la actividad sedentaria. Ya tenemos las recomendaciones, ahora lo importante es comenzar, poco a poco, minuto a minuto, día a día.

El biólogo evolutivo David Liebermann nos alerta sobre la paradoja del ejercicio: ¿Por qué algo para lo que nunca hemos evolucionado es saludable?, y explica que responde a una necesidad (“querer ejercitarse”) y, puede llegar a ser gratificante (“merece la pena”). La clave está en cada uno de nosotros.

La OMS nos alerta de que es necesario que invirtamos de 150 a 300 minutos de ejercicio físico aeróbico moderado o 75 minutos de ejercicio intenso a la semana, combinado con 2 días de fuerza, tratando de reducir al máximo la actividad sedentaria

¿Y nuestros escolares? Esta necesidad de ejercicio y movimiento es mucho más marcada en la edad escolar, donde al alumnado se le traslada el mensaje de que lo importante es estar sentado detrás de un pupitre. Nuestros escolares están entre 5 y 7 horas sentados cada día, sin ninguna actividad física. Su programa de estudios incluye 2-3 horas semanales de educación física, (¿qué habrá sido de las 3 horas que muchas CCAA deseaban implantar antes de la pandemia?), que resultan insuficientes para alcanzar las recomendaciones de la OMS.

Nos encontramos ante la necesidad de una alfabetización física, donde esta educación física tenga un papel fundamental, proponiendo programas sólidos de actividad física. Ya en 1900 se requería de manera enérgica el uso de la educación física como medio para ejercitarse y evitar que la población aumentara de peso, se moviese peor y pudiera tener problemas de columna. Hemos avanzado poco desde entonces. Hoy en día sabemos los beneficios que tiene el ejercicio físico en la infancia, pero aún hay quien se empeña en promover una vida sedentaria en nuestros escolares.

La clave, en este momento que vivimos, es generar adhesión y motivación hacia la práctica de actividad física, donde, como nos dice el sociólogo George Vigarello, se proponga un compromiso colectivo para afrontar la salud física y mental con responsabilidad, adaptada a la imagen corporal y la imagen colectiva, huyendo de los estigmas sobre las personas que no hacen ejercicio o que tienen sobrepeso, al igual que de los mitos sobre el cuerpo. El entorno es un enorme estímulo que puede hacer cambiar a los impulsos y acciones en el día a día, y tenemos muchos ejemplos de ellos, como las escaleras de metro en Alemania, donde se han dibujado carriles de una pista de atletismo para fomentar subir las escaleras andando o los billetes de metro gratis en Rusia tras realizar 30 sentadillas. Estas pequeñas acciones aportarán un claro beneficio en la salud personal y colectiva, repercutiendo en espacios más atractivos que permitan no solo desplazarse o “moverse por el espacio”, sino “moverse sobre el espacio” en las rutinas diarias.

Hoy en día sigue vigente la frase acuñada por Juvenal Mens sana in corporse sano (Siglo I y II d.C.) con la que se pedía a los dioses una vejez apacible. Y ya lo decía Forrest Gump al ser preguntado sobre por qué llevaba más de 2 años corriendo. Simplemente respondía que “tenía ganas de correr”. Generemos, pues, ese estímulo en la población que sirva de hábito y rutina para un estilo de vida activo que mejore la salud física y mental.

Miguel Ángel Gómez Ruano es profesor titular de universidad en la Universidad Politécnica de Madrid (Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Grupo de investigación psicosocial en el deporte.

ENFÓRMATE es el espacio de EL PAÍS Salud donde hablaremos de aquellos aspectos relacionados con la actividad física, el deporte y la salud física y mental. La actividad física y el deporte forman parte de la cultura de todas las civilizaciones y juegan un papel fundamental en la salud de la sociedad a todos los niveles, tanto física como mental, en todas las edades, desde la infancia a la vejez, tanto en hombres como en mujeres. Desde las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte se ha tratado de avanzar en el conocimiento científico sobre la importancia del movimiento y el ejercicio físico sobre el cuerpo, así como los procesos que explican por qué se producen ciertas adaptaciones, modificaciones o cambios a diferentes niveles (fisiológicos, anatómicos, motrices, emocionales o cognitivos). Por todo ello, este espacio persigue buscar las explicaciones científicas que fundamenten y justifiquen los motivos tan beneficiosos de la actividad física y del deporte. Asimismo, se tratará de discutir y rebatir ciertos mitos o falsas creencias existentes en la sociedad sobre temas específicos del ejercicio físico y la salud.

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Miguel Ángel Gómez Ruano
Es profesor titular de universidad en la Universidad Politécnica de Madrid (Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Grupo de investigación psicosocial en el deporte.

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