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El “pescado vendido” de los dos diputados por Soria

PP y PSOE se reparten desde 2004 la pareja de escaños que le corresponden a la provincia

Juan Navarro
Javier Antón (PSOE) y Tomás Cabezón (PP), ante la iglesia de San Miguel en Almazán.
Javier Antón (PSOE) y Tomás Cabezón (PP), ante la iglesia de San Miguel en Almazán.R.G.

El invierno demográfico ha reducido la provincia de Soria (88.600 habitantes) a ser la única de la Península que aporta solo dos escaños de los 350 que tiene el Congreso. En 2004 la pérdida de peso poblacional frente a otras circunscripciones la llevó a perder el tercer asiento y a quedar solo por encima de Ceuta y Melilla, con un representante cada una. Desde entonces, el PP y el PSOE se han repartido ambas actas.

La campaña en Soria no acoge mítines masivos o candidatos besando a niños. Principalmente, en este último caso, porque no abundan. Los partidos se guían, en esta semana de apelación exprés al voto, por razones como que haya mercado y, así, más gente. Los dos representantes de Soria en Madrid, el socialista Javier Antón y el popular Tomás Cabezón, lo comentan juntos ante un café en la segunda localidad más habitada de la región: Almazán (5.500 personas). Ambos siguen métodos similares para llegar a su electorado: el puerta a puerta, citarse con los afiliados y, sobre todo, kilómetros en coche. Las propuestas para combatir la despoblación, pues se trata de un territorio con una densidad demográfica pareja a la de Laponia, marcan la diferencia entre ellos.

El resto de partidos plasma con una metáfora elocuente su frustración: “Está todo el pescado vendido”. Juan Carlos García, de 20 años, candidato de Unidas Podemos y alcalde de Fuentecantos (53 habitantes), cree que la lonja electoral soriana no tiene nada que ofrecer, pero valora la posibilidad de “escuchar a la gente” que le ofrece la campaña. Cada voto cuenta, añade, para presionar al PSOE a escala nacional. El más optimista es Rodrigo Garray, candidato de Ciudadanos. “Los partidos nuevos podemos impulsar el cambio”, proclama, y rechaza resignarse ante el “turnismo” soriano. Vox no ha respondido a este periódico. 

La expresión mercantil la emplean también los grupos localistas Soria ¡Ya! y Plataforma por el Pueblo Soriano (PPSO). Los primeros no se presentan a los comicios. Creen imposible pescar un diputado en una región tan envejecida —la edad media es de 47,45 años, cuatro más que la nacional— y fiel al bipartidismo, afirma su portavoz Juan Antonio Palomar. José Antonio Miguel, presidente del PPSO, que sí concurre, aspira a meter presión para solucionar los problemas de la provincia. Lo de llegar al Congreso parece más lejano. Soria ¡Ya! y el PPSO están enfrentados porque estos han utilizado lemas vinculados a la asociación apartidista, que lo ha denunciado sin éxito ante la Junta Electoral Provincial. 

Javier Antón y Tomás Cabezón se saludan en Almazán.
Javier Antón y Tomás Cabezón se saludan en Almazán.Ricardo Gutiérrez.
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Para la asesora política especializada en campañas electorales Alicia Gil-Torres, Soria ejemplifica que el bipartidismo no ha muerto, sino que ha pasado a una “guerra entre izquierda y derecha”. Gil-Torres comprende que los líderes de las formaciones no se asomen por Soria durante la campaña, y menos en una tan breve. Lo más importante es calibrar el “rédito mediático y político”, observa. En Soria no hay ni industria ni medios potentes, lo cual dificulta que las caravanas electorales acudan a este caladero de votos, se lamenta. Los principales motores económicos de la región son el turismo, con más de 50.000 visitantes anuales para apreciar el patrimonio histórico y rural soriano, y el sector primario. El río Duero es un activo muy valioso para ambas áreas. 

El socialista Antón y el popular Cabezón, en su particular debate en el bar de Almazán, cuentan que llaman frecuentemente a sus partidos para obtener atención. Comprenden que sus líderes acudan a otros territorios con más escaños en liza. La panadera Montse Lafuente vuelve a los símiles acuáticos para expresar que la escasa representación “es la pescadilla que se muerde la cola”, pues impide que España escuche las demandas de una región con apenas nueve habitantes por kilómetro cuadrado.

La joven Ana Andrés, de 22 años, es una de las sorianas que votaría más allá de PP o PSOE si hubiese más diputados en juego. El frío de la despoblación se ha colado por su abrigo: pronto abandonará su puesto de enfermera en Almazán, donde solo cubre ocho horas semanales, para dirigirse al calor de mejores jornadas en Tarazona (Zaragoza). “Me gustaría quedarme”, afirma, apenada porque los políticos “solo se interesan por nosotros en campaña”. Muy pronto ningún partido de Soria podrá echar sus redes sobre ella.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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