Cuatro señales de que estás enganchado al móvil y tres formas de romper su hechizo
¿Escuchas vibraciones imaginarias y corres a revisar un móvil que no ha recibido mensaje alguno? Pon las barbas a remojo
Ese cristal negro te está llamando. Tal vez tiene algo que decirte, tal vez solo quiere toda tu atención. La creciente utilidad de los smartphones solo es comparable al constante aumento de su capacidad para secuestrarnos la mente. De acuerdo con una encuesta de Dscout, tocamos las pantallas de nuestros teléfonos una media de 2.617 veces al día. Para los usuarios más activos, el número se duplica: 5.247 contactos.
Las cifras quedan lejos de nuestros más de 20.000 parpadeos diarios, pero no están nada mal para un hábito que ni es función biológica ni formaba parte de nuestras costumbres hace escasas décadas. ¿Cómo podemos saber si se nos está yendo de las manos?
De acuerdo con Data Detox, la guía creada por Tactical Tech (y avalada por Mozilla) para tomar las riendas de nuestra vida online, hay cuatro indicios de que los cantos de sirena que salen de tu teléfono te tienen hipnotizado.
- Manos con vida propia. Hace media hora, diez minutos, o incluso cinco, que miraste el móvil por última vez. Sabes que no has recibido nada y no tienes especial interés en usarlo para algo en específico, pero en menos tiempo del que necesitabas para hacer este razonamiento, tu mano ha tomado cartas en el asunto. Y ahí estás tú, con el móvil en la cara.
- Añorado apéndice olvidado. Te has dejado atrás el móvil y sientes que te falta un brazo, estás inquieto e incómodo y maldices la hora en que te fuiste sin él.
- Vibraciones fantasmagóricas. Estando tú ocupado en tus labores, escuchas el inequívoco zumbido de tu teléfono al vibrar. Henchido de dopamina, corres a ver qué has recibido... Y no hay nada.
- Ese post que te arruina el día. Abres Instagram buscando algo para matar el rato y lo cierras con un suspiro de resignación, muerto de envidia ante esa avalancha de felicidad ajena.
- Vade retro, obsesión
Según Data Detox, puedes aspirar a una vida libre de las cuatro ataduras anteriores, siguiendo tres preceptos. El primero es estar presente y tomar conciencia de tu relación con esa pantalla negra. ¿Por qué has cogido el teléfono? ¿Estabas aburrido? ¿Te has quedado solo? ¿Todo el mundo a tu alrededor ya estaba inmerso en el suyo?
Si te sorprende lo compulsivas que son tus interacciones con tu móvil, puedes dejarte mensajes disuasorios: "Escribe una nota como "¿por qué ahora?" o "suéltame", sácale una foto y ponla como fondo de pantalla", recomienda la guía. Además, la aplicación Space, crea una pausa de 10 segundos antes de abrir nuevas apps, de modo que da tiempo a tu cerebro a percatarse de que tu mano está actuando por libre.
¿Nada funciona? Date un tiempo con tu móvil: aléjalo de tu mesa de trabajo, no lo dejes en tu mesilla por la noche, líbrate de él en las comidas. "Poner distancia física entre tú y tu teléfono puede ayudar a crear distancia emocional".
La segunda vía para romper el hechizo es personalizar los ajustes del teléfono. No dejes que las notificaciones marquen el ritmo, desactívalas y decide tú cuándo necesitas consultar las novedades. "Las constantes llamadas de atención están diseñadas para empujarnos a mirar cuando no queremos". Otro truco para cautivarnos es el vibrante abanico de colores que brilla en nuestras pantallas. Contra esto, existe la posibilidad de limitar la gama cromática de algunos teléfonos a una triste escala de grises.
La llave definitiva para cerrar el grifo de persuasiones que brotan de tu teléfono es el apoyo de la vida real: por un lado, los cambios anteriores pueden hacerse más llevaderos si los compartes con otros amigos que también quieran distanciarse de sus teléfonos; por otro hacer planes evita que caigas en ese estado de aburrimiento que aumenta exponencialmente el poder de seducción de tu teléfono. "Liberarte del chequeo constante es más fácil cuando tu tiempo esta lleno con otras cosas".
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