Viviendas más eficientes
Los fondos europeos son necesarios, pero no suficientes. Las entidades financieras pueden desempeñar un papel en el acompañamiento a sus clientes para la renovación energética
El 80% de los edificios españoles se consideran ineficientes desde el punto de vista energético, en gran medida, dada la antigüedad del parque inmobiliario español. Aunque las nuevas promociones ya son eficientes energéticamente debido, sobre todo, a la regulación europea en esta materia, es urgente acometer actuaciones de rehabilitación energética que, sin duda, constituirán una oportunidad para todos: particulares y empresas, viviendas y sector terciario, sector productivo y, por supuesto, el planeta. Sin embargo, existen dos barreras fundamentales.
La inversión necesaria para mejorar significativamente el rendimiento energético y de recursos de los edificios, es decir, renovaciones profundas, a menudo supone altos costos iniciales con períodos de recuperación prolongados. Se requiere desde una inversión mínima en torno a 1.000 euros para la renovación de calderas, hasta inversiones promedio entre 6.000 euros y 20.000 euros para la renovación de envolventes, en viviendas colectivas o unifamiliares, lo que supone un desembolso inicial difícil de asumir para la mayoría de las familias en España.
Por otro lado, el período de amortización suele considerarse excesivo para las familias y las empresas, ya que puede llegar a ser de hasta 20 años. En el caso de sistemas de control térmico, los períodos de recuperación van desde los 3 a los 6 años para calderas y aerotermias. Con las instalaciones de placas fotovoltaicas, los periodos de retorno se encuentran en torno a los 7 años. En las rehabilitaciones estructurales, que permitirán actualizar el parque de edificios, la recuperación de la inversión se produce en periodos de 15 a 20 años para la renovación de envolventes.
A pesar de las barreras señaladas, dada la situación del stock de edificios en España, es imprescindible abordar reformas y no perder de vista que las inversiones iniciales se recuperan a partir del ahorro de energía y los recursos generados y la rentabilidad a medio y largo plazo para el beneficiario es clara.
Vemos, por tanto, que la financiación es clave: los fondos europeos y, en concreto, el programa de ayudas a las actuaciones de mejora de la eficiencia energética en viviendas, enmarcado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financia actuaciones que consigan una reducción de, al menos, el 7% de la demanda energética calefacción y refrigeración, rebajar el consumo de energía primaria no renovable un 30% o la sustitución de la envolvente térmica, como el cambio de ventanas. El importe de la subvención es del 40% del coste de la actuación, con un límite de 3.000 euros por vivienda. Además, existen ayudas ofrecidas por las comunidades autónomas y los Ayuntamientos, aunque se echa en falta un portal a través del cual los beneficiarios conozcan dichas ayudas y los canales para su obtención.
Los fondos europeos son necesarios, pero no suficientes. Las entidades financieras pueden desempeñar un triple papel en el acompañamiento a sus clientes para la renovación energética: canalizar las posibles ayudas y subvenciones; apoyar a sus clientes en la financiación de las inversiones y la gestión de las ayudas; así como en la selección de la solución y rehabilitación energéticas más adecuadas y proponer proyectos de eficiencia energética que generen impacto.
Aligerando así no solo la carga económica, sino también la administrativa, se contribuirá al impulso social para la optimización de la utilización de recursos y la reducción de emisiones contaminantes.
Pero también es clave crear conciencia e incentivar estas actuaciones y contar con el marco legal adecuado, para lo cual sería necesario impulsar medidas fiscales como la exención de subvenciones a efectos de renta y para el impulso de la inversión privada en el desarrollo de proyectos de rehabilitación energética, o la homologación de soluciones y proveedores de rehabilitación energética y certificación.
Finalmente, es crucial la colaboración público-privada para que estén disponibles datos de eficiencia energética, y en este sentido, los Certificados de Eficiencia Energética juegan un papel fundamental. Hay una alta presión por parte de las autoridades europeas por avanzar en la medición de los riesgos climáticos, para lo cual, se precisa un marco regulatorio que aporte herramientas y planes de actuación que faciliten la transición a un mundo más verde.
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