No, tu médico no va a atenderte por Whatsapp
La implantación casi universal de dispositivos móviles ha disparado las consultas médicas telemáticas, pero más que un sustitutivo de la asistencia primaria no deja de ser una herramienta más
Desbloqueo el móvil para buscar mi app de servicios médicos. La abro y, en poco segundos, tengo en la pantalla al doctor. Después de unas preguntas, recibo mi diagnóstico. Me quedo tranquilo porque, como pensaba, no era nada grave. Menos mal que no he perdido mi tiempo en el ambulatorio. Aunque parezca el típico ejemplo de telemedicina, en realidad conviene buscar otra nombre. “La gente entiende por telemedicina ponerse en contacto con un doctor y obtener un diagnóstico. Esto es una teleconsulta y raya lo deontológicamente reprobable. Puede ser un recurso, pero jamás sustituirá al profesional”, asegura el doctor Miguel Ángel Sánchez, presidente del Colegio de Médicos de Madrid.
En una materia tan delicada como la salud, no todas las herramientas digitales pueden utilizarse de buenas a primeras. Sánchez no duda que esta transformación conlleva bastantes mejoras, pero que quedan ciertos obstáculos que sortear para adaptarse con todas las garantías. Con cerca de un millón y medio de profesionales trabajando en el sector, a veces resulta complejo incorporar los nuevos avances técnicos. “Adaptar la tecnología y convertirla óptimamente según nuestras necesidades es algo que requiere tiempo. Cuando superamos esto, interactuar con el ciudadanos será más sencillo”, recalca.
El presidente del Colegio de Médico de Madrid defiende en todo momento la necesidad de explorar a los pacientes, sin un smartphone de por medio. Bien distinto es cuando toca hacer un seguimiento o hablamos de enfermos crónicos. Aquí, según sus propias palabras, es donde la verdadera telemedicina cobra sentido. Como explica, a partir de datos objetivos concretos, evaluables y cuantificables, aportados por el internet de las cosas, por ejemplo, puede comprobarse la evolución en el teléfono o una aplicación. “Tengo una historia clínica hecha antes. Conozco al paciente previamente al uso de la telemedicina”, añade.
Para una parte de la sociedad la llamada cibermedicina está alejada de cómo recurrir a la asistencia primaria, aunque, tal y como concluye la consultora Mordor Intelligence, el mercado del e-Health facturará 200 millones de euros el próximo año en España. Fruto de este auge, el número de startups tampoco cesa de crecer –han invertido unos 3.000 millones de euros en 2018 según un estudio de Axon Partners Group– y la digitalización se ha colado por completo en el sector. Pero, ¿la telemedicina pretende cambiar a mi médico de cabecera y otros profesionales sanitarios?
El denominado ambulatorio del futuro
De este negocio por aunar la asistencia primaria y la implantación tecnológica surge Forward. Esta startup estadounidense ofrece a los usuarios lo que llama el ambulatorio del futuro. Ni estetoscopios ni brazaletes para tomar la tensión. Todo en sus sedes es digital. Utilizan desde un escáner corporal para conocer los valores típicos de una analítica hasta otro de venas para saber lo que recorre nuestro torrente sanguíneo. Afirman que todo está siempre controlado por sus médicos, a los que pedir cita si lo deseamos, así como de la fiabilidad de su tecnología. Todo lo gestionamos a través de su app, donde se almacena nuestro historial médico o vacunas. “Identificamos tus riesgos genéticos, entendemos tus objetivos de bienestar y te ofrecemos planes preventivos para el futuro”, comentan desde Forward.
Este servicio puede chocar con un modelo sanitario como el español, en el que no hace falta pagar por mantener nuestra salud a raya. Las listas de espera, el tiempo de dedicación y la demora en procedimientos médicos rutinarios son otras variables que influyen en el auge de la llamada telemedicina. La encuesta de usuarios 2018 sobre sanidad digital en España, elaborada por Accenture, determina que el 81% de los pacientes recurriría a la atención virtual para citas fuera del horario habitual. “Si alguien quiere inmediatez, pude ser una herramienta útil. El paciente busca un tratamiento personalizado. Lo que está claro es que la transformación digital ha cambiado radicalmente la profesión en los últimos 15 años”, sostiene Sánchez.
Pillo, el robot que dispensa pastillas
Entre wearables para medir los latidos del corazón, realidad virtual que simula operaciones y apps de todo tipo, la inteligencia artificial no quería perder su oportunidad. Desarrollado por Pillo Health, Pillo es un robot que lo mismo dispensa medicinas tras reconocer nuestra cara que te conecta en su pantalla por videoconferencia con un médico. Este híbrido entre asistente virtual, también cuenta con asistencia por voz, y cibermedicina promete convertirse en un servicio de enfermería permanente en nuestro hogar. “Sabe perfectamente cuando es el momento de tu dosis, con lo que nunca te olvidarás de tomarte las pastillas gracias a sus notificaciones inteligentes”, exponen desde Pillo Health.
Debates al margen sobre qué es telemedicina y qué no, lo que sí queda claro es que la asistencia primaria vive su propia revolución de la mano de la tecnología. Uno de los retos, como precisa Sánchez, radica más en la gestión de todos los datos clínicos que en ponernos delante de una pantalla para saber si tenemos gripe. “Gracias a la verdadera telemedicina, podemos educar a los pacientes crónicos para que mejoren en su toma de decisiones. Con los diabéticos tenemos un campo enorme de actuación, pero también podemos ampliarlo a gente con problemas de coagulación o respiración”, zanja. Todo parece compatible, aunque, por mucho que abra una app,mi doctor de cabecera seguirá pasando consulta en el centro de salud.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.