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PACTOS POSTELECTORALES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La izquierda, mejor sin tiempo para pensar

Hay quien se pregunta por la famosa vanidad del candidato Iglesias pero a nadie se le ocurre preguntar por la de Sánchez, reordenando él mismo la lista de Unidas Podemos

Manuel Jabois
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, antes de su última reunión en el Congreso.
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, antes de su última reunión en el Congreso.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

¿Puede la izquierda acabar con un Gobierno en 48 horas y no formar uno en tres meses? Puede. En la pregunta empiezan y acaban los dramas modernos de la política, descriptibles en la votación interna del partido de Iglesias: los españoles han votado y el resultado es que si PSOE y Podemos se ponen de acuerdo, hay un Gobierno; ahora hay que encargarle a una parte de esos españoles cómo se tienen que poner de acuerdo. ¿Cuándo va a empezar la responsabilidad de los líderes?

Las dos posiciones inamovibles se parecen a la estrategia de los corredores de bicicleta en pista, que consiste en mirarse unos a otros mientras pedalean más despacio para gastar las energías en los últimos metros. Si la meta no fuese el Gobierno de España tendría gracia; si el resultado no fuese la repetición de elecciones tendría más gracia aún. La victoria de Sánchez ha tenido en las encuestas una prolongación artificial según la cual otras elecciones le darían más escaños, una tentación arriesgada si se recuerda que el último partido que quiso repetir elecciones para sacar mejor resultados, Podemos, empezó en ellas su declive. Votar cuando ya has ganado, cansa.

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El PSOE haría bien en recordar la volubilidad del español, sobre todo todo cuando ese votante no militante se pone a buscar culpables de las siguientes elecciones. Que proponga al partido imprescindible para ganar la investidura cargos “técnicos e independientes” puede sonar bien en los periódicos, pero nadie se imagina que el PSOE no busque a su gente en sus cuadros. Más sorprendente cuando se piensa que los cabezas de lista que cosecharon los escaños de Podemos tienen que ser apartados del Gobierno. ¿Sus votantes votaron a desconocidos? ¿Apartó el PSOE a su cabeza de lista cuando lo exigió Cs para gobernar con ellos? ¿Qué le falta al PSOE: proponer a Íñigo Errejón de ministro para contentar a Iglesias?

La poco entrenada cultura del multipartidismo deja una impresión que consiste en que hay partidos que si no dan su apoyo a cambio de nada, permitirán al adversario gobernar. Impresión más útil para el PSOE porque enfrente tiene un partido como VOX: ¿daría Podemos a Vox la oportunidad de condicionar el Gobierno de España? Con ese chantaje moral es difícil negociar: renuncia a todo lo que has prometido a tus votantes para evitar un mal mayor, entrégate a nosotros para evitar que la extrema derecha se acerque al poder.

La diferencia estratégica entre Podemos y Vox es que al menos el PSOE no tiene que avergonzarse de la existencia de los primeros, como sí ocurre entre el PP y sobre todo Ciudadanos, que desea el poder sin preguntar gracias a quién. La fuerza y la debilidad de Podemos tiene que ver con lo mismo: fueron soberbios cuando le plantaron la repetición de elecciones a Sánchez para conseguir el sorpasso, son justos cuando reclaman su entrada en un Gobierno que, más que su participación, necesita de ellos para evitar una convocatoria que pondría a prueba el hastío de la izquierda. Porque hay quien se pregunta por la famosa vanidad del candidato Iglesias pero a nadie se le ocurre preguntar por la de Sánchez, reordenando él mismo la lista de Unidas Podemos.

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Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

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