Jaque al alzhéimer
Estudios científicos y una larga experiencia en Extremadura avalan el ajedrez como gimnasio mental
No se trata de ser un jugador de competición, sino de utilizar el ajedrez como entrenamiento cognitivo para retrasar el envejecimiento cerebral y el riesgo de alzhéimer u otra demencia senil. Está respaldado por estudios científicos. Y el Club Magic Extremadura, una referencia mundial, ha adaptado su programa a WhatsApp durante la pandemia con buenos resultados, sobre todo con las mujeres.
“Pronto, los doctores recomendarán una partida de ajedrez y un crucigrama diario, ejercicio físico y alimentación saludable”. Lo dijo el neurólogo Joe Verghese al Washington Post en 2003 tras dirigir un estudio con 469 personas mayores durante 21 años en el Instituto Albert Einstein de Nueva York. Más rotundo aún fue en 2014 su colega Dick Swaab, catedrático emérito de la Universidad de Ámsterdam: “Lo mejor para el cerebro es jugar al ajedrez”.
Todos los participantes en el estudio del Albert Einstein tenían más de 75 años. Fueron divididos en diversas actividades: juegos mentales, gimnasio, aprender idiomas, tocar instrumentos musicales, caminar por el monte, debatir, etc. Quienes más aumentaron la reserva cognitiva (un depósito cerebral; cuanto más lleno esté, menos riesgo de demencia senil) a una edad en que lo normal es su disminución fueron los que jugaron al ajedrez y al bridge, seguidos de quienes se dedicaron a bailar (requiere una gran coordinación entre el cerebro y el resto del cuerpo).
Se conocen varios estudios de antes y después (por ejemplo, uno de Wilson y otros, publicado en la revista Neurology en 2007) que establecen una clara relación inversa entre actividad mental y riesgo de demencia senil. Y desde fines del siglo pasado se habían observado indicios significativos en pro del ajedrez como gimnasio mental: desarrolla mucho la memoria y la concentración, que son precisamente dos de los campos que el alzhéimer ataca primero; los casos conocidos de ajedrecistas con demencia senil son poquísimos, comparados con el resto de la población.
No hay pruebas de que haya algo que prevenga el alzhéimer, pero sí de que sus síntomas externos se pueden retrasar más de cinco años. Un estudio científico muy llamativo es el de Archer y otros (Neurocase, 2008). Un ajedrecista británico de 73 años acudió al neurólogo en 1998 porque desde 1996 había notado síntomas de deterioro cognitivo: ya no podía calcular con siete jugadas de antelación, solo tres o cuatro; y, según su esposa, a veces repetía frases que había dicho unos minutos antes.
Le hicieron un seguimiento por medio de exámenes periódicos durante cuatro años. Los síntomas se iban agravando poco a poco, pero él se valía por sí mismo y mantenía una vida normal: llevaba la contabilidad casera, hacía la compra, cocinaba, jugaba al ajedrez y aprendía informática. Murió en 2002 por una enfermedad no conectada con su problema cognitivo. En la autopsia, los médicos descubrieron, asombrados, que las placas de beta-amiloide (uno de los termómetros de la demencia senil) correspondían a un caso terminal de alzhéimer. Es decir, la reserva cognitiva de ese hombre era tan potente que había retrasado los síntomas externos de la enfermedad en un grado nunca visto hasta entonces, lo que confirmaba plenamente las conclusiones de Verghese.
Los avances más recientes, tanto en el laboratorio como en la aplicación práctica, se han dado en España. La Universidad de A Coruña publicó en abril un estudio (Cibeira y otros, Geriatric Nursing) cuyo desenlace reafirma los anteriores: el ajedrez mejora las funciones cognitivas, con especial impacto en atención, velocidad de procesamiento e inteligencia ejecutiva.
El ajedrez es el buque insignia de la amplia oferta de actividades en Liceum, gimnasios de la mente (en la calle del Doctor Esquerdo de Madrid), para gentes de todas las edades. Aunque lo saludable es mantener algún ejercicio mental frecuente desde la juventud, el miedo a la demencia crece mucho cuando se acerca la vejez. Lo han comprobado en el Club de Ajedrez Pedro Sánchez de Guareña (Badajoz), cuyo programa Ajedrez sin Límites ha sido muy bien acogido por los mayores.
Pero la primera referencia mundial en este campo es sin duda el Club Magic Extremadura, de Mérida, y no solo porque sus 13 años de experiencia en clases presenciales no tienen parangón. Sus cursos telemáticos incluyen uno específico para mayores. Y su producto estrella es Entrenamiento y rehabilitación cognitivas a través del ajedrez, adaptado a WhatsApp durante la pandemia: se muestra un número creciente de piezas en un tablero mural durante un minuto, desaparecen y hay que recordar en qué casilla estaba cada una o responder a otras preguntas sobre su posición. Y así se trabaja la percepción, atención, memoria, el razonamiento y otras funciones.
Juan Antonio Montero, psicólogo y presidente del Magic, recalca que el 40% de los usuarios de esos cursos son mujeres, algo rarísimo en ajedrez (lo practica una mujer por cada diez hombres). Una de ellas, Luisa, lo explicó así: “De niña, en mi familia el ajedrez era solo para hombres. Ahora soy mayor, y es mi oportunidad”.
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