_
_
_
_

Alicia Álvarez, psicóloga: “Todos viviremos sucesos que pueden ser traumáticos, pero no todos desarrollaremos el trauma”

La especialista acaba de publicar un libro en el que explora el estrés postraumático como una realidad más frecuente de lo que se piensa

Alicia Álvarez
Alicia Álvarez, doctora en psicología y autora de '¿Cuánto pesa tu mochila?' (Arpa), sobre el origen de los traumas y su solución.Gianluca Battista

En el libro ¿Cuánto pesa tu mochila? (Arpa), de la psicóloga Alicia Álvarez (Barcelona, 37 años), el trauma aparece como una experiencia bastante común y no necesariamente asociada a catástrofes que salen en las noticias o a tragedias personales. “Todos somos susceptibles de desarrollar un trauma en algún momento, porque todos vamos a pasar por acontecimientos potencialmente traumáticos”, asegura la directora asistencial y de investigación en la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Pero, aunque la posibilidad del trauma esté por todos lados, se ha visto que las cifras de personas con estrés postraumático no se incrementa después de grandes catástrofes, como los atentados del 11-S. “Lo que condiciona que desarrolles el trauma es la experiencia subjetiva, no solo influye el acontecimiento, depende de cómo vives el evento y cómo lo gestionas”, apunta.

Pregunta. ¿Por qué aparece el trauma?

Respuesta. Cuando hablamos de trauma, nos referimos al estrés postraumático. Lo más interesante es lo que se nos desajusta cuando vivimos una situación potencialmente traumática. Nuestra amígdala [una pequeña estructura del cerebro relacionada con las emociones] reacciona de una forma muy intensa, porque detecta un gran peligro para nosotros. Entonces, se pone a recoger un montón de datos del entorno, porque la tarea de nuestra amígdala sería como la de nuestra alarma contra incendios. Ella se encarga de avisarnos cuando hay peligro y cuando no, y esto lo puede hacer gracias a que nuestro cerebro ya ha almacenado mucha información para que sepa si algo va a ser peligroso.

Lo que sucede cuando hay algo abrumador, que nos sobrepasa, es que la amígdala se activa muchísimo, porque quiere recoger mucha información para estar preparada para la próxima vez que suceda algo así. Esa superactivación de la amígdala dificulta el trabajo del hipocampo. El hipocampo tiene muchas otras funciones, pero una es guardar en nuestra memoria en forma de recuerdo las cosas que vamos viviendo. Es como si se dedicase a encuadernar libros de las cosas que nos van pasando y luego los manda a una librería que está en el lóbulo frontal. Como la amígdala está recogiendo tantísima información, el hipocampo se satura y no puede hacer su trabajo.

Las personas con traumas pierden el hilo temporal, les cuesta ubicar los hechos, y el tiempo se congela en aquel momento y en lo que pasó. A partir de ahí, toda tu ubicación temporal se ve alterada. Es un poco como si ese proceso de encuadernación se interrumpe y el libro no acaba en la estantería y, en lugar de tener el piso ordenado, lo tienes todo por en medio. Y si lo tienes todo por en medio te vas tropezando con las cosas. El hecho de que el hipocampo no pueda fijar el recuerdo y ordenarlo hace que a nosotros, de vez en cuando, nos vengan imágenes o pensamientos de lo que pasó. Las reexperimentaciones son una de las grandes áreas sintomáticas del trauma y lo que implican es que la persona vuelve a vivir lo mismo.

P. Recuerdan todo el rato lo que vivieron.

R. No es que lo recuerden, lo reviven. De hecho, con técnicas de imagen cerebral, han visto que las zonas del cerebro que se activan son las mismas que si lo estuviesen viviendo en ese momento. No se activan las áreas cerebrales de la memoria, se activan las áreas cerebrales de la vivencia. Entonces, esas personas vuelven a experimentar lo mismo, la misma angustia que el día que les pasó.

P. ¿Cómo suelen gestionar esto estas personas?

R. Esto asusta y pensamos, bueno, voy a evitar todo aquello que me pueda hacer recordar lo que pasó, sin saber que, como no es un recuerdo, el hecho de evitar personas, lugares o situaciones que podrían estar relacionadas con el acontecimiento lo único que hace es empeorar la sintomatología. Es la segunda gran esfera de sintomatología del trauma: la evitación. Nos empezamos a aislar, socializamos menos, estamos menos comunicativos. Y, como evitamos, nuestro cerebro no puede aprender. Nosotros, a las personas afectadas por los atentados de la Rambla, en Barcelona, una de las cosas que les decíamos cuando estábamos atendiéndolas era que, aunque en ese momento les pareciese impensable, íbamos a trabajar estrategias para que pudiesen volver a la Rambla. Trabajar para poder controlar ese malestar y que tu cerebro aprenda que puedes volver a estar en ese sitio y que no pasa nada. Si no, te quedas en ese bucle de peligrosidad y empiezas a vivir en un estado de inseguridad constante.

