La economía ante otras elecciones: un panorama más sombrío
El nuevo Gobierno deberá afrontar la desaceleración económica e impulsar reformas tras años de parálisis
A principios de año, todo parecía ir sobre ruedas. Álvaro Herrero, adjunto a la dirección de una pyme de componentes metálicos, veía el futuro despejado. Este empresario de 35 años, tercera generación de la familia que en 1962 fundó el germen de lo que hoy es Industrias Jacinto Herrero, confiaba en que las ventas de sus productos destinados a automóviles y electrodomésticos repuntarían este año en torno al 15%. En ese momento de optimismo, Herrero y otras nueve empresas cántabras necesitadas de mano de obra especializada impulsaron un programa para contratar y formar a diez nuevos trabajadores. Hoy, casi un año más tarde, las cosas han cambiado mucho.
“Vivimos un parón generado por las incertidumbres que nos rodean. Prevemos una caída de ventas en el primer semestre de 2020, así que todos los planes de contratación e inversión quedan en el aire. Si los mantenemos, será a costa de beneficios”, explica por teléfono desde el polígono de Guarnizo donde trabaja, a pocos kilómetros de Santander. Herrero no es el único que arrastra esta preocupación. La última encuesta del Instituto de la Empresa Familiar ha salido este año con un tono más grisáceo: un 16% de los empresarios encuestados piensan reducir plantilla (frente al 7% de 2018) y el porcentaje de los que se plantean invertir ha caído del 80% al 73%.
El Gobierno que salga de las urnas el próximo domingo —si es que se logra formar uno— lo va a tener más complicado que tras las elecciones del 28 de abril. No solo porque la sentencia del procés haya enmarañado aún más la explosiva situación en Cataluña. La economía también emite señales de fin de ciclo.
El FMI prevé que la economía global, lastrada por las tensiones comerciales y riesgos que asoman en cada esquina del planeta, crezca al ritmo más lento desde la crisis de 2008. Europa se enfrenta a un crecimiento raquítico, con pesos pesados como Alemania o Italia al borde de la recesión. Rafael Doménech, de BBVA Research, destaca que pese a un verano lleno de malas noticias, la situación parece haberse tranquilizado. “El deterioro no va a más, se estabiliza”, señala.
Por ahora, España ha aguantado el tirón mejor que sus vecinos. Pero el contagio de los males externos parece inevitable, arrastrando además debilidades internas como la segunda tasa de paro más alta de la UE o una deuda pública cercana al 100% del PIB. Si las cosas se ponen feas, una nueva crisis cogería a España con el pie cambiado: las cuentas públicas dejan poco margen para que la política fiscal impulse el crecimiento; y la monetaria tampoco puede hacer mucho más, con un BCE que prácticamente ha agotado su arsenal de herramientas.
La última EPA encendió una luz de alarma. Pese a que la tasa de paro haya bajado del 14% por primera vez en una década, los datos de creación de empleo en el tercer trimestre fueron los más débiles desde 2012, cuando España atravesaba el oscuro túnel de la recesión. Se evidenciaba así el contagio del catarro de la economía global. Los datos de crecimiento, sin embargo, muestran por ahora una sorprendente resistencia de la economía española: el consumo de las familias, la inversión y el gasto de las Administraciones permiten todavía una muy respetable tasa del 2%.
María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, prefiere alejarse de cualquier catastrofismo. “Hace tiempo que esperábamos una ralentización suave, y es lo que los datos no están mostrando”, asegura. ¿A qué retos se enfrenta el próximo Gobierno? “A corto plazo, hacer frente a la desaceleración sin un deterioro importante de las cuentas públicas. Y a largo, preparar a España para la revolución tecnológica que ya ha empezado. Ni estamos preparados ni se están tomando medidas para ello. Incluso algunas decisiones van en sentido contrario”, concluye la economista.
Pese al bloque político, España sigue creciendo por encima de la media europea. Pero Doménech recalca las oportunidades perdidas tras años de ausencia de reformas. BBVA Research calcula que este bloqueo —que impide avanzar en asuntos tan importantes como financiación autonómica, pensiones, mercado laboral o educación— ha restado a la economía española entre 150.000 y 200.000 empleos en los últimos cuatro años.
Herrero protesta por las trabas contra las que chocan él y otros empresarios en su día a día. Son problemas que no acaparan los minutos de oro de los debates ni están en lo más alto de las agendas de los responsables públicos. El mayor de ellos, sin duda, la educación. “Faltan planes de formación dual. Y en el sector de la automoción no hay una estrategia global. Es necesario un Gobierno que mande señales claras”, asegura. Este joven empresario ve con preocupación lo que puede pasar en los próximos meses. “Si estuviéramos como hace un año, nos plantearíamos coger a otra persona en formación. Pero ahora nada es seguro. Podemos aguantar un tiempo sin regulación de empleo, pero solo si la situación mejora. Todo tiene un límite”, concluye.
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