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Oliver Stone: “Ya he tenido suficientes controversias en mi vida”

El cineasta publica un libro de memorias, 'Chasing the Light', que se detiene al cumplir 40 años

Oliver Stone en julio de 2019 en el Festival Ritrovato celebrado en Bolonia, Italia.
Oliver Stone en julio de 2019 en el Festival Ritrovato celebrado en Bolonia, Italia.SALVATORE-MESSINA (Getty Images)

Oliver Stone está enfadado. No es ninguna novedad, cierto, pero asombra comprobar que ni siquiera la placidez (o la resignación) de haber cumplido los 73 años han calmado un ápice la tendencia al cabreo del cineasta estadounidense. No para quieto delante del ordenador durante una entrevista por videoconferencia mantenida con motivo de la publicación en julio de su autobiografía, Chasing the Light (persiguiendo la luz). “Es un libro de memorias, porque se refiere a un tiempo determinado”, corrige el director antes de levantarse con gesto airado a buscar algo en la inmensa biblioteca que es el despacho de su casa en Los Ángeles. Ese tiempo determinado del libro está enmarcadas en sus primeros 40 años de vida. Más o menos desde sus tiempos de taxista veterano del Vietnam en Nueva York, hasta ese final feliz de Cenicienta de Hollywood que protagonizó al recibir su primer Oscar como director por Platoon (1987). Las otras lindes las aclara él mismo gruñendo: “Solo quiero hablar del libro. No quiero resolver los problemas del mundo”.

Chasing the Light es seguramente el trabajo menos polémico y más personal del autor de películas como Asesinos natos (1994), JFK: Caso abierto (1991) o Snowden (2016), su último filme dramático. “No hay un cambio de tono. El libro habla de una idea, del sueño que perseguí toda mi vida. Cómo aprendí a dirigir, cómo me formé en la realización, por qué nunca acepté un no por respuesta y nunca dejé de pelear por eso que quería, que era ser director”. Tanto empecinamiento dio sus frutos. Además de la estatuilla por aquella historia sobre un pelotón en Vietnam, Stone ganó otras dos: como realizador por Nacido el 4 de julio (1989) —que trata, en cierto modo, sobre lo que les esperaba a aquellos muchachos al volver a casa—, y como guionista, con El expreso de medianoche (1978), del recientemente fallecido Alan Parker.

Hay otra cara de William Oliver Stone en este libro, la del hijo de un matrimonio dividido antes incluso de su separación. Su padre, agente de bolsa republicano, le pagaba de niño para que escribiera una historia semanal. Esto le acostumbró a escribir un diario de manera regular, un material esencial para refrescar la memoria. Su madre, francesa, bohemia y rebelde, le inoculó el amor por el cine. “Fue la Vivien Leigh de su Rhett Butler, dos personas que se querían, pero que no eran compatibles. Esa es la verdadera historia de Lo que el viento se llevó y lo que la hizo grande, nada que ver con las tonterías que se dicen ahora”, añade en referencia a las polémicas sobre aquella cima del cine en estos tiempos de “dolorosa corrección política”.

En guerra

El conflicto de Vietnam también está muy presente en el libro. El de verdad, al que se sumó como voluntario cuando tenía 21 años, y el que revivió en Platoon, cinta basada en sus experiencias. Contó entonces con un Johnny Depp desconocido “pero que ya le veía en la cara que iba a ser una estrella”; un Keanu Reeves que nunca se alistó al filme y al que quería para el papel de Charlie Sheen; y “los jefes, [Tom] Berenger y [Willem] Dafoe”. No todo son halagos. James Wood no sale tan bien parado en este libro. Ni Al Pacino, al que llama “Hamlet” por su lado dramático. Stone también está desencantado y se le nota al hablar de unas memorias que considera “catárticas”. “Este libro habla de un tiempo en el que las ganas y el hambre estaban ahí”, subraya de su energía e interés. “Y volví a sentir ese ansia durante el rodaje de Snowden, una película dura, sin financiación estadounidense. Quedó bien, porque ese hambre nació de la importancia del tema. Pero no fue como en mis comienzos, como ese momento de descubrimiento”.

La única sonrisa que se dibuja en sus labios llega al hablar de su pasión por la escritura. “¿Dónde acaba el escritor y empieza el director? En mi caso, el escritor siempre está ahí, pero tengo la ventaja de contar con ese lado de director que me permite escribir con otra distancia, consciente de las escenas que construyo, del ritmo, de su visualización”.

Le gustaría que Chasing the Light se tradujera al español, dice con impaciencia. Sus quejas van subiendo de tono y amplían el foco: critica el aniversario del bombardeo sobre Hiroshima y Nagasaki; a Obama y Hillary Clinton —”me preocupa la política frente a China y Rusia que arrancó con ellos y la nueva locura nuclear con armas cada vez más pequeñas”—; y al candidato demócrata a las próximas elecciones, Joe Biden. “Y Trump, cuyas amenazas lo han empeorado todo. Es un personaje que supera cualquier película”. Un filme que, en cualquier caso, no piensa hacer: “Ya he tenido suficiente controversia en mi vida”.

Su libro probablemente es la obra menos política de toda su carrera. ¿Por qué? Porque, afirma, su conciencia de izquierdista se fue formando a partir de los 40, precisamente cuando termina el libro. ¿Cuándo tiene pensado publicar la siguiente entrega? “Esta película”, dice, olvidando por un momento que habla en realidad de un libro, “está completa. Tiene el metraje justo. No sé si escribiré una secuela. Pero si no lo hago, la historia de mi vida estará suficientemente contada”.



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