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El Rey culmina su visita a La Habana con una reunión sorpresa con Raúl Castro

Borrell rechaza en Cuba el "bloqueo norteamericano porque hay que llamar a las cosas por su nombre"

El Rey, durante su reunión con Raúl Castro. En vídeo, última jornada del viaje de los Reyes a Cuba.Foto: atlas

El Rey ha culminado este jueves su histórica visita a La Habana con una entrevista privada y por sorpresa con Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) y hombre fuerte del país. Fueron las propias autoridades cubanas las que el miércoles por la noche pidieron a la delegación española la celebración de este encuentro, según ha explicado el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Josep Borrell, quien lo ha calificado de “gesto de amistad y deferencia”. El Rey y el expresidente cubano se conocen personalmente, pues han coincidido en tomas de posesión de mandatarios latinoamericanos. Raúl Castro, de 88 años, dejó la jefatura del país en abril del año pasado, pero sigue siendo el referente del régimen.

La invitación para la entrevista llegó después de que Felipe VI hiciera un alegato en favor de la democracia y los derechos humanos en presencia del presidente cubano y sucesor de Raúl, Miguel Díaz-Canel. Tras recordar que los cambios no pueden imponerse desde fuera, en alusión a las presiones de Washington para forzar un cambio político en La Habana, Felipe VI subrayó la necesidad de que las “instituciones representen toda la realidad diversa y plural” que hay en la sociedad y respeten los derechos de los ciudadanos; “entre ellos, la capacidad de expresar libremente sus ideas, la libertad de asociación y reunión”.

El Rey puso como modelo la Constitución de 1978 y añadió que los españoles han aprendido de la misma que “es en democracia como mejor se representan y se defienden los derechos humanos, la libertad y la dignidad de las personas y los intereses” de los ciudadanos.

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Aunque no se había anunciado que hablaría, Díaz-Canel recogió el guante y respondió al Rey reivindicando la soberanía e independencia de los cubanos para decidir su sistema político y el ritmo y el alcance de sus propios cambios. “En este camino que por voluntad propia hemos elegido es importante contar con el acompañamiento de verdaderos amigos en el mundo y los españoles se encuentran entre ellos”, añadió. Borrell reconoció que el discurso del Rey era conocido por la parte cubana y fue objeto de una laboriosa gestación. “Abordó asuntos que pueden provocar problemas de una manera que no los provocó y dijo todo lo que tenía que decir de forma contundente y cordial”, resumió.

Las palabras de ambos jefes de Estado fueron cuidadosamente elegidas para que no resultaran disonantes. Ambos utilizaron el verbo “acompañar” para referirse al apoyo de España a la transformación en que está inmersa Cuba, pero mientras el Rey hablaba de cambios políticos hacia un régimen democrático, pluralista y respetuoso con los derechos fundamentales; el presidente cubano se refería exclusivamente a reformas económicas.

La sintonía entre los dos Gobiernos se ha visto facilitada por el común rechazo a las sanciones impuestas por la Administración Trump a Cuba, de las que son víctimas las empresas españolas con intereses en la isla caribeña. Borrell ha condenado este jueves con radical contundencia la aplicación de la Ley Helms-Burton y ha calificado por primera vez de “bloqueo” la escalada de medidas de Washington para provocar el colapso de la economía cubana.

“Rechazamos rotundamente la actitud de Estados Unidos hacia Cuba. Rechazamos el bloqueo americano, hay que llamar a las cosas por su nombre”, ha dicho el todavía jefe de la diplomacia española y futuro Alto Representante para la Política Exterior de la UE. Tanto España como la Unión Europea, ha asegurado, “rechazan, no aceptan y combatirán” la pretensión de Washington de aplicar extraterritorialmente sus leyes, lo que constituye un “abuso de poder no acorde con el Derecho Internacional”.

Borrell admitió que probablemente la visita del Rey a Cuba “no le habrá hecho ninguna gracia” a la Administración estadounidense, pero negó haber recibido quejas directas o indirectas de Washington, aunque no descartó que la fake news sobre la supuesta imposición de sanciones a España por su política hacia Venezuela (utilizada por el líder del PP, Pablo Casado, en el debate televisado de los candidatos a La Moncloa) pudiera tener relación con el malestar de sectores cubano-americanos por el viaje.

El Rey se reunió en La Habana con directivos de 18 empresas españolas con intereses en Cuba, algunas afectadas por la Ley Helms-Burton, y con 22 representantes de la denominada sociedad civil: desde emprendedores y dueños de negocios privados, como el propietario del restaurante La Guarida, Enrique Núñez, hasta periodistas de medios digitales independientes y artistas y escritores como Jorge Perugorría o Leonardo Padura, premio Príncipe de Asturias.

Según varios de los asistentes, el Rey les prometió “acompañar” (verbo talismán) las iniciativas independientes empresariales y culturales que España considera "la levadura" de la transformación en Cuba y les preguntó si consideran irreversibles las reformas económicas. “Un paso adelante, dos atrás”, resumió uno de ellos. La Reina se interesó especialmente por la situación de las publicaciones independientes online y las posibilidades de acceso de la población. Pocas, dado el alto coste de Internet, le explicaron. Todos les agradecieron la visita y les pidieron que España refuerce relaciones con Cuba y dé aliento y visibilidad a su incipiente sociedad civil.

Antes de salir hacia Santiago de Cuba, última etapa de su histórico viaje a la isla caribeña, los Reyes visitaron el Museo Nacional de Bellas Artes, donde se expone un autorretrato de Goya cedido durante un mes por el Museo del Prado, y el Instituto de Inmunología Molecular, dedicado a la investigación contra el cáncer.

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