El órdago de Arrimadas
La aspirante a presidir Cs plantea un cambio estratégico con riesgos al abrirse a las alianzas electorales con el PP
Inés Arrimadas ha heredado de Albert Rivera el estilo político de los golpes de efecto. La portavoz parlamentaria de Ciudadanos y, de momento, única aspirante a liderar el partido ha sorprendido esta semana con un giro de guion de aire riverista al proponer que Cs se abra a alianzas con el PP en las tres comunidades que celebran elecciones en 2020: Cataluña, País Vasco y Galicia. La gestora de Cs no tenía previsto abrir todavía el melón de las coaliciones electorales. El plan era posponer el debate hasta que el horizonte electoral estuviera más cerca y evitar que el tema centrara el congreso del partido, los próximos 14 y 15 de marzo. Pero el anuncio del miércoles de Quim Torra de adelantar las elecciones en Cataluña, aún sin fecha, precipitó los planes y Arrimadas tomó la iniciativa. La apuesta de la candidata afronta riesgos: internamente, porque los críticos sopesan dar la batalla en contra en el congreso de marzo; y hacia fuera, porque el barón gallego del PP Alberto Núñez Feijóo amenaza con dinamitar su plan de negociar en conjunto en las tres comunidades.
La apuesta por abrir Ciudadanos a las alianzas electorales “constitucionalistas” —que en realidad serán con el PP como partido principal, aunque también invita al PSOE— es la primera decisión de calado de Arrimadas desde la dimisión de Rivera. El anuncio de que propondrá a la gestora que estudie esos posibles pactos provocó el asombro en el partido fuera del núcleo duro, donde el debate ya estaba claro pero se había decidido retrasar. “Nos hemos enterado por la prensa”, reconoce un veterano diputado del Parlament. Prueba del sigilo con el que se llevaban los planes y de que estos se han adelantado es que la ponencia sobre la nueva estrategia enviada a los miembros del consejo general hace justo dos semanas no decía nada del propósito de concurrir a las urnas en coalición. A principios de semana, fuentes de la gestora negaban que la posición hubiera cambiado: la tesis oficial era concurrir en solitario. Hace solo seis días, el secretario general saliente, José Manuel Villegas, descartaba listas conjuntas con el PP en una entrevista en Europa Press: “Lo podemos hacer como fuerza autónoma y hay que intentarlo”.
Golpe de autoridad
La proximidad de las urnas en Cataluña ha forzado el cambio planes de Arrimadas, que defenderá su propuesta en la dirección provisional este próximo miércoles, sin esperar a que dentro de mes y medio se celebre el congreso que tiene que elegir al nuevo presidente y el rumbo para cuatro años.
Arrimadas ha dado un golpe de autoridad con una apuesta personal sobre el camino de Cs sin haber sido aún elegida como líder. “Es la única candidata al congreso, la portavoz del grupo parlamentario y por eso la voz más visible y que políticamente representa a Cs. Tiene la legitimidad para proponer, aunque no puede tomar la decisión”, la defiende un dirigente de la gestora. En la ruta escogida, Arrimadas ha optado por una evolución natural de la estrategia de Rivera. Aunque este siempre rechazó la propuesta de Pablo Casado de presentarse juntos a las elecciones — “España suma, pero la corrupción resta”, decía el líder dimitido— en realidad la alianza con el PP es coherente con la estrategia de pactos de Cs, que comparte todos sus Gobiernos autonómicos con el PP y el Ayuntamiento de Madrid. “Arrimadas tenía ante sí una disyuntiva clara: podía construir un proyecto claramente alternativo al del PP, lo que entonces obligaba a romper algunos de los pactos territoriales y a tener un discurso diferenciado del PP y muy claramente de Vox, o si no la coalición con los populares era la progresión normal”, analiza un exdirigente del partido.
La propuesta de Arrimadas se limita solo a abrirse a estas coaliciones de forma “excepcional” en “tres territorios con graves amenazas populistas y nacionalistas”, pero en un sector del núcleo de Rivera se apunta ya a la convergencia total con los populares. “PP y Ciudadanos deberíamos presentarnos juntos a todas las elecciones”, defiende el exportavoz parlamentario Juan Carlos Girauta, ahora fuera de los órganos pero con ascendencia en el partido.
La decisión entraña riesgos internos para Arrimadas, que hasta ahora afrontaba el congreso del partido sin excesivas complicaciones. En la reunión que el sector crítico encabezado por el vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, celebró el viernes ante unas 120 personas en un centro cultural en Barcelona, algunos de los dirigentes analizaban que el congreso podría girar ahora sobre el debate de mantener o no la autonomía del proyecto. Hasta ahora, la corriente de Igea, que aún medita si presentarse contra Arrimadas, solo confrontaba por el modelo de partido. Pero podría haber encontrado una nueva baza oponiéndose a la coalición con el PP. “Nos lo ha puesto en bandeja”, sostiene una fuente del lado de los críticos. Igea ha advertido ya de que un cambio de este calado deberá ser debatido en el congreso, y de que él se opondrá. “Creo que no es una buena idea. Estratégicamente supone colocarse definitivamente en un sitio, y no veo ganancia. En la política española las coaliciones preelectorales nunca suman”, sostiene Igea.
El otro frente está en Galicia. El plan de Cs es negociar en un paquete la coalición en Cataluña, País Vasco y Galicia para optimizar sus cartas con el PP. Su posición dominante es clara en Cataluña, por la del PP en las otras dos comunidades, donde Cs no tiene representación. Pero el presidente gallego ha mostrado sus reticencias, lo que inquieta en la cúpula de Cs. “La generosidad tiene que ir en ambas direcciones. No puede ser aquí no quiero, pero aquí sí. Esperamos que el PP no apueste por el oportunismo partidario”, apunta un dirigente.
Arrimadas ha escogido la audacia, lo que le ha valido el aplauso del cofundador del partido Albert Boadella: “Ha surgido la gran líder de Cs”. El órdago de la candidata espera ahora respuesta.
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