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Borja W, la difusa frontera entre héroe y criminal

Vox ha hecho bandera del joven condenado a dos años de cárcel por matar al ladrón de un bolso

Miguel González

El pasado martes, Vox tomó por bandera el caso del joven Borja W., condenado a dos años de cárcel por un delito de homicidio imprudente. Además de solicitar su indulto, el partido ultranacionalista lanzó una campaña de crowdfunding para recaudar los 180.000 euros que debe pagar como responsabilidad civil y propuso una reforma legal para que “se reconozca como legítima defensa la actuación en beneficio de terceros, en concreto en defensa de personas en situación de especial vulnerabilidad”.

Esta reforma es innecesaria, pues el vigente artículo 20 del Código Penal ya reconoce como eximente “obrar en defensa de la persona o derechos propios o ajenos”, siempre que se den determinadas condiciones: que haya una agresión ilegítima, que la respuesta sea proporcional y que no haya provocación de la víctima. También es inútil, pues Borja W. no alegó en el juicio que actuase en defensa de una tercera persona, sino de sí mismo.

Según la sentencia del Juzgado de lo Penal número 9 de Málaga, ratificada por la Audiencia Provincial, a las 7.45 del 8 de febrero de 2015, Borja W., empleado de una discoteca, caminaba por una calle de Fuengirola (Málaga) en compañía de dos mujeres cuando acudió en auxilio de María Jesús G. R, “quien estaba siendo golpeada por Pedro T. e Isabel C. para sustraerle el bolso que portaba”. Las dos mujeres se quedaron con la agredida, mientras Borja “salió corriendo tras Pedro T. para recuperar el bolso sustraído”.

Cuando le alcanzó, “se produjo un forcejeo entre ambos, en el curso del cual” Borja, “siendo consciente de las graves consecuencias que podría causar con su acción, aunque sin pretender ni consentir la efectiva producción de las mismas, propinó a aquel dos puñetazos, uno de ellos en la cabeza y otro en el mismo lugar, en el cuello o en el hombro, que determinó que cayera al suelo, sufriendo un traumatismo craneoencefálico con hemorragia cerebral que le provocó la muerte” 48 horas después.

La defensa de Borja alegó legítima defensa asegurando que, cuando alcanzó al ladrón, este “le intentó agredir con dos o tres golpes que esquivó”, pero la sentencia no considera probado que Pedro T. le atacara, sino solo que se negó a entregarle el bolso. Tampoco da credibilidad a Isabel, la acompañante del fallecido, quien dijo que Borja le propinó puñetazos y patadas y “lo mató como a un animal”.

Lo que sí da por probado es que Borja se marchó con el bolso y dejó al ladrón tirado en el suelo, despreocupándose de su estado porque, según dijo, se quedaba con él una mujer. Borja no dijo una palabra de lo sucedido a sus dos acompañantes, ni siquiera cuando, a bordo de un taxi, pasaron por el lugar y vieron al ladrón aún en el suelo y rodeado de policías. Tampoco confesó tras la muerte de Pedro T., cuando los investigadores acudieron a interrogarle. Fue el testimonio de una de sus acompañantes, junto con el reconocimiento fotográfico, el que permitió identificarlo, tras exhaustivas gestiones policiales.

Vox asegura que Borja hizo lo correcto, en vez de mirar a otro lado cuando vio cómo agredían a una desconocida, y califica su conducta de “gesto heroico”. En cambio, el juez considera que debió avisar a la policía o seguir a distancia al ladrón para ver por donde huía, en vez de golpearlo.

El pasado día 28, el juez ordenó la ejecución de la sentencia. Aunque no tiene antecedentes penales y la condena es de solo dos años, le falta el tercer requisito para eludir la prisión: solo ha pagado 6.000 euros de los 180.000 de indemnización. Aún así, su letrado, Alfredo Herrera, ha pedido que se suspenda el ingreso en la cárcel y el fiscal se ha mostrado de acuerdo. Vox ha recaudado 110.000 euros que promete ingresar el próximo viernes en la cuenta del juzgado. Todas las fuentes consultadas coinciden en que podrá seguir libre.

Borja no se enorgullece de lo que hizo. En el juicio pidió perdón a los padres y a las dos huérfanas de Pedro, una de las cuales era menor de edad cuando murió su padre. Su letrado excusa su reacción recordando que entonces tenía 22 años y que es fácil decir a toro pasado cómo debió actuar aquella mañana. Aunque algunos le aplaudan como a un héroe, él prefiere continuar en el anonimato.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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