China y la inteligencia artificial: el dragón busca el control
El desarrollo de la inteligencia artificial en China es una cuestión de Estado. Pekín ha incluido el sector en su ambicioso plan Made in China 2025, con el que quiere hacer coincidir su poderío económico con el tecnológico
El desarrollo de la inteligencia artificial en China es una cuestión de Estado. Pekín ha incluido el sector en su ambicioso plan Made in China 2025, con el que quiere hacer coincidir su poderío económico con el tecnológico, y ha superado ya a Estados Unidos en el ranking de los países que más recursos destinan a la inteligencia artificial.
“China ha puesto en marcha una estrategia coordinada para la inteligencia artificial que incluye políticas gubernamentales, aplicaciones industriales e investigación, y que tiene como objetivo convertir al país en líder mundial en 2030”, explica la Comisión Europea en un informe sectorial que dedica un capítulo entero al gigante asiático. “Es un propósito ambicioso pero alcanzable. De hecho, ya ha comenzado el despliegue de sistemas de IA en procesos que tienen un impacto directo en las actividades diarias de la población, como sistemas de autenticación, diagnóstico médico, primas de seguro, transporte, comercio o seguridad”, apostilla.
Aunque la Comisión Europea señala que China desarrolla la IA porque “no puede depender únicamente del incremento de capital y de mano de obra para lograr el crecimiento económico deseado”, el mayor interés del país se centra en el ámbito de la seguridad: los sistemas de inteligencia artificial se han erigido en la herramienta perfecta para tener controlada a la población y arremeter contra el activismo. China utiliza sistemas de reconocimiento facial, de imagen, de texto y de audio para saber dónde están, qué ven, qué leen y qué dicen sus ciudadanos. Y expertos como Raj Reddy, premio Turing 1994, ya han advertido de que esta nueva tecnología puede otorgar un poder nunca antes visto a los regímenes autoritarios.
Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, no puede estar más de acuerdo. “La tecnología que podría utilizarse para amplificar las voces críticas que denuncian abusos se utiliza en China para la represión. Yo soy bastante pesimista en cuanto a este asunto. Solo espero que no consiga vender y exportar este modelo —algo que ya ha comenzado a hacer—. Y también espero que la ciudadanía en países como España se oponga a una hipotética implementación de este tipo de sistemas de control”, argumenta.
A Brian Subirana, director del MIT Auto-ID Lab, también le preocupa el salto tecnológico de China. “Ya es el país que más patentes registra, y también está comprando mucha tecnología en el extranjero, incluidos laboratorios de I+D, con una apuesta muy potente y con un poder abismal. Si los chinos logran que la inteligencia artificial les ayude a crear nueva tecnología, entonces esto se acaba. Y no hay suficiente reflexión al respecto. Hay que sentarse a la mesa y hablar de ello”, analiza Subirana. “En China pasan dos cosas particulares: tiene un tamaño gigantesco y todo se mueve a una velocidad inusitada”, añade José Dorronsoro, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid.
La investigación está liderada por organismos y centros públicos que sirven a intereses gubernamentales. A pesar de todo, Dorronsoro se resiste a creer “que en China vaya a surgir una superinteligencia Darth Vader”. •
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