El gurú de La Moncloa desvela su estrategia
Iván Redondo defiende que la visión del PSOE como “partido institucional” es su gran baza para el 10-N
Los Gobiernos de España no los han decidido nunca los extremos. El centro político ha inclinado, descontando los primeros años de UCD en la Transición, las mayorías sociales a favor del PSOE y del PP. “En una dirección u otra, España siempre ha querido buscar a su partido institucional”, resume Iván Redondo las últimas cuatro décadas de democracia liberal. El director del gabinete de Pedro Sánchez confía en que las elecciones generales del 10 de noviembre las decidirá “la mayoría cautelosa”. Una bolsa de millones de ciudadanos que no tienen un voto definido pero que, según Redondo, “siempre ha votado algo muy razonable”.
Fue una de las confidencias del “hombre del momento”, como lo definió Iñaki Ortega, director de Deusto Business School en Madrid, la tarde del pasado jueves ante 150 alumnos y algún curioso. Redondo, antiguo alumno de la casa, rechazó los halagos: “Nadie hace ganar a nadie, la política es un deporte de equipo”.
La estabilidad, encarnada por un Gobierno “coherente” —lo contrario, según los socialistas, de una coalición con Podemos y sus confluencias— será la bandera de Sánchez en las seis semanas que restan hasta el 10 de noviembre. La volatilidad de los próximos acontecimientos, con un octubre muy político en el que múltiples amenazas pondrán a prueba la fortaleza del sistema —Brexit, reacción en Cataluña a la sentencia del procés, freno de la economía— reforzaría la atracción de esa “mayoría cautelosa” hacia el PSOE. Para lograrlo, Sánchez se venderá como la mejor garantía de futuro, explicó Redondo. O como definen otras fuentes del Ejecutivo: el 10-N se votará “Gobierno sí o Gobierno no”.
Por eso mismo, y después de ganar las elecciones del 28 de abril con dos millones más de votos respecto a 2016 —la mitad procedentes de Unidas Podemos y el resto, de abstencionistas, del electorado de Ciudadanos y en menor medida del PP—, los socialistas confían en crecer el 10-N apelando al votante más moderado.
Quizás debido a esa búsqueda del centro, Redondo se definió ante sus compañeros de universidad como “un centrocampista” —“repartes el balón, recibes patadas...”— “vinculado” a Sánchez. No al PSOE, donde abundan quienes le perciben como un elemento extraño que vive en una campaña permanente. El pasado de Redondo como responsable de las campañas de dirigentes del PP como Xavier García Albiol al Ayuntamiento de Badalona, de Antonio Basagoiti en el País Vasco y sobre todo de José Antonio Monago, en las que acabó con la hegemonía socialista en Extremadura, no le ha convertido en la persona más popular en el PSOE. A Redondo no parece importunarle en exceso. Y responde ante Sánchez. “El presidente está muy hecho, su trayectoria la conocen todos los españoles. Le veo muy fuerte, ha crecido muchísimo”, valoró.
Otra cuestión es el voto más ideológico, que se movilizó el 28-A por el temor a la ultraderecha. En el aparato socialista esperan que la exhumación de Franco active a los fieles más decepcionados por la falta de acuerdo de la izquierda para formar Gobierno. Pero Redondo no quiso darle públicamente esa relevancia: “Es un mandato de Parlamento, a propuesta del PSOE. Hay una sentencia del Supremo y se hará cuanto antes”, se limitó a observar.
La irrupción de Íñigo Errejón hace los pronósticos más imprevisibles. Eso sí, en Ferraz y La Moncloa le perciben como un socio más fiable que Pablo Iglesias. “Defiende un Gobierno progresista y estable. Se puede lograr a partir de diferentes tipos de acuerdo”, cerró el considerado gurú de La Moncloa.
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