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Manuel Castells, un académico comprometido

Su trabajo sobre la sociedad de la información es un referente mundial

Milagros Pérez Oliva
Manuel Castells, el pasado mes de junio en Brasil.
Manuel Castells, el pasado mes de junio en Brasil.antonio lacerda (efe)

Cuando la mayoría de la gente apenas intuía el impacto que podía tener Internet, Manuel Castells (Hellín, Albacete, 77 años) ya había escrito su gran obra sobre la sociedad de la información y había vaticinado que el avance disruptivo de las nuevas tecnologías de la comunicación no solo cambiaría nuestra manera de comunicarnos y acceder a la información y la cultura, sino que configuraría un nuevo modelo de producción, una nueva economía.

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Con la trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura (1996-2003), Castells se convirtió en el referente internacional de la nueva sociedad de la información. Investigador incansable, no ha dejado de publicar libros y trabajos científicos mientras ejercía como asesor de todo tipo de organismos internacionales, desde la Unesco a la Comisión Europea, y numerosos Gobiernos. Como resultado de este ingente trabajo, Castells ocupa la sexta posición de la lista de investigadores más citados entre 2000 y 2017 en el Social Science Citation Index.

Pero su interés como sociólogo ha sido siempre global, holístico y no se ha limitado a analizar los efectos de la revolución tecnológica, sino a explorar las mutaciones de un mundo en rápida transformación inmerso en un proceso de globalización que trae consigo nuevas formas de exclusión. Su preocupación por los efectos sociales de la evolución económica y política ha estado presente en toda su obra, con títulos recientes tan explícitos como La crisis de Europa o Ruptura, la crisis de la democracia liberal, en los que aborda las causas de la pérdida de legitimidad de las instituciones.

Castells siguió muy de cerca las discusiones del Foro Social de Porto Alegre, el movimiento del 15-M en España y todas las revueltas de los indignados que recorrieron el mundo por esos años, desde las primaveras árabes a las protestas de Occupy Wall Street. Analizó sus motivaciones y el cambio que implicaban en obras como Redes de indignación y esperanza, un título de referencia sobre las nuevas formas de expresión política. Con Pekka Himanen publicó Sociedad de la información y Estado de bienestar, en el que sostienen que, como demuestra el caso de Finlandia, es posible estar en la vanguardia de las transformaciones tecnológicas y de la globalización sin pagar por ello un alto precio en términos de desigualdad y exclusión social.

Hombre discreto, de profundas convicciones progresistas, que rehuye la notoriedad y los focos de las televisiones como si quemaran, ha cimentado una ingente obra académica sobre la formación de equipos multidisciplinarios a los que ha exhortado a explorar nuevos ángulos de la realidad. Sus colaboradores saben desde el primer contacto que todo esfuerzo será poco para estar a la altura de la exigencia que Manuel Castells se aplica a sí mismo y a sus equipos. Esa es la clave de su exitoso paso por las universidades más prestigiosas. Expulsado de España por el franquismo, se licenció en Sociología por la Universidad de París, en la que tuvo como mentor a Alain Touraine, y con apenas 24 años se convirtió en el profesor más joven de esa universidad. De París saltó a la Universidad de California en Berkeley, donde fue catedrático de Sociología y Planeamiento Urbano y en la que a lo largo de 24 años desarrolló la parte central de su carrera. Sin dejar esta institución, de la que sigue siendo catedrático emérito, Castells regresó a España para dirigir el Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya.

Autor de 26 libros y coautor o editor de otros 22, es doctor honoris causa por 18 universidades europeas y ha sido profesor invitado en 17 de las más prestigiosas del mundo, entre ellas las de Oxford y Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). El número de premios y distinciones que figuran en su currículo apabulla, entre ellos el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política en 2008 o el premio Holberg de 2012 creado por el Parlamento de Noruega para suplir las carencias del Nobel en ciencias sociales. Tener ese nivel de reconocimiento internacional es una excelente credencial para ocupar la cartera de Universidades.

En los últimos años se ha implicado en el devenir político español e internacional desde tribunas periodísticas y foros de debate. Ha expresado sin tapujos críticas aceradas a la forma en que se abordaba desde las instituciones del Estado el conflicto político catalán y también a la forma en que se ha gestionado la crisis económica en España y en Europa. Comprensivo con las causas que han llevado al auge del soberanismo en Cataluña, ha abordado también el papel que desempeñan las nuevas identidades religiosas, culturales y nacionales en el mundo global. La línea de pensamiento que ha expresado en sus artículos periodísticos ha estado en sintonía con las nuevas corrientes políticas de la llamada izquierda transformadora. En las elecciones brasileñas hizo un llamamiento a los intelectuales para impedir la elección de Jair Bolsonaro y en las últimas municipales apoyó la candidatura de Ada Colau como alcaldesa de Barcelona. Ahora responde a su llamada para una tarea tan comprometida como formar parte del Gobierno en estos tiempos de polarización extrema.

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