Si no, empezamos a estar más irritables, estamos en hiperalerta, no podemos dormir, todo nos altera, se cierra una puerta de golpe y saltamos, pasa una ambulancia por la calle y nos asusta... Estamos constantemente mirando por encima del hombro, hiperactivados. Y todo eso provoca una reacción en cadena en nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso, que tiene efectos de todo tipo, también a nivel físico y de enfermedades.

P. En el libro da la cifra de que nueve de cada diez personas vamos a tener al menos una experiencia traumática en la vida y tres de cada diez tendrán cuatro o más. Estas cifras dan la sensación de que todo el mundo puede estar enfermo y necesitado de tratamiento.

R. El punto es que todos viviremos sucesos que pueden ser traumáticos, pero no todos desarrollaremos el trauma. Y luego podemos desarrollar un trauma y hacerlo con mayor o menor nivel de afectación. Si realmente tenemos estrés postraumático, nos lo va a diagnosticar un profesional. ¿Qué nos va a llevar a ese profesional? Nuestro nivel de malestar. Pero esto es como si te duele algo. Si tienes un dolor leve de cabeza, quizá tú mismo tomas medidas o esperas a que se te pase. Si ya te molesta mucho en tu día a día, eso te puede llevar al profesional. Con el trauma, creo que no somos conscientes de que hay cosas que nos condicionan nuestro día a día, o que nos generan cierto malestar, y podrían resolverse.

P. ¿La gente suele acudir al psicólogo pensando que tiene un trauma?

R. No somos un país que tenga cultura de ir al psicólogo. No estamos acostumbrados a acudir a un profesional, para decirle: “Mira, últimamente noto que me enfado mucho y no sé por qué”. O: “Tengo una sensación de soledad pese a que normalmente tengo muchos amigos y socializo, me siento sola y no sé qué me pasa”. No tenemos cultura de hacer eso.

Alicia Álvarez señala en su libro la importancia de diagnosticar los traumas para poder tratarlos
Alicia Álvarez señala en su libro la importancia de diagnosticar los traumas para poder tratarlosGianluca Battista

P. Pero también hay una cuestión práctica, porque no hay tanta disponibilidad de psicólogos en el sistema público...

R. En nuestro sistema de sanidad pública, una cosa que se hace bien son los diagnósticos. Como mínimo, todos tenemos acceso a eso. Después, no me meto en las listas de espera, que también dependen de la zona y es un problema que tenemos en otras patologías. Es cierto que faltan profesionales para atender a tanta gente que lo necesita, aunque hay grandes profesionales que están muy bien formados.

P. Habla en el libro de los problemas de pareja como una fuente habitual de traumas.

R. Como en toda relación donde hay un vínculo afectivo intenso, puede haber interacciones que pueden generar trauma. Pasa también con las figuras de referencia, como los padres. Son relaciones de mucha intimidad, con mucha vinculación y también pueden ser fuentes de mucho dolor. Son relaciones en las que pueden pasar cosas que ataquen a la forma en que nos vemos y eso, en un momento determinado, podemos digerirlo mal y acabar desarrollando un trauma.

P. Por esa importancia de las relaciones íntimas, muchos padres pueden tener miedo a que si hacen cualquier cosa, aunque sea aparentemente insignificante, le pueden causar un trauma a sus hijos.

R. [El psiquiatra] Jorge Barudy dice que los padres perfectos no existen, que tenemos que intentar ser suficientemente buenos. Nos vamos a equivocar, vamos a fallar, vamos a hacer cosas que van a hacer daño al peque sin querer. Se trata de ser conscientes, poder pedir perdón, ser coherentes, sensibles, saber poner límites. Durante muchos años he trabajado en protección de la infancia y una de las cosas importantes es que los niños sientan que son importantes para sus figuras de referencia, que sus figuras les quieren de forma incondicional, que aunque rompan algo, saquen malas notas, la líen, sus padres o madres les van a querer.

P. Comenta que, cuando a alguien le sucede algo malo, lo lleva peor cuando piensa que es culpa de una persona, que si cree que es una fatalidad, que no es culpa de nadie. Los medios suelen buscar culpables a las desgracias, aunque se hable de un desastre natural. ¿Eso aumenta el riesgo de que las víctimas acaben con estrés postraumático?

R. Ante un acontecimiento potencialmente traumático, hay muchos factores de riesgo y protección, porque un mismo hecho no provoca trauma a todos los que lo sufren. Tengo más riesgo de desarrollar un trauma si alguien me pega una puñalada que si me cae una rama en la cabeza. Todo depende de cuánto se rompe tu sensación de control y seguridad. Todos partimos de que la vida funciona de una manera, hay un sesgo de que la vida es justa. Creemos que si haces lo que toca no te pasará nada malo. Cuanto más se rompe eso, más riesgo tienes de desarrollar un trauma. Cuando la sensación de control desaparece, el mundo nos parece hostil.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_